Marisa Azaret desde Miami. La sicóloga experta en temas de bienestar, que conduce el programa Vive la salud, por la cadena CNN, habló con EL DEBER sobre varios puntos. Desde la realidad de la violencia, los riesgos del bullying y la importancia de la autoestima

El Deber logo
26 de agosto de 2018, 10:00 AM
26 de agosto de 2018, 10:00 AM

Desde el abrazo introductorio, Marisa Azaret contagia naturalidad que da confianza.

Su currículo dice que ganó un Emmy, entre otros reconocimientos a su labor en pro de vidas saludables. Lo que no refleja su lista de logros es su inconmensurable cordialidad.

Como sicóloga, sabe despertar inquietud; como comunicadora, tiene el don de saciar dudas desde el programa que conduce, Vive la Salud, y que se emite semanalmente por CNN, como alternativa de bienestar integral en un mar de noticias difíciles. Y justo al inicio de la entrevista, desarrollada en las oficinas de la cadena internacional de TV, Miami, la pantalla vecina muestra violentos sucesos, detonando el intercambio de preguntas y respuestas.

¿Validamos patrones de violencia?

Estamos en una transición. Como sicóloga, a diario veo patologías y la violencia es parte de los problemas modernos. Los medios deben tener noticias las 24 horas del día y la violencia es una noticia que da más rating. Hay mucha gente buena afuera, mucho trabajo comunitario haciéndose, mucho trabajo de las familias con los hijos. Me niego a pensar que, como sociedad, estamos valorando la violencia.

La violencia siempre ha estado presente. Quizá ahora la llevamos más a la superficie, por los medios, pero no creo que la sociedad la valore como opción.

¿Fracasó la familia en su rol de formación de valores?

Soy muy optimista y tiendo a ver el vaso medio lleno. La familia no fracasó. Tiene que aprender mucho, ha pasado por transiciones y tiene que buscar esa forma de adecuarse a los cambios, a las demandas, a lo que está sucediendo en la sociedad moderna.

En la vida, igual que en la sociedad moderna, a veces damos dos pasitos para adelante y uno para atrás. Los valores están, la familia quiere triunfar, sencillamente no tiene las herramientas y no comprende, hasta cierto punto, cuáles son los cambios necesarios para seguir adelante, más aún en un mundo donde los cambios se ven drásticamente. Es un ajuste que todas las familias deben hacer para mirar un futuro y buscar el balance, tan necesario, en la vida.

Los entornos sociales forman parte del espacio de convivencia de los menores. ¿Alteran el relacionamiento?

Sí. Indudablemente la tecnología, que ha avanzado tantísimo, y sería ridículo ignorarla, es parte de nuestras vidas. La clave radica en entenderla, muchos padres no comprenden lo que está pasando y eso les genera impotencia y pérdida de control. Ante esta tecnología que inunda, es urgente ver cómo afecta mi vida de adulto, de padre, no tenerle miedo.

Hay una parte positiva en la tecnología cuando se usa con niños autistas para ayudarles a socializar, o para que pacientes con diabetes controlen su enfermedad. Son muchas posibilidades de usarla adecuadamente.

¿Hay que retornar a la cultura de la disciplina rigurosa?

Soy madre y abuela. Crie a dos varones espectaculares, no es porque sean mis hijos. Lo hice con firmeza, pero una firmeza democrática. Los padres deben tener la última palabra, pero siempre escuchando qué tienen que decir los hijos, siempre percibiendo sus necesidades; son personitas completamente diferentes a nosotros. En una disciplina firme, clara, del diálogo, donde el padre tiene la última palabra, pero escuchando. Los hijos tienen que sentirse libres. Si castigo a un hijo no le tiene que gustar el castigo y debe tener la libertad de expresarlo, pero apropiadamente. Antes de la disciplina física, de la nalgada, se pueden hacer muchísimas cosas, empezando por el ejemplo.

Para algunos pensadores, el relativismo desde la sociedad de consumo altera la percepción de prioridades y valores.

Siempre es momento de insistir en la formación de valores. Desde el propio hogar, siguiendo en el colegio y en las comunidades. Familias, comunidades y colegios debemos sentarnos y sacar tiempo para determinar valores. ¿Qué quiero enfatizar, qué quiero que mis hijos aprendan? ¿Cómo voy a ser el modelo de esos valores?

En un mundo tan activo, donde estamos entretenidos constantemente con millones de cosas, cuesta trabajo sentarnos con nosotros mismos y preguntarnos ¿Qué quiero para mí y mi familia? y buscar esos valores que nos garanticen un buen balance de vida.

¿Son responsables los medios de estas tendencias?

Los medios reflejan la sociedad, sus valores, tanto lo malo como lo lindo del ser humano. Tenemos que reflejar valores que unen a los ciudadanos, a las familias. La responsabilidad es grande. Yo me lo tomo muy serio cada vez que describo un problema. Trato de reflejar qué lección podemos aprender y cómo prevenir que no vuelva a suceder. Lo hemos visto en Estados Unidos con el control de las armas y con las masacres en los colegios. Somos responsables de educar e informar, de llevar lo bueno y lo malo. Reflejamos vicisitudes y estragos de nuestra sociedad.

¿Pueden las autoridades eludir su responsabilidad?

Definitivamente, el gobierno somos todos nosotros, y es nuestra responsabilidad. Es una relación de doble vía. El sentido paternalista de que ‘papá Estado’ debe darnos todo no es viable. Hay cierta responsabilidad que recae en las autoridades locales y nacionales, pero es una labor que nos compete a todos, es un trabajo que se realiza a través del voto, de las instituciones locales y nacionales. En Estados Unidos, tras la matanza ocurrida en un colegio, los muchachos de 16 y 17 años se organizaron para manifestar su rechazo a las armas. En la búsqueda de ese cambio comprometieron autoridades.

¿Se puede recuperar valores desde la escuela?

El papel de la escuela en la consolidación de una sociedad de valores es importante. Tristemente, muchos niños llegan al colegio sin el apoyo de la familia o su entorno cercano y solo cuentan con el apoyo de la maestra. En un mundo ideal debería existir matrimonio entre colegio y familia, con comunicación, discusión de ideas y generación de un futuro lindo para ese niño.

En la actualidad se habla mucho del bullying, y permíteme referir una historia que ocurrió en un pequeño colegio de El Salvador donde tenían un grave problema con el acoso infantil. Acordaron mantener reuniones con la policía, la seguridad del colegio, maestros, representantes de cursos y padres de familia para luchar contra el creciente bullying. Entre todos asumieron que el ‘castigo’ para los estudiantes acosadores consistía en pasar curso por curso para exponer los problemas y consecuencias del bullying. “¿Funciona?”, pregunté, y me dijeron: “Doctora, usted no se imagina cómo funciona”. Con este sistema, todos se vuelven parte de la solución. En ese proceso de enseñar, el niño aprende tantas lecciones que deja de acosar.

¿Cuál es el rol de los padres en la lucha contra el bullying?

Te sorprendería descubrir que muchos padres no saben qué es el bullying. Quizás porque han vivido en contextos donde el acoso era una forma de interacción consentida. Hay que empezar por educar a la población desde que son muy chiquitos. Hemos llegado a un punto donde no comprendemos las consecuencias. Y ojo, las redes sociales, el ciberbullying complica más la situación. Antes, los niños llegaban a sus casas y se sentían en terreno seguro. Ahora, el ciberacoso los persigue más allá, de forma imparable.

¿En serio se desconocen aún las consecuencias?

Las consecuencias tienen muchas aristas desde el punto de vista emocional, de la dinámica familiar, de la autoestima de ese niño, incluso provoca consecuencias físicas difíciles de identificar. Es un trabajo de todos, un trabajo de aprender y saber cómo las redes sociales están impactando. Y muchos padres no lo comprenden, tienen miedo a la tecnología que no logran dominar. La invitación es clara para los padres, aprendan, no se asusten, pregunten. Hablen con sus hijos, no permitan que esa comunicación se desvanezca.

¿Cómo motivar a los niños y despertar la creatividad?

Motivar a los niños es una de las tareas más lindas y difíciles. Se empieza desde el proceso mismo de gestación. Muchas investigaciones dicen que durante el crecimiento, es la misma sociedad la que recorta las ilusiones bajo la idea de ser realista. La familia, la escuela o el entorno golpean su autoestima. Ese niño que quería ser astronauta empieza de mudar su meta, a limitar. Sin una autoestima saludable, sin la llama de creer en uno mismo, no hay nada en la vida. El seno familiar es el núcleo central para enseñar al niño a creer en sí mismo, saber afrontar los fracasos. Una vida exitosa es una vida donde hubo muchos fracasos. Por eso se empieza en los padres.

¿Qué hacer ante este reto?

Criar a un niño es tarea difícil, sobre todo en los tiempos en que vivimos, pero nunca debemos perder la esperanza. El padre debe reflejar los comportamientos que quiere enseñar con firmeza, mostrando que tiene las cosas claras. Una consulta frecuente es cuándo debo entregar el teléfono a un niño. Ese teléfono conlleva responsabilidades que deben inculcarse también: tiene un horario determinado, un uso, etc. Con cada privilegio, acompaño una responsabilidad. A los padres nos da miedo poner límites. Los padres deben creer en ellos mismos, y si tienen dificultad, buscar ayuda. Es un acto de valentía pedir ayuda. El niño rebelde está acompañado de un padre permisivo, que tiene miedo de actuar o que no sabe cómo hacerlo. En la medida que el niño crece, buscará privilegios.

¿Cómo coordinan ante los hijos los padres divorciados?

Los padres divorciados se sienten culpables y el niño, que es inteligente, lo utiliza para manipular. Es factible que esta dinámica sea inconsciente. La gran tarea es que esos padres dejen de ser pareja y se conviertan en padres. Hay muchas emociones envueltas. Has tomado la decisión de divorciarte pero sigues siendo padre. Actuar como padres no es tan difícil y los resultados pueden ser maravillosos si se logra superar la ruptura emocional. La regla dispone que, como padres, la comunicación debe ser efectiva y debe coordinarse la forma de crianza, con los mismos mensajes. Los niños no necesitan un padre perfecto, necesitan unos padres que los quieran y que quieran aprender, escuchar, que quieran mirar al futuro de una manera positiva.

En Miami. Marisa Azaret con su entrevistadora de EL DEBER, María Ingrid Rivero