Con el arte en las venas su talento con el pincel lo ha llevado a retratar a personalidades de la realeza 

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26 de noviembre de 2017, 4:00 AM
26 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Los recuerdos de hacer dibujo tras dibujo, están entre los primeros en la memoria de Juan Fernando Bastos (59). El reconocido retratista boliviano, que reside en Los Ángeles (California), dejaba de lado los camioncitos y los muñequitos por el papel y los lápices de colores. Prefería dibujar los objetos antes que jugar con ellos. 

Como esas pasiones que se siente que nacen dentro de uno, él pensaba que todos los niños sabían dibujar. A sus cinco años, cuando su profesora de kínder pidió que dibujaran un pato y sus compañeritos le pasaron sus hojas para que él los ayudara, se dio cuenta de que lo suyo era un don. Un talento que por entonces no fue reconocido. 

Juan nació el 18 de enero de 1958 en Venezuela, donde su familia se exilió dado que su abuelo, Julio Téllez Reyes, era Ministro de Trabajo del gobierno derrocado por Víctor Paz Estenssoro, durante la revolución del 52. Allí vivió y estudió hasta sus 11 años y en una clase de dibujo hizo unas montañas y las pintó de rojo. Cuando la maestra vio su diseño le dijo llanamente que era un mal trabajo. Pero eso no lo desanimó, para entonces ya era consciente de su potencial.

Cuando sus padres, Juan Bastos Flores y Gabriela Téllez  Iturralde, volvieron a Bolivia, se fueron a vivir a La Paz, donde tuvo la grata sorpresa de conocer a dos de sus tías, María Esther Ballivián, que fue su maestra de pintura, y Yolanda Bastos de Aguirre, que era retratista. Ella le hizo su primer retrato a lápiz y luego, cuando a sus 12 años, lo pintó al óleo. 

Así comenzó su romance con los retratos, una pasión que mantiene hasta hoy cuando está cerca de cumplir 60 años.

1. Suceso. Descubriendo un óleo de Audrey Bahr, en el Good Samaritan Hospital, en Los Angeles.
 

¡Aplazado en dibujo!
No era un alumno destacado. Es más, afirma, sus notas eran terribles porque nunca le gustaron los números, menos aún la física o la química. Solo el arte abarcaba su atención. Pasaba el tiempo dibujando y haciendo caricaturas de sus compañeros.

Des los 14 hasta los 21 años tomó todas las clases que ofrecía la Universidad Mayor de San Andrés en Bellas Artes. Por eso, al graduarse del colegio San Ignacio de La Paz, decidió estudiar Arquitectura. Pensó que sería una carrera interesante.

“¡Durante tres semestres seguidos me aplazaron en dibujo. Me calificaban con 0 sobre 100! Me ponían una X en todo el dibujo, arruinándolo, seguido de un cero. No me enojaba, mantenía una cara inexpresiva y seguía adelante porque estaba seguro de mi capacidad. Por eso me fui a Estados Unidos, en 1979. Como en mi país no valoraban mi talento, no iba a quedarme frustrado ”, rememora entre risas.

Primero se matriculó en la Georgetown University para perfeccionar su inglés, luego ingresó al Maryland Institute College of Art, en Baltimore, e hizo un masterado en Bellas Artes en la Universidad de Towson. 

2. Pintura. Juan y Tom Parry, con Nehama y su hija Ali. Al fondo el retrato de ambas, mostrado en una fiesta.
4. En la Universidad de California. Óleos de tres grandes donantes de esa institución, Robert Day, Harlyne Norris y Selim Zilkha, en el lobby de la Escuela de Medicina de The University of Southern California (USC). 
 
3. Satisfacción. Juan y Tom (extremos), con los esposos Richard (sentado) y Francesca Harrison, y Fern Stanley-Evans, orgullosa de su retrato.

5. Apoyo boliviano. El consul de Bolivia, Fernando Lazcano, la pintora  Michelle Nielsen y los actores, Carla Ortiz y Bernardo Peña, en la galería.

Reconocido en EEUU
Tras un año viviendo en Estados Unidos comenzó a hacer exposiciones y en paralelo desarrollaba su arte para el retrato. Poco a poco se abrió espacios, llegó a pintar a grandes empresarios y personalidades de la realeza europea, y del mundo del espectáculo, la música, la farándula y la política de diferentes países.

Hasta 1995 vivió entre Baltimore y Washington D.C, luego se mudó a Los Ángeles, en California, donde se abrieron las puertas de mejores oportunidades. 

En 1999 fue entrevistado por el New York Times, por ser uno de los nueve retratistas más reconocidos en Estados Unidos. 

“Eso me favoreció y ayudó mucho a mi imagen. Realicé exposiciones importantes e hice retratos a reconocidas personalidades en Bolivia, Perú, México, Portugal, Francia y Estados Unidos, llegando a pintar a gente de la realeza”, resalta Juan.

Entre esos personajes figuran el magnate mexicano Eugenio López, fundador del Museo Jumex y considerado como uno de los más importantes coleccionistas de arte contemporáneo  de América Latina. También a  Philip Niarchos que tiene la cuarta colección de arte más importante del mundo.

Pintó también a Gore Vidal, candidato al premio Nobel de Literatura; las actrices Patricia Morrison y Charlize Theron; los actores Richard Harrison e Ian McKellen, la baronesa de Lassus, la princesa Teresa Orleans y Braganza, los condes de Alastaya, se cuentan entre los cientos de retratos que ha realizado a lo largo de casi 40 años de carrera artística, que le hizo conocer a gente muy especial.

“Un gran logro fue que la Universidad de Harvard me contrató para hacer el retrato de Jack Reardon, director de la Asociación de Exalumnos de esa prestigiosa universidad. Gané mucha notoriedad. Luego me contrataron para hacer una decena de retratos de donantes y decanos de la
Universidad de California”, remarca.  

Del 5 al 18 de noviembre de este, en la Galería Denenberg Fine Arts, Museo Getty, Juan, representando a artistas de Latinoamérica, realizó una exposición de más de 40 de sus obras. 

Nueve de ellas de su colección personal y las demás cedidas como préstamo por instituciones y clientes clientes que conservan esos retratos en los muros de sus viviendas.

6. Castillo. Frente al Chateau de Valmirande (Francia), cuando fue a pintar a la baronesa de Lassus.

8. infancia en Coroico. Pasó hermosos momentos con su tía y también maestra de pintura, María Esther Ballivián, y su prima Marie France en Yungas. Son muy unidos.

10 Familia unida. Una gráfica para el recuerdo de su familia a fines de la década de 1990. Sus papás, Juan y Gabriela, junto a sus hermanas María Cristina, María Isabel y Luz María.
 

No es hombre de lujos 
Juan ha demostrado que se puede vivir del arte, aunque indica que solo el 3% de los pintores logran hacerlo. En su caso, como no vive de las exposiciones, sino de los retratos, cobra por anticipado y eso le da cierta seguridad económica. Sus retratos están valuados entre los 5.000 y los 40.000 dólares. 

“En este rubro, la estabilidad económica es como una montaña rusa, no sabes cuando llega la época de las vacas gordas o de las flacas. Hay temporadas que tengo mucho trabajo y otras que es al contrario. Durante la últimna recesión en Estados Unidos la gente no gastaba en obras de arte y tuve que viajar al exterior a buscarme la vida”, dice.

Agrega que cuando no está haciendo retratos, se dedica a pintar paisajes y a personas que quiere mucho o que le inspiran para su colección o para venderlos. No los regala, aclara, porque es su trabajo y de eso vive. 

Es un hombre sencillo que no vive rodeado de lujos, pero se da sus gustos. Le encanta viajar, sobre todo a Europa, para conocer museos y disfrutar del buen arte y de los conciertos. Ama la música clásica tanto como pasar tiempo con sus seres queridos.

“Me gusta rodearme de cosas que tienen un atractivo físico más que valor monetario. Puede ser un tejido boliviano, nada caro, sobre un mesa, pero con un marco de plata colonial, por ejemplo. Hay objetos que compré en mercados artesanales que no valen mucho, pero que me encantan. Pero también puedo tener una vajilla italiana pintada a mano, muy cara y fina”, asegura.

 

Un tío feliz y realizado

Es el menor y único varón de la familia Bastos-Téllez. No tiene hijos, pero no le quita el sueño ni es un tema pendiente. Es un tío feliz y realizado con los sobrinos que le han dado sus hermanas María Cristina, Luz María y María Isabel. 

Hace 25 años está casado con Tom Parry, con quien no solo comparte su vida, sino el gusto por los viajes, el arte, el buen cine y la música clásica. Juan es una persona que cree en Dios y a él se encomienda, aunque nunca vaya a misa. “Soy muy espiritual, pero no sigo una religión, porque debido a mi opción sexual, seguro que me iría o me mandarían de patitas al Infierno”, bromea.

Su mamá falleció hace dos años y ese fue uno de los momentos más duros que le ha todaco atravesar, porque siempre fue su principal apoyo. No obstante, tiene la dicha de que, a sus 97 años, su papá se encuentra aún con vida.  

“Pasa el tiempo tan rápido que al mirar atrás uno se arrepiente de no haber visitado o compartido más con un ser querido. El tiempo es un lujo. Cuando tengo días libres aprovecho de pasar una tarde con alguien a quien quiero, teniendo una buena charla, dando un paseo o disfrutando de una buena comida”, apunta.

Algo que no puede dejar de comer cada vez que viene a Bolivia es la salteña. Un café con leche a primera hora de la mañana le hace el día en su estudio, el único lugar que siempre luce desordenado en su casa de Beberly Hills. Eso indica que está trabajando.

1. Dibujo a lápiz. El actor Richard Harrison en Malibú.
2. Óleo. De la coleccionista de arte Pamela Joyner, en San Francisco.
3. Primer pastel. De la Baronesa de Lassus. El retrato se encuentra en el castillo de Valmirande, en Francia.
4. Retrato. De la actriz y cantante, Patricia Morrison, en Los Ángeles.
5. Coleccionista de arte. Pastel de Philip Niarchos con parte de su cuadro de Jean-Michel Basquiat.