Sebastián Antezana, Camila Urioste, Christian Vera y Wilmer Urrelo, cuatro premios nacionales de literatura, hablan de sus encuentros y desencuentros con el fútbol

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16 de junio de 2018, 4:00 AM
16 de junio de 2018, 4:00 AM

Esta semana empezó el Mundial de fútbol en Rusia y es difícil abstraerse de esto. Por eso, en Brújula les hicimos algunas preguntas a cuatro escritores bolivianos sobre cómo se “iniciaron” en el fútbol o cuáles son sus pálpitos. Wilmer Urrelo, Sebastián Antezana, Camila Urioste y Christian Vera fueron los invitados. 

Fútbol y literatura 
Para Camila Urioste, el fútbol y la literatura se parecen a la vida misma. “El fútbol es una metáfora de la vida humana, que también es un juego, que también se juega en equipo, que también depende del destino, que es impredecible y apasionante y cada partido es una oportunidad irrepetible, pero a veces, paradójicamente, hay segundas oportunidades, y a veces es injusto o casi siempre es injusto pero no importa, ahora ganas y mañana pierdes y pasado vuelves a ganar. Y a veces gana el peor y a veces nada tiene sentido, pero el disfrute está en el encuentro, en el juego mismo, en el sudor y el grito y el intento. La literatura también es un juego en el que te juegas la vida”, señaló Urioste, que además de novela y poesía, también escribe dramaturgia.     

Para Sebastián Antezana, fútbol y literatura se parecen quizás en el orden épico de sus discursos. “Y en las consecuencias que para el lector y el espectador tiene habitar por momentos esos mundos épicos (la propensión a encumbrar figuras heroicas y a hundir villanos, el acostumbramiento -a partes iguales- a la victoria y la derrota y, en general, el vivir de forma profundamente emocional mundos cuidadosamente fabulados)”, señaló el autor del libro de cuentos Iluminaciones.  A continuación les ofrecemos más de sus opiniones: 

Sebastián Antezana
Mi relación con el fútbol ha sido de profunda cercanía desde la niñez. Creo que pocos fenómenos, más allá de la familia, los amigos y los libros, me han formateado tanto la cabeza y la forma de entender el mundo como el fútbol, un poco porque como humano contemporáneo viví un adoctrinamiento futbolístico salvaje desde que llegué al mundo (que es, por cierto, reflejo quizás menos invasivo, pero igual de sistemático del adoctrinamiento que sufrimos desde el vamos por parte del sistema capitalista) y otro poco porque desde siempre el fútbol se constituyó en el espacio natural de la épica, ese donde un chico boliviano nacido en los 80 (al igual que la gran mayoría de los chicos y las chicas del mundo) podía conocer y admirar a héroes modernos, conmoverse con historias de valentía, ‘complejizar’ el mundo con la variada gama de actitudes que se exhiben en la cancha, que desde siempre ha sido presentada como sinónimo del campo de batalla y el de los sueños.

Camila Urioste
Mi relación con el fútbol comenzó en el mundial del 86. Yo tenía seis años y en casa no había televisor, pues mis padres eran ese tipo de intelectuales… un día mi padre le dijo a mi madre que tal vez era momento de comprar una tele, para ver el Mundial. Pero uno en blanco y negro, por supuesto. Y así, mis primeros recuerdos del fútbol son de ver ese Mundial en blanco y negro, en la cama de mis papás, empapada de una emoción desbordante que no comprendía. Muchos años después, el 2010, me enganché con el Mundial de una manera casi patológica. Mi mamá es uruguaya y tengo doble nacionalidad, y de alguna forma la selección uruguaya de fútbol del 2010 me marcó.

Me marcaron los goles de Forlán de media cancha, y la garra desgarrada de Suárez, y el temple de Lugano y la manera que tenía Muslera de besar los postes de su arco. Me volví fanática y desde entonces no me pierdo el Mundial. Ni la Copa América. Ni las eliminatorias. Patológica. Por ejemplo, mi segundo hijo nació el 23 de julio del 2011. Al día siguiente jugaba Uruguay la final de la Copa América. Me hice dar de alta de la clínica antes de tiempo para poder ver el partido tranquila en casa. Y Uruguay ganó. No sé cómo explicarlo, pero ver fútbol me hace feliz. Y si juega Uruguay, me convierte en una especie de fiera malhablada.     

Christian Vera
Mi vida en La Paz está atravesada por el The Strongest. Así que más que tener una relación con el fútbol, mantengo una relación complicada con mi viejo querido Tigre. Otro episodio futbolero que tengo atravesado lo viví de niño en el 86, en el Mundial de México. Maradona alza la copa y yo no paro de llorar por la emoción, mientras mi padre apaga furioso el televisor, ya que él apoyaba a los alemanes. Ahí tracé la línea divisoria, irreversible, entre él y yo.  

Hay partidos que son muy literarios, escritos con abundante sudor y épica. El Bolivia–Brasil del 25 de julio del 93 es una novela inverosímil de Philip K. Dick. El Uruguay–Ghana de cuartos de final en Sudáfrica 2010 tranquilamente puede formar parte de la estupenda colección de cuentos de Mario Levrero, La máquina de pensar en Gladys.   
El Mundial de Fútbol es como una feria del libro, es decir, se trata de una oferta concentrada de fútbol y nacionalismo. Creo que será un mundial predominantemente europeo con campeón sudamericano. Ojalá. 
 

Wilmer Urrelo
¿Cuál es tu relación con el fútbol? De niño creo que me gustaba, pero era el fútbol de los 90 del siglo pasado, en esa época se vivía este deporte de manera distinta. Ahora es un desastre, ¿les parece normal que el canal Siete ponga los partidos del Evo? Y miren que sé poco de fútbol, pero el presidente es un pésimo jugador. Y ya con los años me volví más apático, ganó el deporte más fabuloso del mundo: la lucha libre, solo para gente valiente y hermosa. 

¿Se parecen el fútbol y la literatura? No sé. La lucha libre sí se parece. Porque los luchadores deben contar una historia y hacerla creíble (es teatrero, pero es un deporte con muchos riesgos, hace unos años falleció en el ring un gran luchador: el Hijo del ‘Perro’ Aguayo). Deben narrar la eterna pelea del bien (los técnicos) contra el mal (los rudos). Para eso deben golpear, saltar, hacer llaves, sangrar de la cabeza y otras partes del cuerpo; es decir, hacer “creíble” lo que pasa arriba del ring. La literatura es, en el fondo, lo mismo: tienes que contar una historia y hacerla lo más creíble posible.

¿Un libro sobre el fútbol? Una película: Escape a la victoria, es sencillamente genial. Habla de furia, de dolor y de darle vuelta a todo esto en medio del régimen nazi. 

¿El Pelé de la literatura? Voy a cambiar por jugadores de los noventa: Violette Leduc es Marcelo Soliz, un portero de Litoral que era genial y estaba siempre al borde de algo, como ella que es así. Hirano y el Tano Fontana son algo así como Talese, disciplinado y laburador hasta el último minuto.  

Goles son amores

Los cuatro autores hablaron sobre cuál es para ellos el gol en la literatura y sobre qué selección creen que ganará el Mundial

¿CAMPEÓN?
“Ganará Uruguay porque es el mejor equipo del mundo y porque cada vez que ganó Uruguay, históricamente, Italia no estaba. Y Italia no está ahora y es obviamente una señal”. (C. Urioste).  
“Soy malo para esto de los pronósticos. Podría decirte, más bien, quiénes me gustaría que ganaran, y son las selecciones de Bélgica o Perú”. (S. Antezana) 
¡Perú campeón! (W. Urrelo)

EL GOL EN LA LITERATURA
“Para mí un gol al escribir un libro sería la suma de varias cosas, como encontrar una trama, trabajar un personaje, una metáfora, despoblar el relato de clichés, dotarle de una pizca de poesía imperceptible y mientras lo escribes divertirte hasta tocar lo inasible. Hace tiempo que no meto un gol. Claro, nunca fui un goleador”. (C. Vera)
“¿Una frase bien escrita?” (S. Antezana)
“El gol al escribir un libro lo metes cada vez que un lector disfruta tu texto. Terminarlo solo lo puedes terminar una vez, ganar un premio igual, es un gol solitario… pero cada vez que alguien te lee y te disfruta, ese es un gol que puedes meter varias veces con el mismo libro, y es el único tipo de gol que, al final de cuentas, gana el partido”. (C. Urioste)

ÍDOLOS DE LA LITERATURA
“¿De la literatura boliviana? Saenz sería Cruyff (lo hacía bien en todas las posiciones de la cancha, poesía, novela, teatro, ensayo, etc.)”. (S. Antezana)  
“Digamos que mi Maradona es Cortázar, mi Pelé es Oliverio Girondo, mi Messi es Paul Auster y no tengo Cristiano Ronaldo porque lo detesto y no conozco a ningún autor tan egocéntrico y caprichoso. Y si lo conociera, no lo leería”. (C. Urioste)