Galápagos. En la mayor isla del archipiélago, tres recintos se dedican a proteger y vigilar el crecimiento de 120 crías de una especie de tortuga, Chelonoidis porteri. Es un esfuerzo por preservar este paraíso evolutivo descrito por Charle Darwin

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11 de febrero de 2018, 4:00 AM
11 de febrero de 2018, 4:00 AM

Apiñadas bajo una roca, las pequeñas donfaustoi esperan a que caiga el sol para salir de la sombra. Son las primeras crías en cautiverio de una especie de tortuga gigante hallada en las islas ecuatorianas de Galápagos.

 

Nada turba su calma en el centro de crianza de la isla Santa Cruz, una de las tres estaciones donde el Parque Nacional Galápagos conserva a las 12 especies de estas tortugas únicas en el mundo.


“Aquí se las mantiene con algo de hambre. Cuando estén en estado silvestre, van a tener hambre y tendrán que buscar alimento”, explica Walter Bustos, director del Parque. Pero falta para que las liberen en su ambiente. Será cuando sus caparazones midan entre 23 y 25 cm y tengan cuatro o cinco años. Nada para estos reptiles que pueden vivir un siglo y medio.


El precio de la supervivencia es una infancia en cautiverio.


Estos días acaba de nacer una tercera camada, y ya suman 120 los ejemplares nacidos en cautiverio de Chelonoidis donfaustoi, la última especie identificada.

 

Ecoingenieras
La tortuga gigante llegó hace tres o cuatro millones de años a este archipiélago volcánico del Pacífico. Se cree que las corrientes marinas dispersaron a los ejemplares por las islas, y que fue así como se crearon 15 especies diferentes -de las cuales tres están formalmente extintas-, adaptadas cada una a su territorio.


Su población fue diezmada con la llegada de piratas y balleneros, que consumían su carne, y la introducción de especies invasoras, como perros, cabras o ratas.


“Las tortugas son ingenieras del ecosistema. Al caminar moldean el entorno, abren espacios para otras especies y dispersan semillas", explica el biólogo Washington Tapia, de la ONG estadounidense Galápagos Conservancy.

 

Cuestión de genes
Hasta 2002, los científicos consideraban que todas las tortugas de la isla Santa Cruz, la segunda más grande, eran de la misma especie, la Chelonoidis porteri.


Pero tras varios análisis genéticos se determinó en 2015 que las del este de la isla, en el cerro El Fatal, son una especie distinta, la Chelonoidis donfaustoi.


Su baja población, de unos 400 ejemplares, y la amenaza de los depredadores para sus nidos, motivaron la recolección de huevos para el programa de cría en cautiverio que promete salvarlas.