Docentes chilenas dieron un curso de actualización y manejo en rehabilitación integral de quemaduras a profesionales bolivianos

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11 de diciembre de 2018, 4:00 AM
11 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Santa Cruz registra una tasa anual de 20.000 personas menores de 19 años víctimas de quemaduras de diversa índole, según se conoció ayer en el Curso de actualización y manejo en rehabilitación integral de quemaduras infantojuveniles, dictado en el Centro de Rehabilitación de Niños Quemados (Cerniquem) por un equipo de profesionales de la Corporación de Ayuda al Niño Quemado de Chile.

Conforme al médico Carlos Vacaflor, la cantidad real de quemados en Santa Cruz llega a las 40.000 personas contando a los adultos y la mayoría son atendidas en los hospitales públicos, aunque recalcó que el único especializado en la atención en la etapa aguda del tratamiento es el Hospital de Niños Mario Ortiz.

Estas lesiones van desde una quemadura simple de sol a carbonizaciones graves causadas por la electricidad y son atendidas inicialmente en los centros de primer nivel de los barrios y, según la gravedad, los derivan a centros más especializados; por tal motivo, asistieron al curso alrededor de un centenar de profesionales en salud de distintos hospitales, informó Luis Fernández, presidente del directorio de Cerniquem, programa estrella del Rotary Club Santa Cruz.

Fases de recuperación

Fernández explicó que la rehabilitación de niños y adolescentes quemados comprende un tratamiento físico, sicológico y familiar para restablecer al paciente.

“La idea es difundir la prevención, pero también la rehabilitación. Si empezamos un tratamiento adecuado en la rehabilitación, evitamos las secuelas, como la fibrosis y la pérdida de movilidad de los miembros. En Cerniquem enseñamos sobre el uso de las prendas compresivas, a fin de evitar los queloides y las retracciones que ocasionan las quemaduras”, indicó Fernández.

María Dora Espinoza, cirujana subespecialista en cirugía plástica y reconstructiva pediátrica en el Coaniquem de Chile, fue una de las expositoras. Señaló que toda llaga profunda deja secuelas que deben ser tratadas a tiempo. Destacó que la edad juega un rol clave para la recuperación de un paciente. Los niños y los ancianos presentan más dificultades, mientras que adultos jóvenes responden mejor. “La mejor edad para quemarse es a los 34 años”, bromeó Espinoza al señalar que en esa etapa de la vida el organismo reacciona de forma óptima.

Carlos Vacaflor reveló que la casa es el lugar más peligroso para los niños. La primera causa de quemaduras es el líquido caliente: té, café, leche, sopa, que los niños se echan encima ante el descuido de los padres. La segunda causa es el fuego directo, luego vienen las quemaduras que se dan por electricidad, ácidos o sólidos calientes.

Jairo (7) está rehabilitándose de una quemadura en el muslo derecho. Su mamá dejó una jarra eléctrica calentando agua encima de la cómoda. El chico quiso hacer leche para su hermanito menor, que lloraba, subió al mueble y se lo volcó jarra y todo. “Desde esa vez, no quiere comer nada caliente”, dijo Emiliana, su madre, que recibe apoyo sicológico en familia en Cerniquem.

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