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5 de mayo de 2024, 4:00 AM
5 de mayo de 2024, 4:00 AM

Tatiana Aguilar

La era digital ha aportado significativamente al logro de entornos educativos y culturales altamente interconectados que dejaron atrás fronteras pedagógicas infranqueables hasta hace un par de décadas, no sólo geográficamente sino también históricamente.

En el disruptivo mundo de la enseñanza aprendizaje, esta transformación se evidencia con la incorporación de mediaciones tecnológicas, que van desde la gamificación, la realidad virtual (RV), la realidad aumentada (RA), la inteligencia artificial, el aprendizaje automático (machine learning), hasta plataformas de colaboración en línea, entre otras, que conforman un paquete de herramientas pedagógicas cada vez más indispensables en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Sin embargo, la brecha digital, marcada por la falta de acceso a las nuevas tecnologías o el analfabetismo tecnológico, todavía es una realidad latente que afecta a millones de personas en todo el mundo, limitando su acceso a oportunidades educativas y restringiendo su capacidad para participar plenamente en la sociedad globalizada. 

En este contexto, qué pasaría si existiera una herramienta que no sólo ayude a cerrar brechas, sino que, principalmente, fomente un aprendizaje basado en competencias, verdaderamente global, intercultural y virtual.

Un proyecto pedagógico, sobre personas migrantes en entornos universitarios, permitió implementar un escenario de aprendizaje, como es el aula Collaborative Online International Learning (COIL), que combinó metodologías activas de la enseñanza y de investigación, además de conectar a estudiantes de pregrado de la Universidad Franz Tamayo (Bolivia) y la Universidad de Congreso (Argentina).

La experiencia del aula COIL, además de satisfactoria, fue puerta de ingreso a un mundo de conocimiento y colaboración sin límites geográficos entre estudiantes de ambos países, a partir del intercambio de experiencias y conocimientos y facilitó la co-creación de conexiones significativas más allá de las fronteras, a partir de espacios enriquecedores durante el proceso de aprendizaje con una perspectiva global, pero delimitada por objetivos comunes trazados previamente en el marco del proyecto investigativo.

Una de las características más impactantes del aula COIL fue su capacidad para involucrar a los participantes, entre docentes y estudiantes, con distintas culturas, situándolos en varios escenarios interculturales, para compartir conocimientos teóricos, prácticos y vivenciales, para luego plasmarlos en ejercicios conjuntos para la resolución de problemas.

¿Cómo el COIL contribuye a cerrar la brecha digital? De varias formas. Primero, porque ofrece un formato que posibilita el acceso a recursos educativos y oportunidades de aprendizaje que, de otro modo, podrían no estar disponibles para todos los participantes.

Este beneficio se vuelve más relevante en comunidades que se encuentran en áreas remotas, donde el acceso a una educación de calidad puede ser limitado y la interacción entre grupos estudiantiles y académicos, generalmente, es nula.

En segundo lugar, fomenta el desarrollo de habilidades humanas, tecnológicas y digitales en los estudiantes, preparándolos para tener éxito en el mercado laboral, cada vez más digitalizado y globalizado.

Y, tercero, porque amplía su alcance y enriquece su práctica pedagógica, con una sustancial mejora cualitativa en cualquier nivel formativo. Es decir, la metodología COIL permite integrar la tecnología de manera creativa y significativa en las aulas, generando experiencias de aprendizaje más dinámicas y participativas.

Su impacto, empero, va más allá de la reducción de la brecha digital.

Al reunir a personas de diferentes culturas y orígenes, como resultado del proyecto pedagógico con aplicación del aula COIL, éste ha creado espacios para el intercambio intercultural y el entendimiento mutuo tendiendo puentes que lograron superar fronteras físicas permitieron avanzar en el desarrollo del proyecto educativo e investigativo a fin de comprender, de mejor manera, las dinámicas sociales compartidas, en países hermanos, como son Argentina y Bolivia.

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