El proyecto, iniciado en 2009 por la Fundación VIVA y la Fundación Amigarse, permitió capacitar a personas de todo el país. El programa finalizó este año

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23 de marzo de 2018, 4:00 AM
23 de marzo de 2018, 4:00 AM

Abrirse camino en el mundo siempre es difícil si no se tiene un poco de apoyo. Las fundaciones VIVA y Amigarse lo entendieron así y en 2009 crearon el programa Luz de luna, con el que brindaron ayuda a 33 jóvenes de escasos recursos hasta el año pasado, quienes gracias a esto concluyeron sus estudios y ahora tienen un trabajo con el que también comparten el ejemplo de dar una mano a los demás. 

Hace una semana, hubo un evento especial en Santa Cruz, donde cuatro de los beneficiados con el programa Luz de luna hablaron de sus experiencias, de cómo sus esperanzas de tener un futuro mejor se concretaron gracias a la ayuda recibida. 

Kely Encinas, Marvin Flores, David Bejarano y Lidia Yana compartieron sus testimonios y fueron merecidamente aplaudidos. 
El programa empezó con 20 jóvenes, pero al ver los resultados, las fundaciones decidieron extenderlo a 20 más. Aunque siete no cumplieron con las exigencias establecidas. 

Si bien había un aporte económico para todos los integrantes del programa, también se hacía un seguimiento periódico a las calificaciones en sus estudios, acompañado de talleres de capacitación permanentes para complementar sus carreras. 

Testimonios
De los cuatro casos, uno de los más emocionantes es el de David Bejarano, chuquisaqueño que estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en Santa Cruz. A sus 28 años, es gerente propietario de la carpintería en aluminio y vidrio Bejarano, con la que da trabajo directo a 10 personas. David no pudo aguantar el llanto en el evento de conclusión del  proyecto, ya que para él significaba mucho, sobre todo porque en su familia nunca hubo una tradición de asistir a la universidad.

Otro caso es el de Lidia Yana, de 25 años, paceña nacida en Yanacachi que se licenció como nutricionista en la UMSA. Ella se unió a Luz de luna en 2011 y obtuvo apoyo desde el primer momento hasta cuando tuvo que hacer su trámite de titulación. “Estoy muy agradecida, nosotros somos de escasos recursos y fuimos muy afortunados”, comentó Yana, que ahora ejerce su profesión en el municipio de Sica Sica, en La Paz.

Marvin Flores tiene 35 años y es bioquímico, graduado en la Universidad Misael Saracho de Tarija. “Yo ingresé al programa Luz de luna en una etapa muy complicada de mi vida, cuando no podía conseguir trabajo por el tiempo de internado que tenía en el último año de mi carrera”, recordó Flores, quien actualmente es encargado de laboratorio en la Caja Nacional de Caminos, de Oruro.

Kely Encinas recordó lo difícil que se le hizo trabajar y estudiar el último año de la universidad, en su carrera Gestión en Hotelería y Turismo.
Hasta que supo lo del programa Luz de luna en 2011, se postuló y pudo concluir el último año de estudio sin preocuparse de dónde sacar para los pasajes, la comida y las fotocopias. “Fue un alivio”, dijo Encinas, que se graduó en 2012 y ahora está a punto de crear una cooperativa de servicios turísticos, la segunda en Bolivia.

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