El turismo contraataca
El salar y una isla llamaron la atención del mundo desde antes del estreno de el último Jedi.
Antes del estreno de Star Wars: El último jedi, ya se hablaba mucho de la película en Bolivia. Una de las escenas clave para la trama fue filmada, en junio de 2016, en nuestro inmenso desierto de sal, que ‘interpretó’ el papel de Crait, el planeta minero donde hay una base rebelde oculta.
Decenas de notas de prensa hablaron del Salar y de la película. Quizá el reportaje más difundido fue publicado por Forbes, que enfatiza la ubicación remota del salar desde el título: Escape al escenario de la batalla de El último jedi en Bolivia y hospedaje en un hotel hecho enteramente de sal.
El extenso reportaje se detiene en detalles como la comida, la decoración, las formas de llegar, los detalles burocráticos y las mejores épocas para visitar el Salar.
Este escenario fue aprovechado por cineastas como Werner Herzog y ha sido tema de varios documentales. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la desconocida isla Skellig Michael, ubicada en Irlanda.
Esta rocosa isla ha aumentado su popularidad desde el estreno de la película. Según calcula la Confederación Irlandesa de Turismo, los anuncios relacionados con la isla fueron valuados en 40 millones de euros, lo que coincide con un aumento de 200.000 visitas adicionales de turistas norteamericanos. Eso ha compensado la reducción de 200.000 visitas desde el Reino Unido, y se espera que este año las visitas se dupliquen.
En la isla queda un monasterio creado el año 588. Luke Skywalker usó una de las seis chozas de piedra para refugiarse. En el siglo XII, el cambio climático conocido como Pequeña Edad de Hiel hizo que los monjes abandonaran la isla.
Es innegable que algunos sitios han atraído turistas después de que esta saga los utilizara como locaciones. Es el caso de Tunisia, donde está la casa de Luke y el pueblo que inspiró al planeta Tatooine. La zona estuvo en 2015 tomada por ISIS.