Para un politólogo, la primera víctima de esto es la verdad. Piden una investigación a fondo para saber qué pasó en Oruro

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15 de febrero de 2018, 6:00 AM
15 de febrero de 2018, 6:00 AM

Antes de que el humo de la segunda explosión de Carnaval se disipara de las calles de Oruro, un incendio ganaba oxígeno en las redes sociales. Oficialistas y opositores se culpaban unos a otros cuando aún no se sabía qué había pasado, si era otra garrafa, la red de gas o, como se descubriría más tarde, una cantidad importante de dinamita. Mientras la capital folclórica del país se sumergía en una ola de pánico propagada a través de mensajes de WhatsApp, Twitter y Facebook, oficialistas y opositores jugaban a tener razón. “Si las explosiones en Oruro, Bolivia, son acciones de la ultraderecha, lo que hay en marcha, como era previsible, es una conspiración contra la democracia y el proceso de cambio”, tuiteaba Hugo Móldiz, exministro de Gobierno, que había decidido no esperar el informe oficial de su sucesor y lanzar sus teorías. 

Amílcar Barral, diputado de UD, pasó de la negación al ataque al Gobierno en pocos minutos. Desde Facebook y Twitter primero pidió: “Dios, que no sea verdad”. 

Luego, con mensajes cortos, primero confirmó que sí era cierto, había otra explosión, luego tildó el hecho de terrorismo y luego aseguró que el Gobierno saldría a acusar a la derecha y al imperio de las explosiones y de las inundaciones. Cuando otros usuarios de las redes sociales le exigieron respeto, Barral, al que acusan de haber borrado una publicación mucho más directa e hiriente, respondió con una captura de un tuit de Móldiz.

Pronto se unió al festín Carlos Sánchez Berzaín. El exministro de Gobierno y de Defensa de Gonzalo Sánchez de Lozada posteó desde Estados Unidos: “¿Qué tal que los castrochavistas de dictadura Evo Morales estén tras explosiones para tensionar y mover la atención en #Bolivia?  Acciones distractivas contra 21F? Los terroristas están en el gobierno dictatorial de @evoespueblo y operan contra NO es NO?”. Pronto recibió una serie de insultos y recriminaciones, entre las que estaban volver al país y pagar primero por las muertes de octubre.  

Cuando el ministro Carlos Romero ya había hablado, confirmado los muertos, contado de las investigaciones y pedido que no se atemorice más a la población, un funcionario del Gobierno escribió en Facebook: “Our brand is crisis”, “Doctrina del shock”, ¿recuerdan? Do you remember? Su autoría tiene nombre conocido”, puso Pablo Javier Deheza, director departamental de Autonomías. Le respondieron con una captura de un tuit de Móldiz, pero le gustó más la publicación de Sánchez Berzaín.

Ninguno, ni funcionario, exfuncionario o diputado se dio por aludido de la recriminación de la ministra de Comunicación, Gísela López, que escribió en Twitter: “Que el pueblo orureño sepa que gente inescrupulosa está utilizando las redes sociales para generar zozobra. La verdad siempre triunfa y nos hace libres”.

Para el politólogo Jorge Lazarte, cuando todo se convierte en política, lo primero que se pierde es la verdad. Considera que el Gobierno, al convertir cualquier hecho en política, ha acostumbrado a la oposición a reaccionar igual y que ahora no puede extrañarse que así sea. Cree que así lo más difícil es conseguir que la población salga bien informada de la tragedia. 

Su colega Orlando Peralta, presidente del Colegio de Politólogos de Santa Cruz, considera que la gente se dio cuenta en las mismas redes sociales de que los políticos estaban diciendo disparates. “Se trata de gente radical. Dos de ellos han sido ministros de Gobierno y sus palabras no han tenido repercusiones por lo disparatado de lo que escribieron”, dijo Peralta.

Para él, más peligroso fue lo que sucedió en las redes sociales, la ola de rumores que causaron pánico. “Eso demuestra que el miedo se puede viralizar. Oruro tuvo un ataque de pánico el martes de challa, la gente antes de razonar, se dejó llevar por sus emociones y eso puede ser muy peligroso”, dijo Peralta.