Una crítica a la película de Martin McDonagh, ganadora en los recientes premios Globos de Oro en la categoría principal: mejor película dramática

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13 de enero de 2018, 4:00 AM
13 de enero de 2018, 4:00 AM

“La ira puede ser una forma de entender el mundo”, decía el director Martin McDonagh en una entrevista reciente. 

No necesitás saber nada más. Ahí están los cimientos de su multipremiada película Three Billboards Outside Ebbin, Missouri. 

 El filme ha ganado cuatro Globos de Oro a Mejor Película Drama, mejor actriz (Frances McDormand), mejor actor secundario (Sam Rockwell) y mejor guion perfilándose, también, como favorito en la carrera del Oscar.

Hay crueldad en la historia que guioniza el mismo McDonagh: una madre que sufre el asesinato de su hija se cabrea. Decide pagar tres gigantografías de una carretera y cuestionar al jefe de policía su ineficacia para encontrar al asesino.

“Violada mientras moría”, “¿Y aún no hay arrestos?”, “Cómo es posible, Jefe Willoughby”, son los tres certeros mensajes que cualquiera leerá al pasar por el lugar.

Así arranca su película el director galo-irlandés, acompañado de un casting de lujo con una Frances McDormand en su mejor forma interpretando a la indignada y dolida madre y un Sam Rockwell en la piel del obtuso Dixon. También está por ahí nuestro amigo Woody Harrelson como el cuestionado policía Willoughby y el siempre admirado Peter Dinklage (AKA Tyrion en Juego de Tronos) haciendo las veces de pretendiente y cómplice del personaje principal.

El director
Déjenme contarles algo de McDonagh. McDonagh viene del teatro. Tiene alrededor de nueve obras realizadas. Dejó la escuela a los 16 años para dedicarse de lleno a la escritura y a los 26 estrenó la obra La reina de belleza de Leeanane, que lo pondría en el mapa y le valdría el mote del autor/director “más prometedor del momento”. Fue el primer dramaturgo después de Shakespeare en tener cuatro obras en la cartelera de Londres al mismo tiempo. Es una especie de geniecito, devorador de libros, escritor compulsivo, que tiene su propia visión del teatro, el cine y la escritura.
Su traspaso a la pantalla gigante fue con esa fantástica película llamada In Brugges (Escondidos en Brujas, 2008) que protagonizó Colin Farrell y que logró que yo misma viera a Farrell con nuevos ojos. Una especie de reencuentro en slow motion con un actor que me parecía bastante mediocre y al que descubrí con mayor talento del que imaginaba. Luego vino Siete Sicópatas (2012), osada comedia negra que contenía muchos elementos admirables, pero que en su conjunto no terminó de funcionar. Aun así, la firma de McDonagh estaba ahí, clarita cual rocío de la mañana.

En 2017, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri se convierte en su tercer largometraje y, esta vez, la película es pequeña. Una historia chiquita que desentraña un mundo que no es blanco o negro, sino lleno de matices. Y he ahí su mayor logro, mostrar un collage de personajes que no son buenos o malos a secas.
Ben Davis, el director de foto de Kick Ass, Guardianes de la Galaxia, Dr. Strange, también se sube al carro de lo minimalista y nos entrega su trabajo más intimista hasta la fecha.

Es su cámara la que nos lleva a través de ese pueblito imaginario llamado Ebbin (el director no quiso darle un nombre real al lugar). En ese paisaje rural, en ese cliché de pueblo chico infierno grande, hay mucha ira derrapando por las calles.

Y, no es extraño que McDonagh que ya eligió un sitio turístico, casi de cuentos de hadas como Brujas (Bélgica) para contar en su primer largo una sucesión de escabrosos hechos, ahora nos cuente un crimen horrible dentro de una sencilla comunidad.

Película actual 
Muchas lecturas surgen de este filme, hay los que quieren interpretarlo como una mirada política hacia la era Trump. Una especie de vulnerabilidad del ciudadano americano ante una política de Estado que asumen será siempre adversa a sus necesidades. Una sensación de indefensión ante los horrores del mundo. Las ganas de gritar: ¿Y ahora quién podrá defendernos?

McDonagh se desmarca y aduce que el filme lo escribió antes que Trump gane las elecciones americanas e ironiza que él no es tan inteligente como para metaforizar de esa manera. Es solo una película, una historia que le pareció interesante contar. Una historia que fue inspirada por gigantografías reales que pedían efectividad a la policía local de una carretera en Alabama.

Lo cierto es que Three Billboards outside Ebbin, Missouri, fiel al estilo de su director, tiene introspección, sutileza, violencia, desparpajo y humor negro por partes iguales. Quizás algo de su desparpajo se pase de rosca y termine haciéndole baches al guion o creando escenas tan irreales como boludas. Quizás llegue un momento en que te preguntarás: “¿Es en serio?”. Eso no importa, McDonagh es de los que se desayuna lo inverosímil sin que se le mueva un cabello, él hace su película, y punto. Tanto es así que los personajes de Frances McDormand y de Sam Rockwell fueron escritos pensando en ambos actores como únicas opciones. McDormand tiene más de 60 años y le parecía que era imposible que una mujer rural espere hasta los 40 para tener hijos. El público no creerá eso, eran sus advertencias, por ahí si fuera la abuela de la chica, pedía. McDonagh dijo que no. Que el personaje era madre, y punto. Finalmente, el esposo de McDormand, Joel Coen (uno de los hermanos Coen), le dijo que no se preocupe por nimiedades y que tome el papel. Así, Mcdormand se convirtió en la fuerte protagonista de este cuento sobre la América profunda y sus conflictos del día a día.

La película se filmó en 33 días. Casi un año después está paseándose por el mundo, duplicando su inversión, y tiene a McDonagh hablando en las entrevistas sobre la ira y la forma de entender el mundo. No, no es su mejor trabajo y no supera a la fantástica (segunda vez que lo digo, pero es cierto) In Brugges; sin embargo, es una más que correcta película con unos actores que vale la pena ver interpretando estos personajes tan McDonagh.

A pesar de haber ganado el Globo de Oro a mejor película en la categoría drama, los que la vimos no nos quedaremos con un dramón, de esos de lágrima fácil y moco suelto. Nos quedaremos con la ira, la ira desmedida y algo muy cercano al perdón.