Los amigos del comunicador recuerdan pasajes de su vida en Bolivia. Coinciden en que su estilo le dio otro matiz a los formatos radiales conocidos en los años 90

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25 de junio de 2019, 4:00 AM
25 de junio de 2019, 4:00 AM

A las 13:00 del domingo 23, en la ciudad de Ahsdod, Israel, falleció el escritor y radialista argentino Abraham Ender y la noticia viajó en apenas un par de horas a Santa Cruz y se regó entre sus amigos, los que expresaron su tristeza y asombro por su muerte. Ellos coincidieron en que se perdió una persona de gran creatividad y diferente, en el buen sentido de la palabra.

A mediados de los años 90, Ender introdujo un estilo nuevo a la radio cruceña y le puso mucho humor y originalidad. Eso afirmaron los que en esa época fueron testigos del nacimiento de Música de cañerías, por Classica FM, el programa que dedicó al blues y a extensos editoriales. Duró un poco más de ocho años.

Sin recordar una fecha, Carlos Roca, productor de radio, contó que conoció a Ender en Súper Color FM en 1993 y trabajaron juntos hasta 1996. Él venía con una experiencia distinta desde Argentina y empezó a ponerle contenidos a la programación de la radio FM y mucho blues, su especialidad.

Luis Fernando Prado, que escribió junto a Ender el libro Crónicas de un crimen de lesa humanidad, recordó que su amigo llegó a La Paz y allí pasó por radio Chuquisaca y compartió micrófonos con Mercedes Kunkar. Empero, su búsqueda continuó hasta que en Santa Cruz encontró el espacio para el blues, el jazz y sus ideas.

Junto a Roque Mendoza y otros amigos encontraron cómo darle forma a un boliche en la calle Murillo, que luego se llamó Clapton. “Nos reuníamos a escuchar música y a ensayar con un grupo que se llamaba Los italianos. Abraham era el encargado de la comunicación y logramos organizar festivales, traer bandas conocidas y darle rienda suelta a lo que nos gustaba”, indicó.

Para la locutora Carmen Fátima Saavedra, la llegada de Ender a las radios bolivianas estuvo llena de una gran dosis de carga social, que se traducía en sus programas y la empatía que desarrolló con los oyentes. “Ese formato, al que ponía los matices de un ‘loco bueno’, gustó mucho. Todo con la escuela de un radialista formado y con el lenguaje que se utilizaba en Argentina”, aseguró.

En 2001 publicó el libro Desde las cañerías, un libro con las editoriales de su programa de radio Música de cañerías, que iniciaba con el celebre “¿Sabe, ‘mai fren’?”.