Otros artistas, como el cineasta español, fueron acechados por el servicio secreto mexicano, siguiendo todos sus pasos hasta conocer al detalle sus salidas y entradas

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16 de marzo de 2019, 4:00 AM
16 de marzo de 2019, 4:00 AM

Luis Buñuel fue vigilado de cerca por el servicio secreto mexicano. La información recopilada por los espías con sede en el distrito Federal recogía, por ejemplo, que este miércoles hace 63 años, el 13 de marzo de 1956, Buñuel preparaba su participación en una mesa redonda sobre el cine en la capital mexicana. Buñuel, cuya película Los Olvidados (1950) sobre la pobreza en México, le ganó animadversiones en los círculos del poder de este país, fue ponente en esa mesa redonda en instalaciones universitarias, indicó el Agente 69 en su reporte a la Dirección Federal de Seguridad (DFS).

Una versión pública sobre la estrecha vigilancia (espionaje) a Buñuel entre los años de 1954 a 1975 está disponible en una presentación de seis páginas en el AGN, ya descontados los “datos sensibles”. La importancia que al cineasta español le concedieron los espías mexicanos queda patente en la nota que el 9 de octubre de 1956 firmó Arturo Durazo Moreno, temible jefe de grupo de la DFS que llegó a jefe de la policía de Ciudad de México en 1982. “Buñuel, con domicilio en la calle de Félix Cuevas en Ciudad de México, subirá al avión de KLM que llegó ayer de Amsterdam”, señala el reporte, que incluye nombres y direcciones de otros viajeros, incluidos algunos de origen francés.

El 2 de julio de 1959, Bu- ñuel estuvo en la Universidad Obrera, institución vinculada al histórico dirigente socialista mexicano Vicente Lombardo Toledano, para asistir a la toma de posesión de un circulo estudiantil y ver una exposición de pintura, reportó el agente de turno. Su llegada a México en un vuelo de Air France el 22 de febrero de 1964 y su asistencia el 29 de agosto de 1975 a la inauguración del Centro de Capacitación Cinematográfica, del que era presidente honorario, se incluyen en el expediente público del cineasta.

Con Buñuel, toda la elite intelectual y del espectáculo mexicano fue puesta bajo la lupa de la DFS, la tenebrosa oficina de espionaje creada en 1947 y desaparecida en 1985 por actos de corrupción y vínculos con narcotraficantes de la época. Luis Buñuel Portolés nació el 22 de febrero de 1900 en la población de Calanda, Teruel (España), era el mayor de siete hermanos, hijo de un ferretero llamado Leopoldo Buñuel y de María Portolés. Buñuel se trasladó a Madrid en 1917 para iniciar la carrera de Ingeniería Agrónomo, instalándose en la Residencia de Estudiantes en donde entablaría amistad con Salvador Dalí y Federico García Lorca.

Con el incipiente mundo del celuloide en auge, será la visión de la película Las tres luces (1921), obra de su gran ídolo cinematográfico, el director alemán Fritz Lang, el detonante para que Luis Buñuel comenzara a dedicarse al séptimo arte. Tras ocuparse como asistente de dirección y guionista de Jean Epstein y Mario Nalpas y estudiar técnica cinematográfica en la Academia de Cine de París, Buñuel realizó junto a Dalí el famoso corto experimental “Un perro andaluz” (1928), título que se convertiría inmediatamente en pieza clave en la historia del cine por su inmersión en el estilo surrealista.

Espionaje a fondo

La actriz mexicana Silvia Pinal, estrella de Buñuel en la película Viridiana (1961), y el cómico Mario Moreno Cantinflas, personaje clave en la fundación de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), también estaban en la lupa de los servicios de espionaje mexicano. Ningún intelectual y literato se escapó del ojo vigilante de la DFS, desde el nobel mexicano Octavio Paz (1990), hasta Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, José Revueltas -preso en las Islas Marías-, Efraín Huerta y Diego Rivera, todos mencionados en el expediente de Buñuel. Y es que al espionaje mexicano no le escapaba nadie. Entre sus “objetivos” estuvieron Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos, especialmente en los años en que prepararon en México la revolución cubana.

El presidente estadounidense John F. Kennedy y su presunto asesino Lee Harvey Oswald, la reina Isabel II de Inglaterra y el todopoderoso secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger tienen su carpeta en los archivos de seguridad mexicanos. Los documentos de dominio público que el AGN resguarda se encuentran en 7.314 cajas con alrededor de 60.000 expedientes confidenciales de las oficinas de espionaje mexicano que funcionaron entre 1920 y el 2019.

Aunque la mayoría de los expedientes son públicos desde 2002, por decreto del entonces presidente Vicente Fox, su consulta y publicación en medios de prensa, principalmente, está al tope ante la decisión del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, de quitar muchas de las restricciones para su consulta.

El actual espionaje político en México proviene de los Gobiernos emanados de la Revolución (1910-1921). Embarrada en la crisis del asesinato en 1985 del agente Enrique Camarena Salazar de la Dirección Estadounidense Antidrogas (DEA), la DFS fue desaparecida al descubrirse que los capos se protegían con credenciales del organismo. Entonces se creó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), desaparecido recientemente por el Gobierno de López Obrador al revelar que él mismo fue objeto de espionaje desde sus años de juventud en el estado de Tabasco.

 

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