Llegó a sus 20 años a Santa Cruz para quedarse; conoce de cerca la evolución de los mercados y la vida de los gremiales

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24 de septiembre de 2020, 11:19 AM
24 de septiembre de 2020, 11:19 AM


Llegó a Santa Cruz hace 46 años y nunca más se fue. Conoce la vida de mercado a detalle. Su nombre es Delia Agudo (66) y es vendedora ambulante; se hizo cruceña en la calle, por lo que se considera una mujer ‘todoterreno’ y ha llevado su puesto a mercados como La Ramada, Siete Calles, la Feria Barrio Lindo y Los Pozos.

Dejó su natal Llallagua (Potosí) a los 11 años para irse a trabajar a La Paz, después pasó por Cochabamba hasta que a sus 20 años llegó a la ‘ciudad de los anillos’. Aquí conoció el amor y vio nacer a sus seis hijos, ya todos son mayores. Se enamoró de la tranquilidad de aquel ‘pueblo’ que hoy es una urbe y donde supo ganarse el cariño de cambas y collas en Los Pozos, aunque también la enemistad de algunos, como ella reconoce.

Y es que la vida de la señora Delia también se ha visto llena de tragos amargos. Llora cada vez que se acuerda, y en su conversación con EL DEBER no fue la excepción. ‘Sobrevivió’ a tres traslados en el mercado Los Pozos, lugar al que llega cada día antes de las 6:00 para sacar de un depósito su carrito de venta de ropa interior femenina. Le prometieron espacios en otros mercados y como no tuvieron en cuenta a todos los integrantes de su asociación esto no se concretó, por eso sigue en la calle.

Ella sabe lo que es vender comida, refrescos, ropa nueva y usada, verduras y productos de temporada (si era Día de la Madre, la venta se centraba en regalos; si era Día de la Amistad, los productos cambiaban a tarjetas; y para el día de los muertos, en flores).

Mujer seria. Sonríe poco. No cree en las promesas de los políticos y afirma que nadie llega a sacarlos del mercado porque son tiempos de campaña, ahí es cuando los candidatos la buscan, pero ya hay poca fe y no hay deseos o esperanzas en tener un puesto en un mercado. No confía.

Pese a su discreta formación educativa, logró abrirse camino en la dirigencia gremial. Llegó a presidir una asociación con más de 680 comerciantes ambulantes, pero que se vio mermada porque muchos se trasladaron a otras zonas en busca de paz y mejores días. Muchos le declararon la guerra y todavía lo recuerda, le ofrecieron dinero, pero no aceptó.

El golpe del Covid-19

La señora Delia no fue beneficiada con políticas municipales. No recibió capacitación respecto a protocolos sanitarios o ayuda. Tampoco estuvo incluida en las listas para pruebas rápidas o brigadas médicas. Durante la cuarentena murieron ocho de sus amigos comerciantes, pero ella todavía se mantiene en pie y mientras le den las fuerzas seguirá ambulando.