Una antigua publicidad de este fruto sembrado y exportado desde Australia con el nombre de achacha prendió los comentarios. Un chef boliviano cree que el achachairú debería tener denominación de origen

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21 de diciembre de 2017, 6:00 AM
21 de diciembre de 2017, 6:00 AM

“Gracias a un video que está desfasado en el tiempo (que está circulando en redes sociales), seguramente mucha gente se va a rasgar las vestiduras con respecto al achachairú”, dice Ricardo Cortez, comunicador y chef reconocido de nuestro medio, a propósito de cómo en  otro país (Australia) se está sabiendo aprovechar mejor, promocionando e incluso exportando el fruto. 

El achachairú es endémico de nuestra tierra, pero se está cultivando en Australia desde hace 12 años (así lo dice la página web de Achacha, el nombre de la empresa), y desde allá se está exportando a varios países de Europa. 

Cortez no solo es un fanático del achachairú, también pone en práctica su favoritismo por este fruto creando toda clase de salsas dulces y saladas, postres y bebidas a base de la pulpa ácida y dulce a la vez. Se lamenta que se haya permitido que se saque el fruto de Bolivia y no se le haya dado una denominación de origen, como la tiene, por ejemplo, el champán (solo se puede nombrar como champán a la bebida que se produce en la región francesa del mismo nombre). 

Por su parte, el naturalista Javier Coimbra asegura que “achachairú no hay en ninguna otra parte del mundo”, y que la planta necesita humedad en época seca y por eso se da en el monte que bordea los Andes, es decir, la provincia Ichilo (lugar donde hay humedad  en agosto, que es cuando florece la planta). También da cuenta de que por esta característica se ha dado bien y prosperado el árbol en San Javier y Santiago de Chiquitos. 

También alerta que hay muchas especies, más de 10, muchas de ellas sin clasificar. “Hay parientes silvestres con características parecidas, pero con sus diferencias”, aclara, a tiempo de mencionarlas: bacuriparí y garcinia brasiliensis, que no es otra cosa que el achachairucillo. “Después está el ocoró, que está más extendido por toda la cuenca amazónica, se llama magroño”, precisó.

También en Puerto Rico

Decenas de frutas exóticas (entre ellas el achachairú) -que se han amoldado al suelo y al clima boricua- forman parte de la nueva apuesta agrícola para aportar por el desarrollo económico de Puerto Rico y aumentar la seguridad alimentaria, afirmó el diario El Nuevo Día de ese país en una publicación de 2014.

El cultivo de achachairú se concentra en la zona oeste y montañosa entre poco menos de una docena de agricultores. Gabriela Hurtado, una boliviana que reside hace pocos meses en la isla, contó cuánto la alegró encontrar el achachairú en el supermercado. “No lo podía creer cuando lo vi, incluso lo promocionaban con el mismo nombre, achachairú, y tenía entre paréntesis el nombre garcinia. Lo compré a razón de $us 5 la libra”.

Lo que dice el CIAT

El Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT) mejoró el fruto que se llevaron a Australia y propició que se pueda dar en ese tipo de suelo.
El director Luis Ernesto Hurtado indicó que hoy mantendrán una reunión con los técnicos de los proyectos frutales y con un exdirector del CIAT que viajó a Australia para tener más detalles.

Hurtado sostuvo que la variedad que se produce en suelo australiano está protegida por el CIAT. “Tenemos un acuerdo firmado con esta empresa (Achacha), por lo que hay un compromiso de pago por el uso de nuestras semillas; mañana (hoy) se analizará el monto que nos deben y cuándo nos pagarán”, explicó Hurtado.

Para saber

Así se fue a Australia
Bruce Hill y su familia llevaron el fruto exótico hace 12 años al otro lado del mundo, donde actualmente tiene 16.000 árboles distribuidos en 120 hectáreas en la plantación Palm Creek, en la localidad de Queensland.

LO EXPORTAN
Se exporta la fruta y la miel de sus flores al Reino Unido, Países Bajos, Francia, Oriente Próximo y, cada vez más, también a Asia.

AHORA TAMBIÉN EN PUERTO RICO
Se lo comercia bajo el nombre de garcinia, aunque algunos supermercados le ponen el letrero con el nombre que les suena más a trabalenguas: achachairú.