La dosis correcta. Especialistas en terapia familiar brindan consejos para aprender a dar los mejores y más oportunos elogios a tus hijos para que los ayuden a desarrollar su autoestima. No obstante, muchos cumplidos pueden alimentar su ego, crear complejos de superioridad o generar envidia entre hermanos. La ausencia de elogios y el exceso en las críticas pueden afectar su estabilidad mental y emocional

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15 de abril de 2018, 4:00 AM
15 de abril de 2018, 4:00 AM

Cómo se sienten cada vez que reciben un elogio por un buen trabajo? Sin duda, genera una gran emoción y motivación. ¿Qué sensación les provoca cuando alguien se preocupa y los felicita por lo bueno que han hecho o dicho? ¿No es extraordinaria?

Después de evaluar lo bien que sientan los elogios, ¿se imaginan lo que pueden provocar en los hijos? Un niño que es elogiado de la forma adecuada se sentirá valorado y aceptado por sus padres y estará seguro de que puede conseguir todo lo que se proponga y que podrá afrontar los retos que le depare la vida.

La sicopedagoga Nadia Rocabado explica que los elogios son un aspecto importante en la formación y desarrollo de los hijos, ya que contribuyen a su desarrollo emocional. No obstante, cuando estos son exagerados, pueden influir negativamente en la autopercepción del niño frente a los demás, tanto como también la carencia de elogios puede afetar negativamente su estima. 

Los cumplidos, dice, ayudarán a los  padres a conectarse con sus hijos. A veces es fácil olvidar que los niños tienen las mismas necesidades profundas y emocionales que los adultos, e incluso más, porque ellos están desarrollando y formando su personalidad y el amor es el pilar básico.

En criterio de la sicóloga Liliana Zabala los elogios son una forma de incentivarlos y que se sientan amados. Un ‘te amo’ por las mañanas y un beso de buenas noches los hace seguros de sí mismos porque se sienten amados y protegidos, acota. Mientras que la ausencia o las críticas excesivas afectarán su bienestar mental y emocional.

Con la hiel y la miel
Nadia agrega que los elogios que más motivan a los niños son aquellos que alaban el trabajo duro, los que sirven para alcanzar metas o que alaban la perseverancia y la dedicación, aunque estos pueden abarcar cualquier ámbito.

“Hay que tener cuidado con los  cumplidos si se hacen de forma exagerada y si no tienen un fin específico porque entonces podrían funcionar de forma errónea pasando de la motivación al ego”, subraya la especialista.

Zabala considera que no se tiene que exagerar con los cumplidos, porque los chicos pueden volverse rebeldes, caprichosos y tercos, sobre todo con los padres que dan muchos adulos. “Hay que tener la hiel y la miel en cada mano y, sobre todo, hay que tomar en cuenta que se los debe elogiar en sus éxitos y en sus fracasos”, recomienda.

Para Nadia el equilibro radica en los momentos en que se debe elogiar al niño: cuando hace un buen trabajo o da un buen examen. Incluso cuando adquiere nuevas habilidades, hay que felicitarlo a pesar de no haber cumplido del todo con las expectativas o aunque haya cometido algunos errores. 

Además, continúa, se precisa sentido común para adularlos; es decir, dentro de parámetros reales, que no generen en los niños una percepción inflada de algo que no es o que no hace. 

La sicóloga Debbie Cronenbold  pregunta: ¿Qué pasa si le hacemos creer a un amigo que es el mejor deportista y, sin embargo, él se siente frustrado porque ve que su nivel no es el mejor? Con esto, responde, lo hacemos sentirse frustrado y pierde la confianza en sí mismo y en los papás.

Nadia indica que el peligro de hacer demasiados errores es que el niño crea que es bueno en todo y no quiera esforzarse más y cuando se de cuenta de lo contrario puede sufrir una gran desilusión y desconfianza hacia él mismo, de sus capacidades y quizá no quiera aceptar nuevos retos. 

Ni esclavos ni reyes

Debbie explica que la sicología destaca dos periodos marcados en la concepción de crianza de los hijos, la primera es aquella que se considera el niño subordinado a la voluntad de los padres, que creen que no ‘piensan o razonan’ para decidir. Los padres deciden y modelan su conducta.

La otra tendencia, argumenta, opuesta a la anterior, llamada en Europa el periodo del ‘Niño rey’, donde se le otorga todos los poderes al niño, convirtiendo a los padres en ‘esclavos’ de un chico voluntarioso y caprichoso, dejándose manipular para darle todos los gustos.

Remarca que es en este periodo donde surgen las tendencias de que es lo mejor para los hijos, que se ha convertido en una vorágine de consejos que los padres lo siguen dimensionando según sus conveniencias.

“Como tenemos unos pequeños reyes en la casa, consideramos que no hay ninguno más hermoso, inteligente, educado, mejor estudiante y gran deportista que el nuestro; y se lo hacemos saber a través de los elogios, de regalos y de otras indulgencias. Acá surge una frase cliché de muchos padres: ‘Es que quiero que mi hijo tenga lo que yo no tuve’. Luego los límites se desbordan y después se preguntan: ¿por qué es así?”, manifiesta.

Después de tener dos tendencias educativas polarizadas, ahora se opta por la crianza centrada en la inteligencia emocional o crianza positiva. Lo más importante, según Debbie, es cuidar su autoestima, su autoconfianza y la seguridad de que pueden contar con sus padres. Y los elogios tienen mucho que ver con fortalecer la autoestima, así también como inflar la autoestima y formar a un ególatra. 

Emotivos y sinceros

Para Nadia, los elogios deben ser emotivos, representativos y sinceros, si lo elogian por sus hermosos dibujos, colóquenlos en un lugar especial de la casa donde todos los vean y lúzcanlos con orgullo.

Las loas deben ser prudentes y racionales. No se puede hacer sentir al niño superior a otros chicos o a sus hermanos: Eres hermoso como todas las personas blancas. Nadie es más inteligente que tú. ¡Qué linda mi bebé (a la niña de 10 años). Estos elogios están fuera de lugar.

En definitiva, coinciden las expertas, los elogios con el justo equilibrio, no solo ayudan a la autoestima de los niños, sino que también refuerzan los aspectos y las acciones elogiadas a ser repetidas. Además, afirma Nadia, une a padres e hijos. 

La mejor forma de halagar

Debbie Cronenbold da las pautas para elogiar positivamente:

Cuando merece.  Si el niño logra algo con esfuerzo y empeño, merece un elogio. No hacerlo por todo, porque pierde validez el efecto positivo del cumplido.

Halago sincero. Si el niño hizo algo y su producción no fue lo esperado, se puede elogiar dando una sugerencia de mejora, pero no menospreciar su esfuerzo. Por ejemplo, si hizo su tarea, pero no está prolija, se puede aceptar, pero se le hace ver donde puede mejorar. 

Elogiar nombrando por qué. Expresar el sentimiento de orgullo que uno siente por el hijo por sus buenas notas, su buen comportamiento o su buena actitud.

Para modificar un hábito. Por ejemplo, si no ordena su mochila. Cada vez que lo haga, decirle: hoy has logrado tu meta, mañana será más fácil.
No ofrecer premios adicionales.

No elogiar con términos como: Eres muy inteligente, o eres muy hermoso, o eres el mejor. Hay que hagalar su esfuerzo, no su capacidad, sus acciones y las consecuencias de estas. Hay que alabar alguna característica de su personalidad, como por ejemplo, me gusta tu trabajo, o cómo ayudas a tus amigos, etc.

Demuestre interés por cómo lo hizo, en vez de halagar ‘eres el mejor’. Por ejemplo, si el niño ganó una carrera: te felicito por tu logro, ¿cómo lo hiciste?

Que el cumplido sirva para reflexionar sobre lo que hace y analizar los efectos de sus acciones y cómo mejorar los resultados. Los elogios sin reflexión ocasionan mucha frustración y desconfianza en los hijos.

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