Los niños y jóvenes bolivianos son lectores cada vez más exigentes

Hoy se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, una fecha que amerita un análisis acerca de la situación de este segmento literario en Bolivia. Tres autores bolivianos especializados en el género nos dan su visión: Isabel Mesa Gisbert, licenciada en Ciencias de la Educación y escritora; Carlos Vera Vargas, sicólogo, docente y autor; y Mariana Ruiz Romero, licenciada en Filosofía y Letras y escritora.

“Es un segmento muy exigente y por eso ha tenido un desarrollo favorable en los últimos años. Ello se debe a la aparición de buenos escritores, que han ido evolucionando en calidad y variedad de temas”, opinó Vera.

Mesa coincide en que la situación ha mejorado, comparada con el periodo de finales del siglo XX y principios del XXI (hace 20 años). Remarca que en esa época pocos autores tenían la suerte de estar acompañados por una editorial y tenían que vender su obra de puerta en puerta. “Hoy en día, la mayoría cuenta con un respaldo editorial”, aseguró la autora.

En este tema, Ruiz opina que existe una variedad de autores para los jóvenes lectores y por esta razón están haciendo un esfuerzo para ofrecer literatura de calidad. “Aunque resulte difícil de creer, los libros para niños demandan más trabajo en su producción que otro tipo de libros. Los autores nos preparamos en diversas áreas para acaparar la atención y que nuestros libros sean bien recibidos”, indicó.

El impacto de la valoración

Los tres autores coinciden en que la valoración de los padres de familia y de los maestros en el aula ha sido crucial para que la literatura infantojuvenil haya experimentado un desarrollo notable y que, a su vez, haya sido acompañado de editoriales, con una producción importante de libros. Sin un registro exacto, Vera aseguró que la producción anual sobrepasa el centenar de nuevos títulos por año.

Para Mesa, el incremento de las ferias escolares y la mayor difusión de esta literatura en las ferias departamentales, especialmente en la zona troncal del país, es también preponderante y hace sobresalir figuras. “Los nombres de los autores de literatura para niños ya no son desconocidos, muchos son muy reconocidos”, subrayó.

Otro aspecto es llevar a las letras historias fáciles, que en sí mismas tengan aspectos relacionados con la realidad social y el entorno del lector. En ello basa Ruiz gran parte de lo que escribe, como la saga de Uma, que visita distintos lugares del país. “El personaje de mis libros va a lugares que pueden ser conocidos para el lector. Esto los acerca a la historia porque pueden corroborar lo que leen”, describió.

Vera destacó el papel de los medios de comunicación que, a través de sus suplementos infantiles, tocan temas de interés literario y sugieren títulos a sus lectores. Ese es el caso de Debercito, que edita esta casa periodística.

Aspectos que mejorar

La difusión es una tarea pendiente de las editoriales para que los autores no sean conocidos solo a escala local. Así como incluir a departamentos en los que la distribución es casi nula, como Pando, Beni, Tarija y Oruro, como una manera de combatir la piratería, apuntó Mesa.

Vera resaltó que “se debe comprender que este segmento literario no debe ser entendido como lectura educativa, porque no lo es”. Aunque llamó a los noveles escritores a formarse mejor en algunas ciencias relacionadas con la escritura.

Agregó que el lenguaje debe tener un manejo diferenciado, pero en ningún momento se debe subestimar a los lectores al infantilizar la escritura, utilizando diminutivos para dirigirse a este público, cada vez más exigente.

Mesa sugirió que se incentive a los lectores a conocer la escritura de otros lugares. Además de apoyar proyectos de fomento a la producción de la literatura infantil desde las esferas gubernamentales y no dejarle esa tarea solo a las editoriales.