En nombre de una inmaculada sonrisa, en otros tiempos, algunos sacrificaron sus piezas originales; sin embargo, con esta nueva técnica odontológica, también conocida como lumineers, los tratamientos pueden ser igual de efectivos, pero menos invasivos

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14 de julio de 2019, 11:50 AM
14 de julio de 2019, 11:50 AM

Miden 0,3 milímetros y están hechas de porcelana. Son unas microcarillas que, literalmente, devuelven la sonrisa a quienes con esta técnica encuentran respuesta a sus inconformidades.

Por ese mínimo grosor, en el mundo de los odontólogos han sido bautizadas como ‘lentes de contacto dentales’.

La diferencia con otros procedimientos, como las carillas de porcelana (de 0,5 a 1 mm), es que no hace falta desgastar los dientes para superponer estos ‘lentes’. Es decir, que no es invasivo, pero tiene sus limitaciones. No pueden aplicarse en pacientes con bruxismo (hábito de rechinar los dientes) no tratado, o con mala mordida o piezas muy ‘chuecas’. Por último, no es tan barato.

“En el lente de contacto no se talla el diente, solo se hace una preparación química y se cementa, y después, si se saca, no hay problema, pero es un tratamiento caro. En mi consultorio solo pongo las carillas convencionales cuando es necesario, no me gusta colocarlas solo por estética porque no deja de ser un tratamiento invasivo”, explica el dentista Limberg Parada.

Comparaciones necesarias

Para tener los dientes resplandecientes, las personas suelen recurrir a varias técnicas: el blanqueamiento, las carillas de porcelana convencionales, las carillas de resina y, ahora, a las microcarillas de porcelana o ‘lentes de contacto dentales’.

El blanqueamiento, al que Parada recomienda llamar aclaramiento porque tiene sus límites, debe hacerse cada dos años. “Con este procedimiento se bajan dos o tres tonos porque ya se nace con un determinado color en la dentina; su duración varía de acuerdo al cuidado en la alimentación (consumo de alimentos con mucho pigmento, como café, remolacha, etc.)”.

En el caso de las carillas de porcelana convencionales hay que desgastar todo el diente por la parte de adelante, vestibular, como 0,5 mm y, una vez desgastado, se toma impresión, el protesista las hace en su laboratorio y después se pegan.

Las carillas de resina, que se trabajan en boca y a mano alzada, requieren un blanqueamiento previo si los dientes están muy oscuros, pero demandan una vez al año realizarse un pulido para quitar manchas.

Por último, están las microcarillas o ‘lentes de contacto dentales’ que no necesitan un tallado de dientes para colocarse, por eso es un tratamiento reversible. Solo se hace un preparado químico para cementarlas. “Sirven para hacer pequeños movimientos dentales, o sea que si el diente está un poco chueco se lo puede resolver, también para dientes con manchas, siempre que sea un pigmento leve porque las microcarillas son tan delgadas que lucen casi traslúcidas. La mayoría se las pone para agrandar el tamaño de sus dientes y para que luzcan más blancos, es por estética”, aclara Parada.

Una de las grandes ventajas de las carillas y de las microcarillas es que no se pigmentan. “Son como el vidrio”, dice Parada, sin embargo, reconoce que deben adoptarse ciertos cuidados, “hay que recordar que es una prótesis, debe usarse hilo dental, enjuague y evitarse alimentos muy duros”, recomienda.

El odontólogo cree que una desventaja de los ‘lentes’ es el precio, que normalmente está por encima de los $us 300 dólares, el mismo de una carilla convencional, considerando que hay que hacer las microcarillas a todos los dientes delanteros hasta los premolares (20 piezas por $us 300), pero reconoce que los profesionales rebajan hasta a $us 150 la pieza cuando se trabaja toda la sonrisa, y que disminuye el número si se omiten los premolares. Precisamente por ese costo elevado hay que tomar cuidados, ya que una vez se quiebra una pieza, hay que reemplazarla por completo. Ante este riesgo, también están las microcarillas de zirconia, de gran dureza y resistencia, pero de la misma forma su precio puede alcanzar los $us 400 por diente tratado.

Parada dice que los profesionales suelen garantizar una duración de cinco años para estos tratamientos, y dice que incluso el trabajo resiste hasta diez años, pero si no se siguen las instrucciones de los especialistas, y si no se realiza el control cada seis meses, las piezas pueden durar solo tres o cuatro meses.

Otro punto a favor de las microcarillas es que son recomendables para los odontofóbicos (pánico al dentista), el procedimiento no requiere anestesia, es indoloro y muy rápido.