Una mujer es la protagonista la hija del seductor chofer busca a su padre, a quien detesta

El Deber logo
23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

Si usted no lloró viendo la escena en la que el travieso Brillo sufre un accidente y el hedonista Vito se quiebra por dentro, quizá tuvo infancia; pero le faltó ver Mi Socio. Si la vio cuando era ya grande, seguro pensó largamente en el parlamento sobre los mineros y los desclasados que el guionista supo resolver tan brillantemente. Ahí se siente, flotando en medio de un vaho alcohólico de sinceridad, la fractura de un país que todavía no se reconoce.

Habrá reído con la liviandad con que Vito promete amor y es perseguido por la campiña valluna mientras se sube los pantalones libidinosos; habrá reflexionado sobre la responsabilidad paterna y el machismo al ver, tras la estela del Volvo que recorre un país con pésimas carreteras, el reguero de hijos ignorados y mujeres engañadas por un chofer carismático.

Mi Socio 2.0 trata más o menos los mismos temas y recorre rutas parecidas. “Uniendo cambas y collas”, como dice la canción de la película, compuesta por Alberto Villalpando.

Pero el director, Paolo Agazzi, se ha planteado reflexionar sobre otros tópicos más con esta nueva película, la primera en Bolivia que se va a convertir en una saga. Agazzi no pensaba volver sobre la misma historia, fiel a su principio de jamás ver nuevamente una de sus películas una vez que ya está en manos del gran público. Quería evitarse la molestia de volver al rodaje, a los correteos, a los retos financieros, a la logística que implica producir y buscar locaciones. Le bastaba con recordar, vía Facebook, la magia que recreó Mi Socio. Por eso posteó una foto de David Santalla desnudo, de la famosa escena cuando el chofer está bañándose y descubre que Brillo le ha escondido la ropa como forma de presionarlo para que Vito le devuelva el dinero que ahorró a punta de frotar zapatos.

Su muro se llenó de preguntas como “¿Para cuándo la continuación de Mi Socio?”, que el director evadía más o menos exitosamente. Pero no pudo con Luis ‘Chocho’ Miranda, un creativo publicitario que le envió un guion ‘sin compromiso’. “La acepté por amabilidad”, dice Agazzi. El autor del guion tuvo la suerte de que Agazzi considerara la historia como una continuación coherente con los 37 años que pasaron desde la primera película.

Conflicto. Gerardo Suárez y Romaneth Hidalgo, la protagonista de la saga.  Fotos: Mauricio Panozo Montero. Fotografía fija. Mi Socio 2.0

Fiesta, cámara, acción

Después de la tradicional ‘fiesta kick off ‘ o de puntapié inicial con que empieza toda película, Mi Socio 2.0 se empezó a filmar el lunes pasado, con los mismos protagonistas: David Santalla es Vito y Brillo es Gerardo Suárez. También está el camión, ese N88 de ocho velocidades que rueda por otro protagonista que son las carreteras bolivianas.

Paolo Agazzi dispuso que se empiece con escenas livianitas, para que el equipo se conozca y se acostumbre a trabajar juntos. Ha incluido colaboradores de hace tiempo, también gente joven, “porque una película no se hace todos los días y hay tantos estudiantes de Cine en las universidades públicas y privadas, que necesitan aplicar sus conocimientos”.

Agazzi tiene mucho que enseñar a los jóvenes que estarán en esta segunda parte. Desde sus años de estudio en su Italia natal hasta el contacto con Antonio Eguino, que le enseñó a amar el cine, y con Óscar Soria, que le enseñó a amar el país.

Primera, segunda...

La primera película cuenta la historia de un niño camba (Brillo/Gerardo Suárez) que quiere ir a La Paz a buscar a su hermano, que está en el cuartel, porque ha muerto su mamá. Conoce a un chofer colla (Vito/David Santalla) que necesita ayudante, pero considera que es muy chico para ese trabajo. El niño trepa al camión a escondidas y el viaje continúa. Las aventuras los van acercando pese a sus diferencias. Mi Socio 2.0 no continúa desde ese punto. Aparece una protagonista, que es Camila (o al menos se hace llamar así), encarnada por la periodista y presentadora Romaneth Hidalgo.

Es la hija de Vito, con quien tiene una mala relación. De alguna manera que Agazzi no puede revelar, entra en contacto con Brillo, que ahora es un pequeño empresario. Ha cumplido la promesa que se hizo a sí mismo a los 12 años, en la primera película: “Creo que voy a ser camionero, pero no sé cómo, voy a ser diferente a mi maestro”. Tiene una flota de tres camiones, es responsable y juicioso.

En Mi Socio 2.0 Vito está ya retirado y vive en Rurrenabaque, con una mujer gordita que, de alguna manera, lo hizo sentar cabeza. Como Brillo en su momento, Camila ha quedado sola porque murió su madre y como tiene una mala relación con su papá, está más interesada en olvidarlo que en restablecer el contacto. Pero pasa algo que solo sabrán los que vean la película: Vito acude a Brillo y a su hija para salir de un problema.

La relación –no surge nada romántico entre ellos- entre Camila y Brillo pasa de la antipatía a la amistad durante el viaje, que empieza en Santa Cruz, continúa por Chapare, Cochabamba, La Paz y finalmente Rurrenabaque. Camila es una colla de Cochabamba que vivió en Santa Cruz y desde ahí se muestra a un país que ha cambiado de fisonomía pero quizá no en el alma.

Brillo sigue igual de abandonado: acaba de morir su mujer, que estaba embarazada. El reencuentro de Brillo, Vito, la hija y el camión es, seguramente, un momento emotivo en la historia.

Director. Paolo Agazzi, en pleno trabajo.  Fotos: Mauricio Panozo Montero. Fotografía fija. Mi Socio 2.0

Moraleja sin moraleja

Todos los actores tienen algo que decir acerca de su relación con sus personajes. Santalla dice que si bien 37 años después el país ha cambiado, sospecha que el cambio puede ser físico pero no mental, que es lo que importa. Para Santalla, el regionalismo y la ignorancia se tocan: “No hay peor enemigo de la unidad, del amor, de la confraternidad, que la ignorancia: la ignorancia de arriba y la ignorancia de abajo. Los pueblos que no se conocen entre sí porque no se han hecho políticas de difusión de sus costumbres, siempre van a estar proclives a pelearse entre sí. Es la educación la que puede combatir ese flagelo. Pero hay corazones limpios. Esa es la esperanza”.

Gerardo Suárez recuerda con cariño que durante toda su vida, al enterarse la gente que él interpretó a Brillo, dejaba de ser un camba y se convertía en el Brillito. Además, pudo sentir, durante los tres meses de filmación, la diversidad de un equipo en el que había alemanes, italianos, argentinos, un chileno y gente de todas partes del país, como ocurría en el internado de Cochabamba donde estudió cuando lo seleccionaron para el papel.

Hidalgo tiene raíces cochabambinas y trabaja en el Plan 3.000, una ciudadela a la que llegaron migrantes. El filme la hizo llorar varias veces y ahora cumple un sueño que alguna vez la llevó a escaparse de su casa: actuar en serio. Se verá a finales de diciembre o a principios de 2020.

3. Principio. ”Maestro, lléveme a La Paz”. La escena se filmó en Portachuelo.
4. Drogas. Un narcotraficante, detenido. Por ahí va la trama.  Fotos: Mauricio Panozo Montero. Fotografía fija. Mi Socio 2.0
1. Locaciones. Buscando locaciones, a principios de esta semana.
4. Safipro. En El buri, de los años 90, Gerardo Suárez interpreta a Manuelito.
5. Hoy. Suárez se dedica a la construcción. Dice que Brillo lo guía en su trabajo.  Fotos: Mauricio Panozo Montero. Fotografía fija. Mi Socio 2.0
2. Arte. El interior del camión Mi Socio, en una versión artística.
3. Drama. Aún hay espectadores que se preguntan si Brillo murió
6. Afiche. Así se presentaba la película en 1982.
7. Logotipo. El original tiene ahora tercera dimensión y se añadió “2.0”.
9. Ambientes. Esta es una de las primeras escenas grabadas para la continuación de la historia.
10. Trabajo. Agazzi tiene la virtud de crear un ambiente ameno durante el rodaje, según algunos actores.
11. Comienzos. La historia abarca más de 1.000 kilómetros.
12 y 13. Rodaje. Habrá dos semanas de filmación en Santa Cruz.  Fotos: Mauricio Panozo Montero. Fotografía fija. Mi Socio 2.0