El consumo de alcohol en la juventud es un tema de creciente preocupación, no solo por sus implicaciones sociales y de salud, sino también por sus efectos perniciosos en el cerebro en pleno desarrollo de los jóvenes

25 de abril de 2024, 9:28 AM
25 de abril de 2024, 9:28 AM

El consumo de alcohol en la juventud es un tema de creciente preocupación, no solo por sus implicaciones sociales y de salud, sino también por sus efectos perniciosos en el cerebro en pleno desarrollo de los jóvenes.

El cerebro adolescente es especialmente vulnerable a los efectos del alcohol. Áreas críticas como el córtex prefrontal, responsable del razonamiento y la toma de decisiones, y el hipocampo, esencial para la memoria, se ven afectadas negativamente por el consumo temprano de tragos.

Varios estudios han demostrado que el consumo en esta etapa puede interferir con la maduración de estas áreas, asegura Griselda Vargas, directora de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo.

“El consumo de alcohol durante esta etapa puede interferir con la maduración adecuada de estas áreas -córtex prefrontal e hipocampo-, lo que puede resultar en dificultades cognitivas y emocionales a largo plazo”, puntualiza.

La cantidad necesaria para afectar negativamente varía según diversos factores individuales. En términos generales, el consumo excesivo se define como una ingesta que resulta en un nivel de alcohol en sangre de 0.08% o más.

Sus efectos en el cerebro y en el comportamiento, son a corto y largo plazo, según la National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism (NIH) de Estados Unidos.

A corto plazo, puede dificultar el control de los impulsos y la toma de decisiones saludables, reducir la capacidad de percibir el peligro o producir vacíos en la memoria respecto a los eventos que ocurrieron mientras estaba intoxicado. 

A largo plazo, un historial de consumo de alcohol en la adolescencia podría aumentar la probabilidad de desarrollar trastornos de salud mental como la ansiedad y la depresión, no sólo durante la misma adolescencia sino en la vida.

“Cada vez son más las investigaciones que sugieren que el consumo de alcohol en la adolescencia puede tener efectos significativos en la función cerebral. Mientras más temprano se comience a beber alcohol, más probable es que se produzca un impacto medible en las funciones cognitivas, la memoria y el rendimiento escolar a lo largo del tiempo, tal vez incluso en la edad adulta”, según la NIH.

El consumo de licores tiene riesgos significativos

Hasta sus 17 años, Javier no había probado una gota de trago. Fue en su fiesta de graduación, que, por primera vez, consumió bebidas, junto a sus hermanos mayores. “No sabes cómo me sentí esas pocas horas de borrachera. Creo que hablé con todos los invitados, expresé a mis papás mis dudas respecto a su cariño e, incluso, bailé. Yo siempre fui muy tímido, por eso me sorprendió mi soltura”, recuerda el joven que, hoy, ya tiene 26 años.

Ese estado de placer que sintió con la bebida, lo llevó a consumir nuevamente en otra fiesta y, consecutivamente, en otras reuniones de amigos hasta que se le hizo costumbre llegar con exceso de copas a su casa. Javier dejó la universidad, sigue viviendo con sus papás y se dedica a uno que otro negocio y, aunque niega ser alcohólico, admite que el consumo de bebidas en exceso lo afectó física y emocionalmente.

El alcohol etílico puede hacer estragos en el cerebro adolescente, ya que el cuerpo humano tiene la capacidad de metabolizar fácilmente esta bebida. Su consumo crónico puede llevar a un deterioro cognitivo irreversible y a problemas de salud mental.

Vargas explica que la cantidad necesaria para causar daño varía según diversos factores individuales, pero que los expertos coinciden en que cualquier consumo en la juventud conlleva riesgos significativos, “desde problemas de memoria y dificultades de aprendizaje hasta trastornos de ansiedad y depresión. Sus efectos nocivos en el cerebro son alarmantes”.

Unifranz

El alcohol etílico puede hacer estragos en el cerebro adolescente

Químicamente, el alcohol etílico está compuesto por carbono, hidrógeno y oxígeno. Tiene incidencia en más de 200 enfermedades, traumatismos, incluido el alcoholismo e importantes enfermedades no transmisibles tales como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que, en todo el mundo, más de la cuarta parte (26,5%) de los jóvenes de 15 a 19 años son bebedores. Bolivia no se aparta de esta tendencia global y es uno de los países de la región donde el consumo de bebidas alcohólicas y los problemas relacionados con el mismo adquieren relevancia, por el alto nivel de producción de algunos licores y el elevado nivel de consumo. 

En octubre de 2014, una encuesta realizada por la Asociación de Alcohólicos Anónimos (AA), estableció que, en Bolivia, el 90% de los adolescentes de 14 años había consumido alcohol, el 48% se había embriagado alguna vez, y el 15% abusaba del alcohol o estaba en riesgo de alcoholismo. La familia y la sociedad influyen en la edad de comienzo y frecuencia.

Riesgos del consumo social

El consumo social de alcohol conlleva riesgos, ya que el exceso o la irresponsabilidad pueden llevar a la intoxicación aguda, con problemas de coordinación, juicio alterado y comportamientos arriesgados. Además, el consumo crónico aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como la enfermedad hepática y cardiovascular, así como trastornos mentales.

“Beber socialmente puede implicar un riesgo si se consume en exceso o de manera irresponsable. El consumo excesivo de alcohol en situaciones sociales puede llevar a la intoxicación aguda, que puede resultar en problemas de coordinación, juicio alterado y comportamiento arriesgado (…)”, puntualiza Vargas.

Otros efectos negativos en el organismo son las enfermedades cardiovasculares, pancreatitis, trastornos psiquiátricos como la depresión y la ansiedad, y diversos tipos de cáncer.  También puede afectar negativamente el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones.

Vargas sugiere que, para prevenir problemas relacionados con el alcohol, se debe promover un consumo responsable. La educación sobre los riesgos del alcohol y el fomento de habilidades para resistir la presión social son estrategias clave. Asimismo, es crucial ofrecer acceso a servicios de tratamiento y apoyo para quienes enfrentan problemas de alcoholismo.

Comprender los impactos del consumo de alcohol en el cerebro de los jóvenes y tomar medidas para mitigar estos riesgos es fundamental para garantizar un desarrollo saludable y un futuro prometedor para las generaciones venideras.

“La educación sobre los riesgos asociados con el consumo de alcohol, así como el fomento de habilidades para resistir la presión social relacionada con el consumo de alcohol, son estrategias importantes para prevenir problemas relacionados con el alcohol. Además, es crucial proporcionar acceso a servicios de tratamiento y apoyo para aquellos que enfrentan problemas con el alcohol”, concluye la médico.