El ministro de Economía y Finanzas considera que las condiciones económicas están dadas para que Bolivia crezca más que en 2017. Adelanta que, en junio, alcaldías y gobernaciones tendrán más ingresos

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13 de mayo de 2018, 5:00 AM
13 de mayo de 2018, 5:00 AM
La sonrisa se dibuja otra vez en el rostro del ministro de Economía y Finanzas Públicas de Bolivia, Mario Guillén Suárez. Las cifras no mienten. El viernes, el presidente Evo Morales reveló que hasta mayo la economía creció un 4,5%. El repunte en el precio del petróleo ($us 70,7 el barril) genera más ingresos para el país y los impuestos crecieron hasta un 15% hasta abril.


La semana pasada, el ministro Guillén  llegó a Santa Cruz con exautoridades de Argentina y Uruguay que participaron en un seminario sobre las perspectivas de la economía boliviana y latinoamericana. Coinciden en que Bolivia se ha convertido en un referente al lograr una expansión sostenida en la última década. 


—Se ha visto bastante optimismo en el Gobierno cuando se habla del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). ¿Cuál es su palabra al respecto? 

No nos olvidemos que al primer semestre de 2017 se ha crecido un 3,6% para haber terminado con 4,2%, tuvimos que crecer al 4,9%. Y este año tenemos variables importantes, la primera es que el volumen del gas natural volvió a sus niveles normales. El año pasado tuvimos niveles muy por debajo de lo normal. A Brasil le vendemos entre 22 y 23 millones de metros cúbicos de gas (MMm3/d) y el año pasado, entre febrero y junio, fueron entre 13 y 14 MMm3/d, entonces este año la venta se ha normalizado, por lo que tenemos un crecimiento positivo en hidrocarburos. Otro tema importante es la inversión pública, tenemos una mejor ejecución este año en los primeros meses, lo que nos permite mejores indicadores desde el punto de vista de inversión. El tercer tema es la recaudación de impuestos, que ha subido un 15% comparando el mismo periodo; es decir, abril de 2017 a abril de 2018 y de este 15% gran parte del crecimiento proviene del IVA, lo que nos muestra que la economía se mueve de manera importante y está generando impuestos en el mercado interno. Si a ello sumamos que las empresas mineras aumentaron los pagos de manera importante, igual que las firmas comerciales, el círculo está completo.


—Por los indicadores que usted menciona, entonces ¿ya no hay una desaceleración económica?      
            

En realidad, nosotros nunca hablamos de desaceleración y eso hay que dejarlo bien clarito porque hay momentos políticos y la economía no está aislada de ellos. Entonces, hubo un grupo de ‘opinadores’, como los llamamos nosotros, que responden a un sector de la oposición que nos quiere meter en la cabeza que estamos en desaceleración o crisis. ¿Por qué? Porque la economía se mueve a base de percepciones; si mañana te dicen ‘está viniendo la crisis o se desacelera’, la primera reacción que tomas es no gastar o empiezas a tomar previsiones. Entonces, intentaron meternos en la cabeza que había desaceleración, no crisis, porque sabíamos que no había crisis, la gente no lo sentía, pero ellos insistían con la desaceleración. Y nosotros demostramos que la demanda interna seguía creciendo, lo que sí pasó fue un problema externo de baja venta de gas a Brasil que no nos permitía crecer más que el año anterior. El fin de año nos dio la razón porque logramos crecer un 4,2%. Por eso, es importante ver cómo viene el ejercicio de la oposición, que trata de influir en la sicología de la gente.  


—Sube el precio internacional del petróleo, ¿cómo incidirá esto en el Presupuesto General del Estado? Si hay más ingresos, ¿cuáles serán los sectores donde se sentirá el mayor impacto?

No nos olvidemos que donde sentimos la subida del precio del petróleo es en el cobro del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, que se distribuye entre universidades, gobernaciones y municipios. Entonces, los municipios van a tener más ingresos para invertir. Sin embargo, hay que aclarar que el precio del gas de Argentina tiene seis meses de retraso y el de Brasil tiene tres meses, por eso es que los mejores ingresos se empezarán a sentir en junio. No sé si llamarlo mejores precios, pero son más altos que los programados en el PGE. 


—Al subir el precio del petróleo, da la sensación de que el país vuelve a frotarse las manos pensando en que habrá más recursos, pero ¿qué se hace para incentivar otras áreas de la economía, especialmente las no tradicionales? ¿No existe el peligro de que seamos únicamente dependientes de los recursos naturales no renovables?

En la composición del PIB, lo que es extractivismo, compuesto por hidrocarburos y minería, representa el 12,2% del total; el sector agropecuario casi un 14%; manufacturas, un 18%; construcción, el 4,6%; comercio, un 8,8% y la banca, un 4,3%. Entonces, esta torta nos muestra diversificación, no dependemos de dos sectores.  


—Entonces, ¿usted afirma que se diversificó la producción?

Claro, lo que pasa es que antes como no teníamos un sector agropecuario ni industria manufacturera desarrollada, el peso de los hidrocarburos y la minería era muy alto, no teníamos esta diversificación que ahora nos permite crecer aun con shocks externos. Esta es una comprobación empírica de que no dependemos solo del gas,  porque si así fuera caería como sucede en Venezuela o Ecuador, que se ven afectados.   


—¿Por qué no hay más inversión en Bolivia? ¿Qué se está haciendo para atraer nuevos capitales foráneos que generen trabajo?

Las últimas noticias muestran que tenemos nuevos contratos en el sector de hidrocarburos, nuevas exploraciones hidrocarburíferas e inversiones en el tema del litio; recién firmamos un acuerdo con alemanes para fabricar baterías en Bolivia. Eso es inversión extranjera. 


—El año pasado el PIB creció menos, ¿qué significó ello en el comportamiento de los gastos corrientes del Gobierno nacional?

La eficiencia debe ser una búsqueda constante, pero desde el punto de vista del gasto nosotros no vamos a dejar de invertir porque vemos una gran cantidad de falencias en el país. Entonces, a veces la gente dice ‘ustedes tienen déficits muy grandes’, pero es como si yo te preguntara: ¿quieres vivir pagando alquiler toda tu vida y ahorrando Bs 100 cada mes para que de aquí a 50 años pagues tu casa o prefieres comprar ahora tu casa a crédito? Entonces, en la contabilidad nacional, es la compra de esa casa y es déficit. Nosotros vamos a seguir invirtiendo en caminos, escuelas y hospitales. No quisiéramos tener déficit, sería el mundo ideal, pero es complicado cuando el déficit se invierte en infraestructura que más adelante te va a generar retorno. Este es un punto importante más allá de que sea o no déficit, porque a veces los economistas nos critican indicando que el déficit es alto sin ver la composición del mismo. Por eso, en muchas universidades critican los déficits primarios, secundarios. 


—Sin embargo, la deuda externa está creciendo…

La deuda no es mala, todos los países se prestan porque la alternativa es esperar 50 años para construir un hospital. Entonces, te prestas ahora para que el hospital salve vidas, brinde servicios a la gente. Antes, el Estado se prestaba  para pagar salarios, gasto corriente. Es como prestarte para ir a Miami, ¿qué beneficio obtienes aparte de la diversión? Es diferente que prestarse para construir casas. Esa es la diferencia cuando te prestas para inversión o gasto corriente. 


—Cerraron empresas que eran deficitarias, ¿van a seguir?

La idea de generar empresas públicas es ir cubriendo déficits en el sector público que antes se cubrían con privados que te generaban una ineficiencia en el gasto. El tema de Papelbol; por ejemplo, se crea porque el Estado gasta una cantidad impresionante de papel que se desechaba; ahí empieza Papelbol, lo recicla y produce sus hojas amarillas, pero se genera una mayor eficiencia, se ahorran árboles y una política de reciclaje.


—¿Qué opina de que se hubiera bajado la calificación de Bolivia en el Índice de Libertad Económica? Ellos dicen que el crecimiento del país es a corto plazo...

Desconozco los fundamentos, pero para ellos (Fundación Heritage) el corto plazo son un año, cinco años y venimos creciendo hace 12 años, somos el país de América Latina con el crecimiento sostenido que no habla de corto plazo, sino que va más allá. Ahora, el gran tema es que nuestros lineamientos son un Estado que participa de la economía, nosotros no concebimos un Estado neoliberal que sale de la economía, achica el Estado y lo único que hace es regular, por eso era que el Estado era un órgano rector con superintendencias. El Estado solo miraba, ahora soy parte porque estoy en banca y telecomunicaciones. Entonces, soy un Estado empresario que participa en la economía, pero también regula, por eso le decimos a  la banca ‘allá presten plata’ y a los agropecuarios que primero garanticen el mercado interno antes de exportar. Eso es seguro lo que no les gusta a los señores de Heritage. Ellos quieren que todo sea libre de regulaciones, pero veamos lo que sucede en el mundo. Cuando se ha desregulado se desencadenaron las crisis financieras porque los banqueros hicieron lo que les dio la gana. Hoy vemos a Argentina atravesando un momento muy complicado porque se aplicó este libre comercio, libre empresa que pidieron. Ahora hasta los más liberales, que son los gringos, se han convertido en los más proteccionistas aplicando aranceles.  


—Sin embargo, los expertos ven un riesgo en la intervención del Estado en el sistema financiero.

Nosotros ingresamos a competir en el sistema financiero con el Banco Unión, que ofreció mejores tasas de interés y generó competencia. Ahora, en créditos de vivienda, ¿qué es lo que pasa en realidad? Si uno se compra una casa en 100, el banco te presta 80 porque ellos ven que hay un riesgo de que si mañana no pagas tienes que vender la casa y cuando vendes en subasta no te dan el mismo precio, siempre hay una merma en el valor. Entonces, el banco decía que ese 20 o 25% era el margen de seguridad por si no se podía vender la casa y que ellos no pierdan. Ahí nosotros formamos el Fondo de Garantía para que el banco no quede sin cobertura.


—Usted había planteado un incremento salarial inferior al que se aprobó. ¿Cuál es su mirada del aumento que se ha consolidado? 

El tema del incremento salarial tiene dos elementos, uno el Salario Mínimo Nacional (SMN), pero no es solo el mínimo que le pagas a un trabajador, sino que tiene colaterales que van sumando al salario e incrementan el costo laboral, son el subsidio, el bono de antigüedad, todos indexados al salario mínimo. Entonces, lo que vimos es que cuando entramos (en función de Gobierno) era como Bs 400, ahora son Bs 2.000. Logramos una subida sustancial. Entonces, vimos que era momento de nivelar la subida del salario, por ello nuestra primera oferta era no incrementar el SMN. Cuando empezamos a negociar con la Central Obrera Boliviana vimos que un aspecto en el que tenían razón era que no podíamos hacer que el salario mínimo pierda su poder adquisitivo, entonces se establece un 3% al SMN. 


—¿Y el salario básico?

Establecimos que la inflación fue del 2,71% y, sobre ello, era lógico darles un 0,8 para llegar al 3,5%. Ellos dijeron que debíamos reponer el salario con la inflación, pero también equiparar con el crecimiento económico: un 4,2%, entonces proponían un incremento salarial del 7%; tenían una cierta lógica, pero no todas las industrias crecen al 4,2% y entonces negociamos quedar en la media. No todas las empresas crecieron y por eso quedamos en 5,5%.  


—Sin embargo, no es equitativo obligar a los privados a dar el incremento y condicionarlo cuando se trata del Estado. ¿Cuál es la explicación a la que responde esta inquietud?

Claro, lo que pasa es que no es lo mismo una empresa pública que una privada. Incluso desde el punto de vista de la competencia misma de la empresa pública hay diferencias. Por ejemplo, si mañana una empresa telefónica quiere comprar una antena con tecnología nueva tiene flexibilidad para comprar rápido y en dos a tres meses la puede tener, pero en el sector público es dinero público y hay muchas condiciones que se deben cumplir. Si se trata de acceder a un préstamo, la privada puede acceder a la banca, pero la pública no. Entonces, hay diferencias muy marcadas y por eso se les da la ventaja de que analicen si pueden o no incrementar los salarios en la medida que puedan. Además, una empresa pública es más transparente en condiciones laborales, más que la privada, no se las puede meter a la misma bolsa. 


—¿El incremento lo van a poder soportar los privados, especialmente pequeños y medianos?

Lo que nosotros hicimos fue un análisis del área económica y creemos que, en el caso de los microempresarios, vimos que el alza salarial es absolutamente absorbible por ellos. No nos olvidemos que en la medida que nosotros generamos mayores ingresos en la población, tiene capacidad de gasto y eso beneficia a las microempresas, entonces ellos se benefician de los incrementos salariales. Esto es un círculo virtuoso porque se genera mayor actividad económica, más adquisición de bienes y mayores excedentes económicos que permiten pagar a los trabajadores.


—¿Hay posibilidades de crear un fondo crediticio para pymes?

En realidad, con la Ley de Servicios Financieros fuimos generándoles condiciones a las pymes y crear fondos especiales no es el camino, porque todos los sectores van a querer fondos. Quien está mandado a suplir esta labor es la banca, por eso obligamos a la banca a que el 60% de su cartera se dedique al crédito productivo o de vivienda social, e hicimos que las tasas estén reguladas. Eso hizo que crezca el crédito productivo y alcance unos $us 9.000 millones; de ese monto, cerca del 40% son créditos para la microempresa, entonces la banca ya canalizó recursos a esos sectores. Lo importante es que las empresas tienen acceso al crédito. 


—¿Y qué pasa con los hogares de acogida que se ven imposibilitados de asumir el alza salarial?

No puedo hablar en específico de ellos, pero creo que quien trabaje en un hogar de niños también tiene el derecho de percibir un salario justo. Eso es lo que buscamos con el incremento.  


—Usted adelantó que hay condiciones para pensar en un doble aguinaldo en esta gestión…

Para el tema del doble aguinaldo se toma un periodo que viene de junio del año anterior y hasta el momento ya pasaron 10 meses, y  tenemos un segundo semestre bastante bueno.  


—¿El ministerio a su cargo ve que hay más empresas que podrían quedar en manos de los trabajadores, porque están al borde de la quiebra?

Es muy importante ese tema. Cuando dicen ‘les van a dar las empresas a los trabajadores’, la gente lo primero que se imagina es que mañana vendrá el trabajador y dirá ‘no me pagaron y me adueño’, pero no es así. Sucede de dos maneras: una, cuando la empresa ingresó a un periodo de insolvencia, y entre que empieza y termina el proceso de liquidación, si pasan diez años es poco. Nosotros en el Estado tenemos empresas y bancos que seguimos liquidando desde hace más de 15 o 20 años. Entonces, en las empresas industriales si esperas 10 a 15 años con una máquina parada esta quedará oxidada, obsoleta, y el que pierde es el trabajador, al que no le pagan su salario, sus beneficios sociales, entonces esas acreencias se pierden. La idea de esto es que cuando empiece el proceso de quiebra los trabajadores se pongan de acuerdo, visiten al juez y le digan ‘señor, queremos que nos dé los activos de la empresa a cuenta de nuestros beneficios sociales, nosotros haremos funcionar la planta de tal manera que se paguen deudas’. Entonces, solo es una transferencia contra los beneficios del trabajador. El segundo tema es cuando el empresario se escapa, abandona la empresa, tampoco el trabajador puede agarrarse la empresa, hay un juez laboral que determina ello en función de la acreencia.


—¿Se tomó en cuenta a los empresarios para el debate previo de esta ley?

Sí, los empresarios han participado, ellos conocían la ley e hicieron muchas sugerencias y modificaciones que la Asamblea Legislativa ha tomado en cuenta y las incorporó en la norma. Puede ser que ellos digan que no están claras algunas cosas porque una ley no puede tomar en cuenta todos los detalles, pero para eso está el reglamento.
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