El ingeniero industrial de 39 años conversó con el EL DEBER, en el restaurante La Terraza del hotel Los Tajibos, sobre los negocios de su empresa y su vida personal

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26 de agosto de 2018, 4:00 AM
26 de agosto de 2018, 4:00 AM

Es un experto en seguros y un emprendedor innato. “Desde pequeño hacía negocios comprando y vendiendo. Se puede emprender a cualquier edad, solo hay que animarse. Uno no pasa de una caída al piso. Yo he tenido caídas, con empresas que van bien y que van mal”, afirma Andrés Kieffer Fleig, vicepresidente de negocios de la compañía Kieffer&Asociados Corredores de Seguros, fundada por su padre Gonzalo Kieffer, que la compró a Vidal Vidal, de Perú, hace 32 años, cuando él era gerente.

Un café, un vaso con jugo, un recipiente de frutas y un omelet acompañan a este ingeniero industrial, de 39 años de edad, en la mesa de Un Desayuno con…EL DEBER, en el restaurante La Terraza del hotel Los Tajibos.

Se levanta cada día a las 6 de la mañana para entrenar triatlón durante una hora, una de sus pasiones deportivas que comparte desde hace cuatro años con su esposa, la también empresaria Claudia Landívar. Su última competencia de Iroman fue en Sudáfrica en abril y ahora está en un receso para evitar el desgaste que implica practicar seis horas diarias antes de una prueba de 14 horas.

Nació en Santa Cruz, donde vivió sus primeros nueve años. Los siguientes nueve años estuvo en La Paz y otros nueve los pasó en México, donde estudió su carrera en el TEC de Monterrey y donde trabajó en seguros. Sus años de colegio los hizo primero aquí en el Alemán y después en el Saint Andrews, de la sede de Gobierno. La maestría que cursó fue en administración y marketing. “Mis fuertes eran las materias de números y sufría en las de ciencias sociales. Comencé con ingeniería mecánica, pero me cambié a la industrial por el enfoque en administración. México es un país que me gustó desde pequeño”, dice Andrés, que es hijo de Gonzalo Kieffer y de Lilian Fleig, además del hermano mayor de Diego, de 35 años (ingeniero mecánico que radica en Inglaterra) y de Gonzalo, de 31 años. Los socios de la compañía son los padres y los tres hermanos. Sus hijos son tres: Sofía (17), Gustavo (16) y Nicolás (10).

Antes de entrenar triatlón al comienzo de la mañana se come una manzana y al volver toma un desayuno más consistente. A las 8:30 entra a su oficina, hasta las 12:30, cuando hace un alto para almorzar con su familia, hacer una siesta de unos 10 minutos, volver a trabajar a las 14:00 y terminar alrededor de las 18:30.

De mensajero a vicepresidente

Su primer empleo fue hace años como mensajero en la compañía de su padre. “Me hacían entregar las tarjetas de Navidad. Yo las entregaba en tres días y los mensajeros se enojaban porque ellos lo hacían en una semana. Cuando estudiaba en México entré en mi segundo año de carrera a hacer pasantía en la compañía de seguros más grande del mundo. Llegué a ser ejecutivo de cuentas y subgerente. Hubo cambios y había empezado como corredor independiente cuando mi padre, Gonzalo, me pidió venir a Kieffer& Asociados. Entré a la gerencia comercial y no arriba de un gerente, sino en un área nueva de desarrollo. No era la intención de que llegue el hijito de papá a ponerse arriba en la empresa, sino empezar a desarrollar nuevos negocios y me fue bien en crecimiento. Tuvimos la salida del sector petrolero, que era fuerte, pero trabajamos más en lo local para compensar la pérdida con ingresos”.

La compañía tenía 90 empleados y ahora cuenta con 160, en Santa Cruz, La Paz, Cochabamba y Tarija. En las otras ciudades no hay porque para mantener una oficina de servicios completos se necesita tener un porcentaje mínimo de prima. También se analiza ingresar al mercado de Paraguay.

El directorio de Kieffer&Asociados Corredores de Seguros está presidido por Gonzalo Kieffer, mientras que hay un vicepresidente de soporte de negocios, que es Belizario Costa, y el vicepresidente de negocios, que es Andrés Kieffer. También se cuenta con gerencias nacionales que dividen áreas como pymes, seguros generales y de personas, áreas de soportes, cauciones y nuevos negocios. Los gerentes regionales dan soportes comerciales en el día a día, mientras hay comités directivos una vez al mes con todas las líneas.

El corazón del negocio consiste en asesorías a clientes. “Analizamos las estrategias de las empresas corporativas de asumir riesgos o transferirlos a unas aseguradoras, viendo su mejor alternativa en costos y beneficios. Hacemos el traje a su medida, con las coberturas que necesita una empresa o una persona para sus necesidades. No vendo un producto específico, sino lo que se necesita”.

La compañía ofrece desde la póliza a todo riesgo hasta responsabilidad civil, daños a terceros, transporte, fidelidad de empleados, las garantías para pólizas de caución en constructoras, accidentes personales, asistencia médica, automotores. “Hemos separado nuestra línea de negocios. Nuestra intención es llegar a tener casi una distribución del 20 al 30% por cada línea de negocio. En el sector empresarial tenemos unas 400 a 500 compañías grandes y unos 30.000 vehículos en el masivo asegurados. No hay límite”, explica, a tiempo de informar de que en un par de meses comenzarán a construir frente a la Fexpocruz un edificio de 11 pisos para la compañía. Hay oficinas propias en una casa de La Paz, además de edificios en Cochabamba y Tarija.

La diversificación ya es otro objetivo, pues cuentan con un corredor de reaseguros y con una empresa de servicios y otra de administración de proyectos.

Hay mucho para crecer

El negocio del seguro va en crecimiento en Bolivia, según Kieffer. “El año pasado ha sido complicado por la competencia de las compañías. Eso ha ido en beneficio del cliente final. Hay mercado y mucho por hacer. Por la confianza que se tiene en el sector existe un crecimiento y eso hay que aprovechar para hacer más negocios. Hay que ofrecer mejores formas de venta, más ágiles”.

Menos del 2% del PIB en Bolivia se destina ahora a los seguros, mientras que en Chile y en Brasil se llega al 7%. “Hay mucho para crecer”, insiste.

Considera que la economía está bien, el país no crece en los niveles de antes, pero hay crecimiento y se lo debe aprovechar. “Se podrá frenar un poco, pero hay que seguir apoyando al país. Santa Cruz y Cochabamba han crecido fuerte, mientras que La Paz es lento, pero constante”.

Sobre su estilo de liderazgo, explica que es de confianza en la gente y busca delegar o creer que la persona de abajo es mucho mejor que él mismo para intentar crecer todos juntos.

Emprender, en la sangre

“El trabajo y el emprendimiento vienen en la sangre”, sostiene. Cuenta con dos restaurantes en el aeropuerto Viru Viru con socios, tiene acciones en una constructora y su esposa también es dueña de un restaurante, en tanto que pronto estrenarán uno de comida peruana en el Ventura Mall. “Me gusta mucho la atención, el servicio. Hay que saber elegir a los socios de los negocios. Primero, lo humano. Si Dios quiere en unos 20 años me veo disfrutando y viajando con mi pareja y mis hijos graduados. La intención es estar en la empresa como directivo, que se maneje por un equipo y no con el dueño a la cabeza, que el soporte haga crecer a la compañía para que uno crezca con otros negocios”.

Andrés Kieffer es miembro de Moto Club de la avenida Roca y Coronado. Uno de sus hobbies es andar en moto de dos ruedas. Generalmente trata de viajar dos veces al año a México, donde vive su hijo menor. La playa es su destino favorito para vacacionar y le gusta ir los domingos al cine con la familia.