Hace un año que perdió su trabajo en la Alcaldía cruceña y seis meses que le pidieron que se vaya de casa. Niega que esté viviendo en las calles, como se dice en una publicación, y reconoce que tiene problemas con el alcohol y la soledad

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16 de agosto de 2019, 9:00 AM
16 de agosto de 2019, 9:00 AM

Tiene dos ‘compañeras’ (así las llama) que nunca lo abandonan; lo visitan especialmente por las noches. “Una se llama soledad y la otra tristeza, me hablan burreras”, dice Andrés Lladó Pereyra, que a sus 72 años ha sido noticia viral.

No de las buenas. Por ayudarlo, algunos conocidos difundieron en las redes sociales detalles de su maltrecha situación económica y emocional, pero en el camino el mensaje se deformó. Y Lladó llamó ayer a conferencia de prensa para hacer algunas aclaraciones, en compañía de sus amigos de la Asociación de la Prensa.

Necesitaban explicar que Lladó no está viviendo en las calles y que, como personaje cruceño, merece que su imagen no se denigre y que no se lo muestre como víctima de la Alcaldía cruceña, para la que trabajó por dos décadas, y que lo despidió hace un año.

“No era el paso a seguir, quedó mal parado; si alguien quiere ayudarlo, que lo haga de forma silenciosa”, sugirió Francisco Araúz, presidente de la asociación y director de Radio Expresión, que ha dado a Andrés la oportunidad de ganarse unos pesos con el programa De todo como en botica. Debido a las publicaciones en Facebook, mucha gente lo llamó para darle ánimos; sin embargo, hubo el efecto inverso en el ámbito familiar.

En medio de la entrevista entró al celular de Andrés la llamada de uno de sus cinco hijos, bastante molesto, por los ‘dimes y diretes’.

“Es un flaco favor el que me han hecho. No pienso mal de la publicación, lo hicieron por ayudarme; sería muy infame que aprovechen mi maltrecha situación emocional. Mis hijos están tremendamente molestos por lo que se difundió, yo jamás quise decir que ellos son malos hijos, pero tengo derecho a sentirme solo porque la soledad es una intrusa que se entra sin permiso en el corazón”, confiesa.

Lladó también aclaró que respeta a Angélica Sosa, presidenta del Concejo Municipal, a quien se aludió. “Se entiende como que yo torpemente me quejé de ella y no fue así, en fin, aunque está en sus manos mi retorno”, dice sobre la recuperación de su trabajo en el Museo de Arte Contemporá- neo, con un ítem de la Dirección de Cultura. Precisamente estaba en negociaciones para regresar cuando se viralizó todo.

Reconoce su problema

La mala racha que atraviesa Lladó no es reciente, lleva más de un año, pero recién sale a la luz públicamente por las redes. Primero perdió el trabajo en la Alcaldía y luego lo sacaron de su casa por un problema que él no niega: el alcohol.

“Estoy como estoy por eso, he perdido la felicidad de compartir mi hogar. Hace años fui a Alcohólicos Anónimos (AA), muchos piensan que es vicio, esto es una enfermedad; claro que tiene cura, quizás me faltó voluntad. Hace una semana regresé a AA”. Cuando se le pregunta si realmente cree que recuperará su hogar al rehabilitarse lanza un suspiro que se hace eterno.

“Hay silencios que gritan, no lo sé. Solo quiero más cercanía con mis hijos, a la menor la veo cada dos días; no sé si la amo tanto como la extraño, o la extraño tanto como la amo, es una criatura, tiene 14 añitos”, dice. Sin trabajo y sin casa, no vive en la calle, como dicen algunas publicaciones, pero por el buen corazón del que se convirtió en amigo, Carlos ‘Pilincho’ Mansilla, que le dio un cuarto en su céntrica casa.

“Me sentó en su mesa, me cobijó bajo su techo; tiene dos hijos grandes que viven ahí, no se opusieron, además yo soy muy medido”, dice. Lo conoció en las malas, ni siquiera eran amigos.

“El amigo tiene que ser como la sangre, acude a la herida sin que se la llame”, reflexiona, y agradece a su anfitrión, al que no le gusta mucho la publicidad. Lladó asegura que el alcohol no tuvo que ver con la pérdida de su fuente laboral, a la que nunca se presentó en estado inconveniente. “Nosotros no le daríamos el micrófono a alguien que no esté con todos los sentidos”, lo defiende Araúz.

Los días de Andrés son largos, dice que se vuelve loco. Trabaja desde el mediodía hasta las 15:00 en la radio, cabecea, come ahí mismo por invitación de Araúz y luego ‘plancha’ las calles, “como perro sin dueño. Las 18:00 es la hora más fea, cuando la gente pasa ansiosa de ida a su casa, ¿y yo dónde voy? Quizás lo rescatable de la publicación es la oportunidad de lavar mi imagen, me dolió que digan: ‘Lo poco que quedó de ese personaje’. Me fui al suelo”.