A 150 años de su muerte, a manos del Ejército paraguayo, un homenaje al intelectual cruceño que demostró ser un hombre adelantado a su época

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8 de septiembre de 2018, 4:00 AM
8 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Hace un siglo y medio existió un hombre que se movió por las fronteras de Bolivia, Brasil y Paraguay para hacer historia. Tristán Roca Suárez fue un intelectual polifacético y visionario, que no solo destacó como líder político y estratega militar, sino que también dejó huella en la historia del periodismo y los medios de comunicación.

El hombre que fue prefecto de Santa Cruz, en una gestión que estuvo marcada por sus ideas de modernización, falleció hace 150 años fusilado en Paraguay. Al conmemorarse esta fecha, el Museo de Historia Regional realizó un acto de homenaje al precursor del periodismo de la región, fundador del primer periódico de la capital cruceña: La Estrella del Oriente, en 1864.

“Si pensamos en la modernización de los cruceños tenemos que pensar en Tristán Roca Suárez o en Miguel Suárez Arana, en esos hombres que ven la modernidad a través de una salida al Atlántico, a través del libre comercio con los países vecinos y de la construcción de caminos”, dice la directora del museo Paula Peña Hasbún.

“La década en la que Tristán Roca es prefecto (entre 1863 y 1865) está marcada por la esperanza. Su prefectura se caracterizó por ese deseo de progreso en diversos ámbitos, de construir escuelas, de educar, de reconocer los derechos de la mujer y de los indígenas. Tristán Roca es un adelantado a su tiempo”, añade Peña.

La socióloga Ana Carola Traverso coincide con Peña al afirmar que, en su gestión prefectural, Roca innovó. “Su labor como prefecto contribuyó a expandir su visión del espacio territorial, entendiendo las grandes aptitudes para la agricultura, cualidad vastamente reconocida por los cruceños ya en aquel entonces. Una vez instalada la primera imprenta (denominada La Imprenta del Pueblo), en mayo de 1864, redactó un código de trabajo para regular las relaciones patrón-peón, organizando la industria rural, adelantándose años a la legislación social del siglo XX”, señala Traverso.

Mientras escribía sobre la triple frontera (entre Brasil, Paraguay y Bolivia) durante la llamada Guerra Grande o Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), el investigador brasileño Leonam Nunes da Silva se encontró con lo que él define un extraño personaje de gran fuerza: el doctor Tristán Roca Suárez, alguien que despertó tal fascinación en Nunes que su tesis doctoral en historia de la Universidad Federal de Mato Grosso está dedicada al cruceño.

Leonam rememora que Roca Suárez era considerado por el presidente de Bolivia Mariano Melgarejo, que lo nombró prefecto en 1863, un peligro potencial porque tenía el don de la palabra y lo creía capaz de movilizar a los cruceños contra él. Así se inicia una persecución a Roca, que alcanzó el nivel más alto cuando fue detenido y enviado junto con su familia a la ciudad brasileña de Corumbá, en el sur de Mato Grosso, que en ese momento estaba bajo la ocupación del ejército paraguayo y el gobierno del Mariscal Francisco Solano López.

El abogado e investigador paraguayo Ricardo Scavone Yegros, que participó del programa de homenaje con un texto titulado Bolivianos en el Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza (leído por Óscar Gaona, ante la ausencia de Scavone) señala a Tristán Roca como el primer empresario en abrir el camino a Paraguay, un individuo que había simpatizado por la prensa con la causa paraguaya, que, antes de presentarse en Corumbá, había solicitado asilo para fijar residencia en Asunción hasta tanto Bolivia recobrase “la paz de la que se hallaba privada”, confiado en la “buena acogida que se había dado a los cruceños y la simpatía que tenía hacia los bolivianos el Gobierno de Paraguay”.

Después de la victoria de las tropas paraguayas en Curupayty, a mediados de 1866, había confianza en una victoria paraguaya sobre la Triple Alianza. Imbuido de este espíritu, Tristán Roca escribió un artículo sobre la batalla, con el que se ganó la amistad de Solano López.

En 1867, el intelectual cruceño aceptó la responsabilidad de dar forma y contenido a una nueva publicación que debía conmover el corazón de los paraguayos, especialmente de los soldados, alimentando la llama de la resistencia contra los aliados. En abril de 1867, aparecieron en las calles de Asunción los ejemplares de la primera edición de El Centinela. Forjado a semejanza de La Estrella del Oriente en su diagramación, el diario innovaba a medida que articulaba textos de diversos géneros con una rica producción de imágenes.

Granjearse la simpatía de la causa paraguaya, a través de su trabajo como periodista, obedece a una manera de entender una tradición intelectual de la época. Así lo sostiene Enrique Fernández García, que en el homenaje habló del periodismo de combate, como una forma de referirse al periodismo de ideas. “El periodismo de ideas es un periodismo que puede combatir en el terreno ideológico, pero que también procura ser trascendente en las trincheras. Y estos periódicos surgen con este propósito, porque había la necesidad de dar a conocer lo que estaba sucediendo y hacerlo con el fin de alentar y fortalecer el espíritu de un pueblo”, menciona Fernández.

Tristán Roca perdió la vida el 22 de agosto de 1868, víctima de los procesos ordenados por Solano López, que acusó a cientos de personas de alta traición. Roca fue obligado a colocarse un poncho de vicuña antes de ser ejecutado por un pelotón de fusilamiento junto a otros cinco supuestos traidores.

“Aquel que ayudó a construir, con su pluma, la imagen de El Supremo, hoy, trata de salir de su ‘exilio’ histórico, a través de estudios que lo elevan a la condición de ‘operador mítico’ de la identidad nacional paraguaya”, comenta Nunes da Silva.

“Es importante y necesario rescatar del olvido a personajes de la historia de Bolivia, como Tristán Roca, que hace 150 años nos mostraban esos caminos por los que hoy todavía se intenta seguir transitando”, complementa Paula Peña.

La directora del museo, Paula Peña, sostiene el libro La ondulante vida de Tristán Roca, de Hernando Sanabria Fernández