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16 de septiembre de 2018, 4:00 AM
16 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Se considera más financista que economista y más bancario que banquero. Marcelo Trigo Villegas es el primer boliviano que gerenta desde 2015 el Banco de Crédito (BCP) y acaba de asumir en abril pasado la presidencia de la Asociación de Bancos de Bolivia. En una mesa del restaurante La Terraza del hotel Los Tajibos es protagonista de Un Desayuno con…EL DEBER. Un jugo de naranja y un plato de frutas variadas acompañan su diálogo de poco más de media hora con este diario.

Tiene 45 años de edad. De ellos, lleva 23 años en la banca y 16 en el BCP, del grupo Credicorp de Perú, que celebrará en 2019 sus 25 años en Bolivia. Nació en Tarija y se crio en La Paz. Su padre es Marcelo Trigo, de familia tarijeña, y su madre es Martha Villegas, de familia paceña. Tiene una sola hermana, mayor que él, que se profesionalizó en matemáticas y que acaba de recibir un premio de parte del secretario general de la OEA, por su trabajo en ese organismo, en Washington, EEUU.

Marcelo Trigo estudió en el colegio Calvert de La Paz. Su licenciatura en economía la obtuvo en la universidad de Notre Dame, en Indiana, EEUU. Luego hizo dos años de finanzas con una maestría en la universidad de McGill, de Canadá.

Siempre me gustaron mucho los números, pero también me gustan los temas políticos como observador y no necesariamente para participar”, afirma.

Su primer empleo fue como analista financiero en el BHN, que fue comprado después por el Citibank. En el primero trabajó dos años y, en el segundo, tres. Renunció en el 2000 para cursar su maestría en Canadá, donde vivió ese tiempo con su esposa, la administradora Begoña López, y su hija Manuela, que ahora tiene 18 años.

Tras cursar su maestría, ingresó en 2002 al Banco de Crédito (BCP) a trabajar en la gerencia de banca corporativa en La Paz. Tres años después fue gerente de esa entidad bancaria en Sucre y Potosí, con sede en la capital del Estado, donde esos años se realizó la Constituyente. “En Potosí pagábamos a los funcionarios públicos y había varias agencias que tenía que recorrer. Me gustó la experiencia, hice amigos y en 2007 volví a La Paz por seis meses a la banca de riesgo. Enseguida me pidieron que fuera a Lima, donde trabajé por casi dos años en temas de riesgo. En 2010 volví a la gerencia de división, que ve todos los riesgos para el grupo en Bolivia y desde 2015 soy el gerente general del Banco de Crédito”.

Apuesta por el talento propio

Marcelo Trigo es un CEO que se levanta a las 6 de la mañana y que a las 7 ya está en su oficina. Desde esa hora y hasta las 9:00 se organiza y se informa con los medios como EL DEBER. Su labor diaria termina entre las 19:00 y las 19:30. Trata de descansar ocho horas, por lo que se acuesta a las 22:00. Los fines de semana juega fútbol como mediocampista y practica tenis.

Sobre su estilo gerencial, resalta tres características. “Trato de tener una comunicación directa y franca. Es importante que las cosas se digan para bien o para mal. En segundo lugar, para la toma de decisiones me gusta escuchar diferentes opiniones. Veo diversas alternativas con mi equipo, pero una vez que se toman decisiones me gusta empoderar a las personas que deben llevar adelante el proyecto y ser tolerante con el error, tomándolo como aprendizaje. En tercer lugar, me gusta sembrar y cuidar el talento. Todos nuestros puestos de liderazgo, jefaturas y gerencias están ocupados por gente surgida dentro de la organización. No somos de los que contratamos de afuera, sino que promovemos a nuestros funcionarios y nos sentimos orgullosos del equipo que tenemos”.

En todas las empresas del grupo Credicorp en Bolivia, que tiene también una firma de seguros, una agencia de bolsa, y credifondo, trabajan alrededor de 1.800 empleados. El banco cuenta con la mayor parte, unos 1.350 funcionarios. Además de ser el CEO del BCP, Trigo es vicepresidente del holding que controla todo el grupo. Bajo su mando tiene directamente a 12 gerentes y él se reporta al directorio una vez al mes.

Se mantienen las utilidades

Sobre el momento actual de la banca, considera que este año terminará de cumplir la exigencia de la Ley de Servicios Financieros, que establece que el 60 por ciento de la cartera tiene que estar en el sector productivo o en la vivienda social. “Se va a cumplir ese hito, que ha sido un desafío importante. El 2019 es el año para evaluar los efectos, para bien o para mal. La banca mantiene sus utilidades, pero si se ve el retorno en relación al patrimonio, ha ido descendiendo. Con un tamaño más grande, la banca está haciendo casi las mismas utilidades que años anteriores”.

Pese a la desaceleración económica, dice ser optimista, ya que Bolivia crecerá en 2018 a más de un 4 por ciento, que es mayor a los vecinos. “En la banca se ve una ligera subida en la mora, pero si comparamos ese indicador con otros sistemas financieros, es muy saludable. En cuanto a la transición política, estamos en una madurez como para separar el tema económico del político. La estabilidad del sistema financiero es un patrimonio, no de los banqueros, sino de todos, sin importar el color del partido. Viene un año movido e interesante, pero no debería haber afectación”.

Sobre el nivel de bancarización de Bolivia, que se calcula por el nivel de créditos respecto al PIB, dice que el país es uno de los más bancarizados, con un 50 por ciento. Chile es el más alto, con un 70 por ciento, pero naciones como Perú llegan a un 40 por ciento.

En su condición ahora de presidente de Asoban, remarca que su rol es velar por la salud del sistema financiero, que se debe a los ahorristas.

Quiere llegar a los 130 años

En Perú el BCP ya tiene 130 años y en Bolivia celebrará pronto 25 años. “Queremos llegar aquí al menos a 130. Estamos con una visión de cercanía con la gente, para que se sienta cómoda con nosotros. Trabajamos en distintos campos, desde el crediticio hasta cómo atender. Tenemos el primer café banco del país y hemos hecho que nuestras agencias sean amigables a las mascotas. Queremos ser lo menos parecido a un banco”.

En esa perspectiva, anota que el BCP trabaja mucho en temas digitales, que no son un fin, sino un medio para acercarse a las personas.

Aunque disfruta mucho de la banca, dice que tiene el bichito de emprender. “Creo mucho en el país. Hay un enorme potencial por el crecimiento de la clase media emergente, ávida de conocimientos y nuevas necesidades. La inversión bien hecha, por ejemplo, en bienes raíces, a la larga no va mal”.

Además de Manuela (18), sus otros dos hijos son Nicolás, de 15, y Emilia, de 7 años. Disfruta de estar con su familia y salir con sus amigos. Le gusta el churrasco, con una buena carne y alguna cerveza. Trata de vacacionar una vez al año y de la lectura aprecia las biografías.

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