Talina hará una pasantía en Europa, Juan Carlos va por el doctorado en física y Francesca se fue de campamento científico. Los tres pasaron por Clubes de Ciencia Bolivia

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15 de julio de 2018, 9:00 AM
15 de julio de 2018, 9:00 AM

De hacer brownies de chocolate y galletas a pedido a través de una página de Facebook en su tiempo libre, a aplicar para una pasantía pagada en Siemens en Austria y obtenerla... no dista mucho, al menos no para Talina Terrazas (22), una de las poquísimas mujeres en la carrera de Ingeniería Electromecánica de la Gabriel. Ella está haciendo maletas con lo necesario para afrontar el invierno de Grazz, la segunda ciudad universitaria más importante. En agosto se va para trabajar en una megafábrica de bogies (estructuras de soporte para transportes de rieles), situación que celebran no solo su familia y amigos, también sus compañeros y docentes, porque ven una importante oportunidad para ella y para otros que se animen a imitar su perseverancia.

Francesca Garafulic (17) es otra joven que ha abierto sus ojos a la ciencia. En lugar de viajar a Cancún con el resto de sus compañeros de promoción se embarcó en la aventura que había idealizado desde hace tiempo: postuló para el Campamento Nacional de Ciencias Juveniles de EEUU y fue seleccionada para ser parte del centenar de todas partes del mundo que aprenderá más sobre ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas para ir perfilando su vocación y la carrera que va a estudiar.

Y Juan Carlos Velasco es un joven astrofísico de 23 años, dispuesto a desvelar las propiedades y fenómenos de los cuerpos estelares. Una profesión de la que se puede decir que no tiene muchos bolivianos de su edad involucrados.

No se conocen, comparten ciertos rasgos de su personalidad y todos fueron a Clubes de Ciencia Bolivia, en donde se dejaron picar por el ‘bichito’ de la ciencia, se les agudizó la curiosidad y se sintieron inspirados para hacer lo que no hacen muchos otros.  

Acampando con científicos
Justo cuando sus compañeros de colegio estaban haciendo maletas para viajar a Cancún, Francesca Garafulic recibió la llamada telefónica de la embajada de EEUU que tanto estaba esperando. “Todo lo que hace en su vida siempre es idea de ella. Acepta pequeñas sugerencias, pero actúa y se mueve por decisión propia”, cuenta Paola Justiniano, su mamá, sin disimular el orgullo que la envuelve.

El día en que Francesca decidió postular para el Campamento Nacional de Ciencias Juveniles en Charleston, Virginia (EEUU) sus padres comenzaron a ver de qué se trataba, a apoyarla y a acompañarla en el proceso de reunir la documentación requerida.

Cuando la adolescente supo que fue una de los 100 jóvenes elegidos de todo el mundo se puso a bailar y a saltar.  Lo que vino después fue un largo viaje de 25 horas, pero está dichosa, aprendiendo algo nuevo cada día. Hasta ahora ha tomado cursos de fotografía, ha aprendido a encender una fogata y también ha escalado.

El campamento tiene una tradición de prestigio, básicamente reúne a jóvenes interesados en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas y pone sus ojos en estudiantes con pasta de investigadores y su método de enseñanza es desafiante y motivador.

El objetivo del programa es complementar, ampliar y mejorar el currículo escolar tradicional y sembrar la semilla del espíritu científico. En ese mundo está ahora metida Francesca, sacándole provecho a su estadía de tres semanas. ¿Qué temas está discutiendo con sus compañeros y los disertantes? Biología estructural en una era posgenómica, las matemáticas de la genética, ondas gravitacionales y colisiones cósmicas, son parte del menú científico que se está devorando.

Este año Francesca sale bachiller y su madre destaca un momento importante en su corta vida como estudiante:  “Clubes de Ciencia Bolivia le abrió la puerta al mundo. Le dio una mirada distinta sobre lo que quiere hacer y estudiar. Conocer a gente joven triunfando en las ciencias la emocionó, la motivó y la inspiró a buscar su propio camino. Es una de las mejores experiencias que ha tenido en su vida y de ahí el cielo es el límite, Francesca no está dispuesta a parar”.  

Escudriñando el universo
Juan Carlos Velasco tiene 23 años, es beniano y es astrofísico. El escritor, divulgador científico y astrofísico  estadounidense Neil deGrasse Tyson causó un gran impacto en su vida al igual que otros autores como Carl Sagan o Lisa Randall. “Nuestros sentidos pueden engañarnos, ni siquiera las estrellas son lo que parecen, el cosmos, según nos revela la ciencia, es más extraño de lo que podríamos haber imaginado. La luz, el tiempo, el espacio y la gravedad conspiran para crear realidades que yacen más allá de la experiencia humana”, dice de Grasse Tyson en un episodio de Cosmos, el popular programa de televisión. Sus explicaciones en sus libros y en su programa fueron motivadoras para Juan Carlos.

La necesidad de dar explicación física a las observaciones astronómicas fue el bichito que le picó, bichito que alimentó en Clubes de Ciencia Boliva. En mayo concluyó sus estudios en la Universidad de Virginia y está pronto a empezar un doctorado en física, más específicamente en materia condensada, en la Universidad de Minnesota. 

Él es parte de una nueva generación que se anima a mirar  más allá de las posibilidades tradicionales para optar por una profesión. Su curiosidad y espíritu científico es algo que se está contagiando de a poco. Gracias al apoyo de sus padres, Mauricio Velasco y Rita Barboza, salió a estudiar afuera. ¿Por qué no lo hizo en Bolivia?  “No sabía que en La Paz existía la carrera de física”, responde y agrega que como él, la mayoría de los jóvenes desconocen las opciones científicas que hay dentro del país. 

 Sin duda, hay mucha gente a la que le parece extraño que haya personas que eligen gastar tiempo y dinero estudiando ciencias como la astrofísica, pero hay casos como el de Juan Carlos, cuya curiosidad por los fenómenos físicos y su hambre de nuevos conocimientos en las leyes naturales lo han llevado por este camino y cuando le toque llevar lo aprendido a la práctica puede desempeñarse en institutos de investigación y observatorios, así como en empresas eléctricas o de la industria automotriz, o incluso siendo consultor para empresas privadas.

De los brownies a Austria

Le gustan mucho la matemática,  la física y los temas de programación y de diseño, por eso optó por una carrera que más  o menos tuviera que ver con todo ello. Se matriculó en Ingeniería Electromecánica en la Gabriel René Moreno y ya está terminando.  

¿Qué va a hacer con esa profesión? “La Ingeniería Electromecánica la vemos en todo, la encontramos en los dispositivos móviles, en aparatos de transporte, en diseños industriales...”, contesta Talina.

Y ¿por qué no tiene más compañeras en su clase? “Las mujeres tienden a elegir carreras que no son de ingeniería porque desconocen las posibilidades que estas ofrecen. Si es que hubiera más ejemplos que ellas pudieran conocer, se atreverían a involucrarse más en el rubro”, concluye.

Siemens, la empresa adonde va a trabajar produce de todo, vehículos, celulares, luminarias, motores, generadores de turbina, etc.  Pensar en grande y animarse a buscar opciones como esta pasantía fue una semilla que se le plantó en la mente después de participar en Clubes de Ciencia Bolivia. “Despertó en mí el deseo de seguir formándome, deseo que desde entonces, se ha vuelto insaciable.

Empecé a buscar más oportunidades en el extranjero, con la idea de aplicar a alguna beca para posgrado cuando terminara mi carrera; sin embargo, cambié de opinión y decidí que el primer paso que quería dar al graduarme, sería el de hacer una pasantía.

Esta decisión la tomé, sabiendo que no podría estar del todo segura de un programa de maestría, sin haber tenido antes experiencia en un ambiente laboral”, cuenta Talina, que encontró en la Asociación Internacional para el Intercambio de Estudiantes por Experiencia Técnica (Iaeste Bolivia) la oportunidad de ser reclutada por su mérito académico y materializar por fin la ansiada pasantía en el extranjero.


Preparó los papeles necesarios, las cartas de recomendación y aplicó. Fue entrevistada varias veces y demostró que está capacitada en inglés, portugués y está aprendiendo alemán. En agosto hará uso de su contrato de pasantía remunerada.

“Me van a pagar como 1.659 euros. Mi familia está triste porque me voy a ir pero feliz porque es lo que estaba buscando hace tiempo”.  Talina no es de protagonismos, pero lo pensó bien y consideró que es bueno que se difunda lo que le ha pasado para que más gente como ella sepa que hay opciones, solo basta atreverse.

“Muy pocos se benefician de las becas, de los programas para estudiantes. Diría que es por falta de información, los jóvenes utilizan el internet con otras finalidades, pero no para buscar oportunidades. Hay cosas en las que uno precisa prepararse para ser más competitivo, y esas cosas no las vas a aprender en la universidad o en el colegio”. Por eso Talina está aprendiendo sobre sistemas de programación  en cursos virtuales por internet, por ejemplo.

Cuando empezó la carrera de Ingeniería Electromecánica eran 100 los alumnos, el tiempo los fue cerniendo y ahora tiene clases de 10, en el mejor de los casos llegan a ser 30 compañeros. Pero esa realidad puede cambiar, o mejor dicho, ya está cambiando.

Para saber

CAMPAMENTO DE CIENCIAS
Entre los requisitos está tener entre 16 y 19 años, tener disponibilidad para participar en el programa completo, poseer muy buen manejo del inglés, hablado y escrito (presentar el Toefl), demostrar capacidad de liderazgo y madurez social a través de su participación en actividades de la escuela y de la comunidad, tener un promedio de notas de 90, currículum vitae en inglés con logros académicos, copia de la libreta y carta de recomendación. Más información: embajada de EEUU.

IAESTE BOLIVIA
Brinda a estudiantes de ingenierías, ciencias, tecnología y artes aplicadas prácticas profesionales pagadas. Más información, en iaeste.org o en su oficina de Barrio Norte, calle 1 este No. 2.