Entrevista. La gerente y fundadora de Patra exteriorizó que el foco es convertirse en un grupo empresarial y referente sectorial

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16 de julio de 2019, 4:00 AM
16 de julio de 2019, 4:00 AM

Pasó de la artesanía a la industria. Y no solo eso. Amelia Solórzano supo bordar el nombre de Patra -marca especializada en ropa deportiva femenina- entre el selecto grupo de empresas bolivianas que alcanzan los 25 años con un estilo (no confundir con moda) que se distingue entre los actores de la industria textil del país. Con 35 empleos directos (90% mujeres) y 300 indirectos, la ejecutiva llega a confeccionar cerca de 30.000 prendas al mes, dependiendo de la época. 

Patra cumple 25 años, ¿cuál fue la clave para consolidar la marca en este tiempo?

El creer en lo hecho en Bolivia. Sin duda. Siempre hubo el prejuicio de que lo nacional no es de buena calidad y el público optaba por lo importado. Fue un desafío trabajar en productos de calidad, innovadores, con diseños exclusivos y atractivos para cautivar a nuestra clientela. Esto lo hacemos desde Santa Cruz, desde el Plan 3.000.

Con el paso de los años esto fue creciendo. Son pocas las mujeres que no conocen la marca, eso despierta un sentimiento de satisfacción y agradecimiento. Confeccionamos entre 25.000 y 30.000 prendas por mes, aunque varía según la época.

Con esa dinámica, ¿hacia dónde se mueve Patra? ¿hay más espacios de exploración?

Es obligatorio diversificar e innovar en la industria textil. Tenemos previsto incursionar en una nueva línea para varones y en el área de lencería. Desde luego con el sello de ‘Hecho en Bolivia’. Además, pensamos consolidarnos como un grupo empresarial, donde haya otras unidades de negocio. Es un proyecto que posiblemente en 2020 hagamos realidad.

¿Sería un complemento de la cadena de valor de la marca?

Es para fortalecer y diversificar a la industria textil. En este momento todavía está en planificación. Hay que concretar algunos aspectos y pronto llegará el tiempo en que se dará a conocer. Es resultado de nuestros aprendizajes.

¿Cuál es el mayor aprendizaje en este recorrido como empresaria textil?

Mirar a nuestro alrededor. Yo siempre converso con mi gente esto: los bolivianos somos capaces de lograr lo que nos proponemos y de hacer un gran trabajo. Nuestra industria es igual de buena que la de países vecinos. Entonces el aprendizaje es ser consciente de que uno es capaz y puede lograr grandes cosas con trabajo, esfuerzo y honestidad.

En este sentido, además de los aprendizajes, ¿qué retos se fueron superando y qué es lo más complicado de hacer empresa en Bolivia?

En Bolivia todavía se hace el trabajo en condiciones muy primarias o difíciles, algo que no se contempla en otras industrias. La gente del sector trabaja en horarios duros y hasta sin descanso para sobresalir. Es difícil competir con el contrabando, la informalidad o la entrada excesiva de ropa usada, en definitiva, con quienes no pagan impuestos. Esto hace más lento el avance, pero somos optimistas, se puede crecer a pesar de las dificultades.

Además de esto, ¿qué lectura hace del sector textil? ¿cómo debe fortalecerse?

Muchas veces la ropa que se ve en las tiendas es hecha por manos bolivianas. Lo triste es que no se apoya o incentiva el don que tienen los bolivianos en materia de textilería, esas habilidades deben o deberían quedarse en el país para fortalecer a la economía.