Fueron los trabajos más llamativos de la XX versión de la feria de ciencia y tecnología de la Universidad Evangélica Boliviana. La Manzana Uno se llenó de gente joven mostrando sus prototipos. Se expusieron más de 90 proyectos

El Deber logo
24 de noviembre de 2017, 7:00 AM
24 de noviembre de 2017, 7:00 AM

Un carrito de supermercado parqueado en plena Manzana Uno cobró vida propia y se movió sin control aparente ante la mirada congelada de la estatua  de Gladys Moreno. A un metro de distancia Diego Nieme y Jerson Vera, dos estudiantes de Ingeniería Electrónica, fueron los titireteros que como en un acto de magia hicieron que el aparato de metal se desplazara sin que alguien lo empujara. 

El espacio que normalmente está dispuesto para expresiones artísticas y el paseo de los cruceños, ayer por la tarde se llenó de ciencia y tecnología, a iniciativa de la Universidad Evangélica Boliviana. Para ello movilizó a todos sus estudiantes de seis facultades, que esparcidos en la cuadra brindaron información por igual a los curiosos y a los amantes del conocimiento.

La proeza del carrito de supermercado automatizado fue producto de la ciencia. En realidad, la fuerza que lo empujó fue la de una aplicación de celular controlada mediante bluetooth que envió señales al arduino, y este a su vez  propició  que se movieran las ruedas para que el carrito pudiera transitar. 

 Esta explicación de los jóvenes estudiantes a cualquiera ajeno a su lenguaje tecnológico fue engorrosa, pero la verdad es que hoy en día es posible automatizar casi cualquier cosa, para hacer agentes autónomos (como robots), controlar luces y dispositivos, gracias a arduino, que no es otra cosa que una familia de placas, es una plataforma de electrónica de código abierto que cualquiera puede aprovechar y que cuenta con hardware y software fáciles de usar.

Otro de los prototipos que hizo inflar el pecho de orgullo a Douglas Sánchez, decano de la facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Evangélica, fue la máquina dispensadora de refrescos automática. Sus alumnos tardaron seis meses en desarrollarla. La misma  consta de una pantalla ‘touch’ (al tacto) para elegir entre tres sabores de refresco y el tamaño del vaso (grande o mediano).  

El aparato vertical tiene expuestas las venas de su organismo, cables que ponen en funcionamiento los circuitos con las órdenes para dos cerebros. Uno de ellos  se entiende con el usuario y lo que está pidiendo y el  otro cerebro acciona todo el mecanismo para que funcione el resto de la máquina (que el vaso seleccionado haga un recorrido hasta la bombilla por donde saldrá el sabor de refresco elegido). Los alumnos aseguraron que están en condiciones de proveer el aparato y en realidad sus rostros no esconden el entusiasmo que sienten por poder comercializarlo. Dicen que invirtieron como Bs 1.500 en su fabricación. 

Gel de ají
En las carpas de las carreras de la salud abundaron las propuestas nutricionales. Se vieron barritas de cereales de fabricación casera (como opción contra la comida rápida que se dispensa en los quioscos de los colegios), frapuchinos que en lugar de leche de origen animal tenían leche de coco y un llamativo gel de ají con efecto analgésico, entre otros proyectos. 

Las alumnas de Bioquímica y Farmacia concentraron su proyecto en lo aprendido en la materia de farmacia industrial. Esperaron dos semanas para la maceración del extracto de locoto amarillo. Una vez obtuvieron la concentración de capsaicina (resina oleosa que producen las glándulas en las paredes del ají) agregaron a su fórmula carbopol, agua y etanol.

Así obtuvieron un gel con el poder de disminuir el dolor en los huesos, músculos, articulaciones y espalda.  En su exposición aseguraron que el mismo efecto adormecedor que produce el ají en la  lengua, posee este preparado. Estas chicas de sexto semestre lo recomiendan y sugieren aplicarlo en la zona dolorida dos a tres veces al día. “La capsaicina que contienen los locotos combate los dolores crónicos de artritis, reumatismo, fibromialgias, várices, dolores musculares y articulares, inflamaciones, cansancio de piernas, entre otros”, aseguraron las chicas que esperan tener buena calificación final con este proyecto.

La Expociencia de la Universidad Evangélica Boliviana contó con más de 90 trabajos  en esta su XX versión y participaron las facultades de Salud, Tecnología, Agropecuaria, Veterinaria, Comunicación y Ciencias Educativas y Teológicas.

Claudia Soliz, comunicadora de la institución, destacó la importancia de la difusión de los trabajos de los jóvenes, que es la puesta en práctica de la teoría aprendida, pues así aparecen interesados en financiar sus proyectos, como sucedió el año pasado cuando hubo varios interesados en una silla de ruedas eléctrica, invención de un destacado alumno.

Los jóvenes estuvieron toda la tarde de ayer, hasta las 21:00, empoderados por sus conocimientos, ensayándose en el rol de los científicos e innovadores que aspiran a ser en el corto tiempo.

Por unas cuantas horas, la estatua de Gladys fue rodeada por la sapiencia y el conocimiento.

Tags