El autor paceño ganó esta semana el Premio Internacional de Relatos Cortos José Nogales, que se suma a la casi veintena de galardones literarios que ha recibido

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23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

Ashley, la historia de una chica que trabaja como prostituta en un conocido prostíbulo de La Paz hizo merecedor a Rodrigo Urquiola Flores del Premio Internacional de Relatos Cortos José Nogales, organizado por la Diputación de Huelva, España. El galardón es el primero que gana desde Europa un autor que ha recibido casi una veintena de premios literarios en Bolivia y el exterior, entre los que sobresalen el Premio Adela Zamudio 2013, por Mariposa nocturna; Premio Binacional ArBol –Argentina Bolivia–, 2014, por El pelícano; 2do Premio Internacional Antonio di Benedetto 2014, Argentina, por El amante; Premio Franz Tamayo 2017 por Árbol y Premio Latinoamericano Edmundo Valadés 2018, Mé- xico, por Senkata.

Eres el primer escritor boliviano en ganar el Premio de Relatos Cortos José Nogales. ¿Qué significa esto para ti?

Es bastante importante, porque es la primera vez que recibo un premio fuera de Latinoamérica, que lo recibo en Europa. También he sido el primer boliviano en ganar el Edmundo Valadés, el Carlos Montemayor y el primero en ganar una mención en el Julio Cortázar. En todos los casos fue un acontecimiento feliz, porque creo que la literatura boliviana tiene mucho que decir, tiene mucho que no se ha descubierto todavía en el mundo.

¿Cómo defines Ashley?

Es un cuento que se sitúa geográ- ficamente en la periferia paceña, de donde yo vengo, de Chasquipampa, que, si uno conoce La Paz, lo ubica como el norte de la zona Sur, que es la zona más adinerada de La Paz y su periferia es todos los barrios que la circundan. En estos barrios se desarrolla la historia de Ashley, que es una chica que trabaja como prostituta y es descubierta por su compañero de colegio en su trabajo. Es un cuento sobre la imposibilidad del amor, sobre la no corresponden cia e intentar escapar de un lugar y nunca poder hacerlo.

Este trabajo pertenece a un próximo libro de cuentos. ¿Qué características tendrá esta nueva obra?

Es el cuarto cuento de un libro que verá la luz este año. El primero, que se llama Chupacabras, apareció en El clásico literario, una antología de cuento futbolero. Yo soy bolivarista y ese cuento habla de Bolívar. Los otros cuentos ganaron premios importantes, como el Franz Tamayo, con Árbol y el Edmundo Valadés, con Senkata 

¿Qué importancia han tenido en tu carrera los premios literarios que has obtenido? Siempre he visto los premios como una manera de recibir un salario por el trabajo que uno hace. Siempre ha sido mi ambición vivir de la escritura. Desde 2013 vengo ganando por lo menos un premio económico por año. Para mí ha sido fantástico poder recibirlos, porque me han dado aliento.

Además, me han permitido estar en casa y dedicarme a la lectura y la literatura, no buscar un trabajo alimenticio que me encierre ocho horas o más en una oficina. Me han permitido dar de comer a mis tres hijos. Soy papá soltero. No creo que un premio te haga mejor escritor o peor escritor, ni que uno los busque por el honor de ganarlos. Yo los busco porque quiero vivir de esto. Y las circunstancias siempre me obligan a ir para adelante.

¿Consideras que debería existir un tiempo prudente para publicar entre novela y cuento?

En mi caso acostumbro a trabajar dos libros al mismo tiempo. Siempre escribo una novela y un libro de cuentos. Y quizás uno alimenta al otro, eso me ha pasado con mis dos primeros libros, que hay un diálogo interesante entre ambos. La novela es un trabajo que te exige mucho más, mucha más obsesión, trabajo y precisión. El cuento también te exige mucha precisión, pero es distinto. Es un espacio más cerrado. En ambos se puede experimentar de diversas maneras. En el momento en el que uno escribe alimenta uno y otro trabajo. Cuando acabo un libro, escribo una obra de teatro también, para descansar, para olvidarme de lo que escribí.