Microclima. Calor, vientos, índice de humedad y contaminación. La ciudad puede convertirse en un laboratorio para estudiar estos cambios

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1 de julio de 2018, 11:00 AM
1 de julio de 2018, 11:00 AM

Hace diez días, una silenciosa explosión rosada sorprendió a una ciudad que se aprestaba a soportar, cabizbaja, una mañana con 14 grados de temperatura. ¿Tajibos floreciendo en junio?¿Por qué no esperaron septiembre, o a lo sumo agosto? 

La ciudad esbozó una florida sonrisa de avenida a avenida y el biólogo Huáscar Bustillos posteó que es el momento de convertir a Santa Cruz en un laboratorio urbano para estudiar la adaptación de las plantas citadinas al microclima de la urbe: con más temperatura (hasta tres grados), con vientos que la afectan y con la contaminación que no se registra en un entorno natural. 

¿Están floreciendo en otros lugares también? Sí y no. En Porongo, por ejemplo, recién asoman los brotes, o sea, “están en butucunes”, como le contó una vecina al biólogo. En cambio, en la Chiquitania, algunos están floreciendo también. 

Por qué ocurre. Las plantas desarrollan estrategias de supervivencia según su entorno. Un estudio realizado en Hanoi, Berlín, Ciudad del Cabo, París y muchas más, mostró que los árboles urbanos crecen más rápido que sus similares en las áreas rurales. El estudio, publicado el año pasado, se basa en el seguimiento a 1.400 árboles realizado durante décadas por un equipo liderado por el el departamento de Crecimiento forestal y Rendimiento de la Universidad Técnica de Munich. El motivo principal, según el investigador Hans Pretzsch, es la actividad humana, que provoca un aumento de entre tres y 10 grados de temperatura en las ciudades. 

¿Crecen más o menos? Por el calor, los árboles experimentan un cambio climático ‘adelantado’. Si bien crecen más según el estudio, también envejecen más rápidamente, por lo que es posible que el recambio de árboles deba hacerse más frecuentemente en las ciudades. El fenómeno va a continuar, porque para 2030, el 60% de la población vivirá en ciudades. 

Calidad ambiental. La contaminación de la ciudad también puede influir en el ciclo de estos árboles, señala Bustillos. Hay toda una línea de investigación para analizar el suelo, la atmósfera y hasta la cantidad de agua que recibe una planta cada año. 

Las lluvias. A partir del año 2000 se nota que las lluvias han aumentado en la ciudad. El gráfico muestra la información captada en la estación de El Trompillo. Pero también se notan variaciones drásticas, con una tendencia al aumento en las precipitaciones. 
El año pasado, en junio,  ya había llovido 85,1 milímetros hasta esta altura del mes. Hasta el martes pasado, solamente 12,4 milímetros. Esto implica también variaciones en los vientos, que deben ser estudiadas. 

Los vientos. Bustillos hace notar que los tajibos tienen semillas aladas, así que los árboles regulan su floración cuando comienzan los vientos; así la semilla tiene más posibilidades de dispersarse. 

Hay más
Otros árboles pequeños también han comenzado a florecer. Puede ser significativo que algunas mangarosas hayan entregado frutas diminutas hace tres semanas. Los vientos tiraron toda esta fruta, pero ahora, varios árboles ya tienen fruta de buen tamaño y en plena maduración.Después del tajibo rosado, suele florecer el amarillo y luego el blanco.

Datos

Resistente. El nombre científico del tajibo rosado es Handroanthus impetiginosus. Su madera resiste muy bien la intemperie, por su contenido de taninos. 

Nombres. Se lo conoce con el nombre de lapacho. Se estudió el lapachol, por sus propiedades contra el cáncer, pero es muy tóxico. 

Medicina. La corteza y el leño se utilizan para combatir problemas de riñón y vejiga. Crece desde México hasta el norte argentino.