Panorama. Pese a las estimaciones con respecto al crecimiento del mercado, la inestabilidad del valor del hidrocarburo tendrá consecuencias para la industria nacional, según especialistas del sector

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11 de septiembre de 2019, 4:00 AM
11 de septiembre de 2019, 4:00 AM

De enero a agosto de este año, el precio global del gas natural presentó un comportamiento descendente (en este periodo cayó de $us 3,1 a $us 2,2 por millar de BTU). La baja demanda ante las condiciones meteorológicas cálidas y reactivación de las centrales nucleares en Japón son dos de los motivos que señalan desde el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) sobre esta conducta.

El país no es ajeno a este panorama, pese al optimismo expuesto en días pasados en el ‘II Foro Internacional del Gas, Petróleo y Combustibles Verdes Bolivia 2019’, donde el secretario general de la Unión Internacional del Gas (IGU), Luis Bertrán, afirmó que la demanda global incrementará el consumo de gas natural y este sería un factor favorable para el país.

“La industria del gas continuará creciendo. El precio se ha reducido globalmente, pero en la región no ha bajado y es buena noticia para Bolivia”, ponderó Bertrán en su visita al país.

Sin embargo, esta situación es vista de reojo por especialistas sectoriales que observan que si bien es cierto el tema del aumento de la demanda para el futuro, Bolivia debe ajustar y actualizar su sistema para tener cabida en el mercado global y no verse afectada por la disminución de envíos de esta materia prima a Argentina y Brasil.

Cambios estructurales

Para Mauricio Medinaceli, exministro de Hidrocarburos, menores precios y menores volúmenes de exportación de gas natural significan menor valor de producción, caídas en los ingresos por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y regalías, menor capacidad de gastos por parte del Gobierno central y los regionales, disminución en los niveles de inversión, mayor endeudamiento externo (para compensar la caída en los ingresos) y mayor valor de importación de derivados del petróleo debido a la menor producción del gas.

Del mismo modo, Medinaceli expresó que consecuentemente esto traería una caída en el valor de producción de otros sectores en la economía (transporte, financiero o la construcción), por lo que ante estas circunstancias se debería incrementar la eficiencia en la recaudación tributaria y en los procesos burocráticos para fomentar la apertura de nuevas unidades de negocio, eliminar los subsidios a la gasolina y diésel (Bs 2.727 millones para 2019, según el Presupuesto General del Estado) e implementar políticas de eficiencia energética.

Para conocer si estas sugerencias serían contempladas por la parte estatal, se buscó el contacto con las autoridades respectivas, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.

Según la perspectiva del analista energético Francesco Zaratti, la coyuntura global del gas también conllevaría a un cierre gradual de los mercados tradicionales de exportación y a una tendencia de menores precios debido a la competitividad de otros países exportadores.

El ejecutivo agregó que esto también tendría un impacto ambiental, ya que el Gobierno apunta al biodiésel para reemplazar el diésel importado y al bioetanol para la gasolina que ya no produce y para ese fin se amplía la frontera agrícola para producir más soya y más caña. “Esto afectará al desempeño electoral del MAS que pagará una pesada factura en las urnas por esas funestas políticas energéticas”, sentenció.

Por otra parte, Álvaro Ríos, ex ministro de Hidrocarburos, evidenció que el inicio de operación en plantas de licuefacción en países como EEUU, Australia y Qatar (grandes potencias) se da para entregar más gas al mercado que llegará a precios competitivos y esta no es una situación coyuntural, sino más estructural y de largo plazo. No obstante, apuntó a que el gas nacional seguirá siendo un complemento ideal para la industria regional.