El Gobierno español ha manifestado la intención de incorporar el lenguaje inclusivo en la Constitución. La RAE no ve con buenos ojos la propuesta y le recuerda que existe el género gramatical. El debate continúa

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23 de julio de 2018, 13:08 PM
23 de julio de 2018, 13:08 PM

El auge del movimiento feminista ha abierto un nuevo frente. La intención del Gobierno español de incorporar el lenguaje inclusivo en su Constitución ha suscitado un encendido debate, que llegó hasta las esferas de la Real Academia Española (RAE), cuyos miembros no han tardado en reaccionar. Uno de ellos ha sido el novelista Arturo Pérez-Reverte, que insinuó que abandonaría la institución en caso de que la RAE se plegara a la propuesta del Gobierno.

Carmen Calvo, la vicepresidenta de Gobierno español, fue quien solicitó a la RAE la revisión de la Constitución Política del Estado de ese país para medir el contenido sexista en ella y considerar la posibilidad de emplear un lenguaje inclusivo en el documento. “Tenemos una Constitución en masculino de ministros y diputados, que se corresponde con tiempos de hace 40 años”, señaló la segunda autoridad del gobierno del socialista Pedro Sánchez.

“El masculino universal no engloba al femenino, hay que ir cambiando cosas”, agregó Calvo, quien emitió una petición formal por parte del Gobierno para que la Academia lleve adelante el estudio de la lengua en la Constitución.

Como respuesta a esa solicitud, la RAE, a través de su director Darío Villanueva, dispuso una agenda de trabajo y ha encargado la ponencia de un informe, que deberá estar listo hasta octubre. No obstante, el académico se ha adelantado: “Que nadie espere sorpresas. La RAE no cambia de criterios sobre asuntos tan importantes”, dijo Villanueva quien ha criticado la solicitud de la vicepresidenta española porque considera que está “confundiendo la gramática con el machismo”.  El director de la institución apoya su postura en el principio de la economía del lenguaje.  “En las lenguas románicas existe un género no marcado por el que el masculino incluye al femenino. El uso sistemático de los dobletes, como miembro y miembra o todos y todas, acaba destruyendo esa esencia económica”, declaró Villanueva.

 

Nuevos desafíos

No es la primera vez (ni será la última seguramente) que la RAE está envuelta en una polémica, ni representa una novedad que se vea desafiada a revisar sus normas y que se cuestionen sus métodos. Tampoco ha estado exenta de tomar decisiones impopulares.

En abril de 1997, Gabriel García Márquez lanzó un llamamiento en el Congreso Internacional de la Lengua Española. La perturbación por la ortografía del nobel colombiano provocó rechazo y terminó dando marcha atrás en su propuesta.

Una década después, términos como “abducir”,”chat”, “pósit” y “rap” figuraban entre las novedades del Diccionario esencial de la lengua española.

Estas incorporaciones cayeron incómodas a algunos, pero no fue sino hasta 2011, cuando se introdujeron cambios a la nueva Ortografía de la Real Academia Española, que las reacciones contrarias crecieron.

 Consciente de que los extranjerismos enriquecen el léxico español, aunque amenazan la coherencia de la ortografía, la RAE intentó adaptarlos.

Así terminaron diciendo a la gente que elija entre ‘un friki con pirsin dentro de un yacusi que escucha yas y bebe güisqui’ o bien ‘un freaky dentro de un jacuzzi que escucha jazz y bebe whisky’.  En este caso, la premisa era: “la RAE propone y los hablantes disponen”.

Pero el debate sobre el lenguaje inclusivo ha sobrepasado al español, tomando en cuenta el caso de Francia, donde el año pasado diversos colectivos feministas hicieron campaña para que se lo incluyera en los textos oficiales del lenguaje, solicitud que fue rechazada por el Gobierno francés.

Por el momento, el tema está planteado y, al parecer, seguirá siendo motivo de controversia en diversos países.  En el caso de la Academia Boliviana de la Lengua, sus miembros han manifestado su apoyo a la postura asumida por la entidad matriz.

El director, José Mendoza Quiroga, se refiere a lo que él cree es la concepción errónea de intentar dar realce a lo femenino en una lengua que sí lo ha tomado toma en cuenta.  “Entendemos que la idea del lenguaje inclusivo obedece a un esfuerzo de grupos sociales que quieren poner en relieve el rol de la mujer en la sociedad. Valoramos esos esfuerzos, pero también hay que considerar que en el lenguaje español son absolutamente innecesarios, puesto que el género femenino está implícito en la gramática y, además, se incluyen formas específicas para su uso”, señaló el responsable de la Academia.

“La RAE ha aceptado términos como presidenta, a pesar de que es el participio activo que se refiere al que preside. Alcaldesa o duquesa son formas exclusivamente femeninas que siguen vigentes. Y, sin embargo, por alguna razón se ha dejado de lado poetisa, que era el femenino de poeta, para quedarse solo con esta última para ambos géneros”, añadió Mendoza.

Para la docente y experta en estudios de género, Carol Gainsborg, el debate debería centrarse en si es que la discriminación gramatical influye o no en la discriminación política de un sistema social y cultural misógino. “Tomando en cuenta que el lenguaje es un sistema convencional y mutante, quizás no sea una idea tan descabellada considerar la modificación del principio incluyente masculino y preguntarnos por qué nos choca tanto el uso del participio presidenta, pero no nos choca para nada el (también incorrecto participio) sirvienta”, comentó Gainsborg.

La filóloga Claudia Bowles se apoya en la certeza de que las innovaciones de este tipo ocurren por la intervención de los usuarios, por las necesidades que estos tienen y por la practicidad que muchos de ellos suponen (los actos de habla). “No hay ‘voluntades’ en estos procesos. Podemos inventar lenguas (como el esperanto) con la mejor de las intenciones, y esto no va a prosperar, porque responde a voluntades aisladas, por muy legítimas que sean”, dice la docente, quien reconoce que este debate está obligando a tomar conciencia de que muchas formas cristalizadas enmascaran una mirada del mundo que puede ser excluyente.

“Más que lingüístico, este es un proceso político, que puede dejar algunos resultados positivos. las lenguas son, finalmente, concepciones del mundo. y nuestra cultura ha sido y es evidentemente machista (lengua incluida)”, finaliza Bowles.

 

La vicepresidenta del Gobierno español Carmen Calvo dijo que “es el momento de que la Constitución española tenga un lenguaje respetuoso a ambos géneros”.

 

El novelista y miembro de la RAE, Arturo Pérez-Reverte se mostró indignado ante esta solicitud y anunció su retiro de la Academia en caso de que sea aprobada

 

El lenguaje es un resultado convencional

 y cultural

- Carol Gainsborg (docente)

El lenguaje no es solo un sistema de códigos neutros. Requiere para su uso de la intervención de un proceso de codificación y decodificación realizado por personas. En este proceso existen al menos dos niveles de interpretación, uno el denotativo, con cierta pretensión de neutralidad y otro el connotativo contextual, circunstancial o cultural, el cual no es remotamente neutro, sino que atiende a la subjetividad y juicio de valor individual y colectivo.  El lenguaje es por tanto no solo un sistema neutro de códigos que facilitan la transmisión de información sino un entramado de significaciones que condicionan la comunicación. Por tanto, el lenguaje es un resultado, no solo convencional, sino cultural. Al ser cultural, es también eminentemente político, puesto que revela en su uso y construcción, los intereses y valores culturales y políticos de quiénes lo emplean.

El idioma español o castellano, hace una diferencia entre los géneros femenino y masculino que según la Real Academia Española solo hacen distinción gramatical y no política. A partir del principio que hace al género gramatical masculino el género inclusivo y al género gramatical femenino el excluyente o el que establece la diferencia, el género gramatical masculino sería el género dominante. Hasta aquí no habría argumento para sustentar la postura que defiende el lenguaje inclusivo. Sin embargo, varios estudios evidencian la influencia del lenguaje en tanto lengua y las estructuras gramaticales en él y la comprensión y conceptualización del mundo. Si hablamos de una cultura eminentemente patriarcal en la que se naturaliza, no solo una distribución inequitativa de poder entre hombres y mujeres, sino un machismo y misoginia que deriva en una cultura eminentemente violenta contra las mujeres, que encuentra respaldo además en una construcción lingüística en la que la presencia de las mujeres se invisibiliza, es quizás posible establecer una relación entre la discriminación gramatical y la discriminación política del género masculino sobre el femenino.

Si la modificación del uso del lenguaje puede al menos hacer visible la diversidad y al género femenino como seres existentes, mujeres afectadas por una división inocua del lenguaje, y no existe interés político en ello, por qué la resistencia a una transición paulatina en su uso.