La clasificación desató una alegría indescriptible entre los croatas que colmaron el estadio Luznhikí. Ovacionaron a Modric y a Mandzukic primero, y después al resto. Viven un increíble sueño

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11 de julio de 2018, 22:06 PM
11 de julio de 2018, 22:06 PM

De pie, en medio de un ruido ensordecedor, con nervios de punta y un banquillo que no desprendía la mirada del árbitro Cuneyt Cakir (Turquía), los hinchas de Croacia se tomaban la cabeza. El duelo estaba por acabar, pero los segundos se hacían eternos. Hasta que al fin llegó ese ansiado pitazo y la explosión se apoderó de casi todos. Croacia se clasificaba a la final de la Copa del Mundo por primera vez en su historia.

Modric y Strinic, que habían salido en una pierna producto del desgaste, corrieron despavoridos hacia el arco donde atacaba Croacia. Es que detrás de Jodan Pickford estaba la fanaticada croata. Mandzukic, que también había dejado el campo con calambres, salió disparado mientras el resto de sus compañeros estaban abrazados, llorando y hasta tirados en el suelo emocionados a flor de piel por la proeza realizada.

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El estadio todavía rugía, como agradeciendo por el espectáculo croata sobrepuestos a un tremendo desgaste tras jugar octavos, cuartos y semifinales en el alargue. En medio de esa emoción, los ingleses a un costado, de rodillas y consolándose tras la derrota. En medio del dolor, se tomaron de las manos y se fueron hasta el otro arco para agradecer el respaldo a sus hinchas que aunque tristes, no pararon de ovacionar.

Hacia el grupo de croatas ya había llegado el técnico Zlatko Dalic. La alegría era única, tremenda para un equipo de 4 millones de habitantes que ante Francia buscará alargar su proeza. El que no paraba de llorar era Domagoj Vida; el zaguero que fue abucheado en casi todo el partido tras su polémica declaración luego de las semifinales metiéndose con política con aquello de Ucrania.

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Él mismo salió poco después con unos niños para hacerlos levantar las manos junto a los aficionados que aún quedaban en gradería, esperando por más festejo. Los guardias de seguridad ya los habían rodeado pero ellos ni se inmutaban, querían seguir festejando junto a los jugadores. Croacia había logrado algo inédito y hasta los rusos se lo agradecían. Su cuento de hadas es hoy y puede alargarse tras el domingo.