Perspectiva. Conformar nuevos equipos de negociación, hacer nueva lectura del mercado brasileño y dejar de lado las diferencias políticas son algunas de las pautas para viabilizar los nuevos destinos del gas

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19 de febrero de 2019, 4:00 AM
19 de febrero de 2019, 4:00 AM

Después de que Bolivia acordara realizar una adenda al contrato de exportación de gas que guarda con su par Argentina, donde se establece la reducción de envío del energético al país vecino por dos años y un visible incremento de precios, otro mercado que está en boga es Brasil.

Si bien existe un contrato de compraventa de gas natural (GSA) entre Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y Petrobras Brasil con una vigencia inicial hasta diciembre de este año, según informaron desde la empresa del vecino país, siendo automáticamente prorrogado hasta que todo el volumen máximo contratado sea retirado.

También se barajan otros diez nombres que se dejan seducir por la materia prima nacional y la estrategia será abrir las puertas a nuevos socios comerciales, según el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, aspecto que despierta el optimismo entre los expertos del sector, pero al mismo tiempo con cabos sueltos que deben unirse.

Cambio de línea

De acuerdo con el analista energético Álvaro Ríos, el gas de Bolivia no es imprescindible en Brasil, pero sí juega un papel muy relevante porque compite con el energético producido en el país vecino. Aseveró que la infraestructura desarrollada por Bolivia es vital y que se debe negociar directamente con los consumidores y no con los intermediarios; es decir, con una nueva modalidad.

El exsuperintendente de Hidrocarburos Hugo de la Fuente señaló que ahora que se percibe un contacto directo con los distribuidores el tema es más complejo porque se negociará con operadores que tienen distintos intereses y para ello el Estado boliviano debe conformar un equipo más robusto para conocer a detalle cualquier avance.

“El obstáculo es que ya no hay una negociación de Estado a Estado, sino de YPFB como productor que debe tener la capacidad de leer el negocio gasífero de Brasil para conocer sus capacidades. Ya se tiene la infraestructura y es evidente que debe utilizarse, pero eso no significa que la negociación no vaya a ser dura”, expresó.

En esa línea, el exministro de Hidrocarburos Guillermo Torres también afirmó que a Brasil no le conviene dejar de lado la inversión millonaria que se hizo en el gasoducto que conecta a Bolivia con Brasil y es usado en la exportación de gas.

Mientras tanto, el analista Fernando Rodríguez aseguró que para que un gigante como Brasil pueda ser competitivo en el mercado internacional debe reforzar su producción industrial y Bolivia debe moverse a este ritmo para concretar negocios dejando de lado el tema político y volcando los esfuerzos hacia la seguridad jurídica y energética.

Además, Rodríguez subrayó que no solo se debe tomar en cuenta lo que diga el Estado boliviano o el brasileño, sino también la postura que están teniendo las empresas que llegan al país para desarrollar inversiones de exploración.

El abanico de interesados

El ministro Sánchez señaló que hay cinco estados brasileños interesados en 7 MMm3/d de gas boliviano, a los que se suman empresas del sector con las que hay preacuerdos y se definirían precios. La primera es Shell Brasil, interesada en 10 MMm3/d desde 2022, a la que se suma Termofrontera, que demandaría 4 MMm3/d y otras como Santa Catarina (7 MMm3/d), la Termoeléctrica de Cuiabá (2 MMm3/d) y la rusa Acron -que opera en Brasil- (4 MMm3/d).

Otras distribuidoras son Compagas (Paraná), Gas Brasiliano (San Pablo), MSGas (Mato Grosso do Sul), SCGas (Santa Catarina) y Sulgas (Río Grande do Sul), que enlazaron con las autoridades bolivianas para mostrar su interés en el energético nacional. Hasta ahí serían 10 entidades atraídas, además de Petrobras.

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