El vocero de la causa marítima considera que la corte de La Haya ha tenido una mirada conservadora que impidió dar curso a un fallo que generaría jurisprudencia

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2 de octubre de 2018, 13:00 PM
2 de octubre de 2018, 13:00 PM

Carlos de Mesa está notoriamente agotado. Acaba de dar una conferencia de prensa y asumir su parte de responsabilidad en la derrota en La Haya contra Chile. Pese a la goleada, defiende el planteamiento y asegura que había bastantes elementos como para esperar la victoria y demostrar que Chile se obligó a negociar, pero el planteamiento boliviano era muy de vanguardia y la corte muy conservadora. 
Está disponible para lo que sea en el tema marítimo, pero esa decisión no está en sus manos y la deberá tomar el presidente Morales. Aconseja prudencia y dejar que el fallo sedimente.

El resultado es lapidario. Es una derrota que nadie en Bolivia o Chile se esperaban. Todos los argumentos presentados por Bolivia fueron desechados.

 ¿Cómo cree que se construyó esta derrota?

Sin duda no es lo que esperábamos. Sin duda. Elemento central del fallo es la no obligación, ratifica la no obligación de Chile a negociar una salida soberana al mar para Bolivia, pero el contexto de aceptar esa realidad, aceptar el fallo, discrepar con la realidad, en términos de lo que ha sido una lectura exegética de la letra muerta de lo planteado por Bolivia, creo que el reconocimiento de que hay un tema pendiente, es algo que marca un camino hacia adelante. La teoría que eso cierra completamente el tema de manera indefinida, es obvio que en un momento como este, la posición de Chile es la que espera. En ese contexto, hay que dejar que esto sedimente y establecer cuál es el camino para reformular una negociación con Chile. Creo que no es el momento ni el escenario ideal, muchísimo menos.

_No será hoy la negociación, habrá que saber leer señales para plantearla.

No. El planteamiento de Bolivia está intacto. Es un punto de vista correcto desde la perspectiva de lo que representa el reconocimiento internacional de ello, pero hay que dejar que esto sedimente, tener una idea de reformulación de la política internacional del país, marcar un paréntesis, hacer una evaluación de lo que se ha vivido y esperar prudentemente una circunstancia mejor que la que atravesamos.

_Se puso mucha energía en este juicio, se invirtieron entre cinco y siete años, se unió a expresidentes que tienen marcadas diferencias con el presidente Morales y aun así se perdió. ¿Qué cree que falló?

No creo que fallara, desde el punto de vista de la estrategia y desde el punto de vista jurídico, nada esencial. Sino que además que Bolivia encontró un camino que lo ha demostrado el fallo de 2015, que es más importante de lo que se supone, por lo que representa. No solo es el reconocimiento de la cuestión pendiente, sino de acotar el Tratado de 1904, que es algo que Chile tiene que releer hoy día. No puedes afirmar que el tratado es el final de un problema cuando hay un reconocimiento de la Corte Internacional de Justicia de que el tema está ahí, a pesar del tratado. Ahora bien, desde el punto de vista de la expectativa, de la consideración de lo que es una obligación jurídica que tiene que ser honrada por el país que hace sus compromisos, yo creo que ha sido interpretada de manera radical y demasiado positivista por la corte, y, en ese sentido, el resultado del fallo no creo que esté en planteamiento, sino en la mirada conservadora de una corte, que no quiso dar un fallo que iba a generar una jurisprudencia, no solo para Bolivia y para Chile, sino para el derecho internacional en su conjunto. Hay intereses y potencias muy grandes que no tienen la menor alegría en que eso siguiera adelante.

_¿Fuimos muy pequeños como país como para obtener un fallo más audaz de la corte?

Pudo haberlo planteado otro país y en la lógica de una mirada conservadora y continuista, el planteamiento de Bolivia era muy de vanguardia, genera riesgo y abre una suerte de caja de Pandora que la comunidad internacional ha decidido dejar de lado y, como muy bien dijo Remiro Brotóns, la seguridad jurídica pudo más que la justicia.

_En ese sentido, ¿pesó mucho la posición de Harold Koh en los alegatos?

Indudablemente la mirada apocalíptica del doctor Koh ha podido influir. De alguna manera Koh representa la forma de ver geopolíticamente de EEUU, cuando era abogado de Chile en la primera instancia, era un colaborador muy importante de Hillary Clinton que aparecía como la candidata ganadora para las elecciones de Estados Unidos. Sobre todo, Koh representa la mirada geopolítica de EEUU, que no tiene ningún interés que se abra un espacio, cuando ya de sí, el presidente de EEUU tiene un desprecio por el multilateralismo, por las cortes internacionales y peor aún si la corte se animaba a ir más lejos de lo que la “prudencia” le marcaba.

_¿En qué cimentamos entonces tanto optimismo con el que llegamos a La Haya?

En la correcta construcción jurídica. Tú estableces una lógica después de un tratado internacional y tú, que has firmado ese tratado, o sea Chile, dices “estoy dispuesto a negociar contigo, porque me doy cuenta de que tienes un problema que hemos generado nosotros y solo nosotros lo podemos resolver y estoy dispuesto a hacerlo”. Si lo haces durante un siglo, no se puede establecer que son temas preliminares que no te generan ninguna obligación. Si lees los contenidos de las notas de 1950 y los detalles de Tratado de Charaña. Si tú lees las cartas de Patricio Carvajal cuando les dice ‘vamos a negociar, estamos dispuestos a negociar para otorgarles un acceso soberano al mar’ y la corte interpreta que eso no genera ningún compromiso ni puede tomarse como un tratado, estamos con un problema de interpretación muy complicado. En consecuencia, podría darte un conjunto de argumentos para mostrarte cuál es la solidez de Bolivia, pero estamos en un contexto, uno tiene que remitirse a la interpretación exegética y de letra muerta que ha hecho la corte.

_¿De dónde debería partir ese diálogo? ¿De un enclave sin soberanía al norte de Arica? ¿En qué tiempo se lo puede plantear?

Sería una absoluta imprudencia, a tres horas del fallo, hacer una presunción de lo que tenemos que hacer, de lo que Chile dirá de aquí a 100 años, a 20 o a cinco. Creo que lo fundamental, lo responsable, lo serio, es hacer un análisis a detalle del contenido del fallo, primero. Segundo, plantearse las preguntas adecuadas de una estrategia de un tema que no se ha cerrado, porque este tema no se ha cerrado, y no ir más delante de eso. El fallo te plantea una reflexión, una sedimentación, que vale para Chile y que vale para Bolivia. Chile está viviendo un momento emocional muy importante producto del fallo y, por lo tanto, no le hagas una pregunta racional cuando está en un momento emocional. Eso quiere decir, además, que si han pasado más de 100 años desde el tratado y más de 130 desde la guerra, eso te hace pensar que los tiempos no son los tiempos de dos meses, una semana. Son más largos. Tampoco son de 20 años o de 100, pero tienen un espacio y una lógica distinta a partir de este resultado.

_¿Y su futuro en la política?

No, el tema político hoy no entra en juego. Hoy es 1 de octubre, vinculado a la cuestión marítima.

_¿Se lo tengo que preguntar mañana? Usted dijo que después del fallo lo definía.

Si mañana me agarras, charlamos.

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