Directivos y médicos del hospital Jorge Uro de La Quiaca claman por ayuda económica para atender a pacientes bolivianos. Muchas mujeres cruzan la frontera para que sus hijos nazcan en territorio argentino y obtener beneficios sociales. 

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3 de marzo de 2018, 4:00 AM
3 de marzo de 2018, 4:00 AM

La necesidad se siente en los pasillos del hospital Jorge Uro, de La Quiaca, en el extremo norte de Argentina, en la frontera con Bolivia. Cientos de personas, entre argentinos y bolivianos, hacen fila para una ficha a partir de las 10 de la mañana. Muy pocos saben del conflicto desatado por la prestación de servicios de salud, que la provincia de Jujuy quiere cobrar a través de un sistema de reciprocidad con sus pares bolivianos. 
Flora Prieto Márquez tiene 23 años y una hijita. Vive en Villazón, a cinco kilómetros del centro médico argentino. Llega al lugar a pie, por la simple razón de sentir que el servicio tiene mayores beneficios que del lado boliviano. Es tímida, como casi todos los migrantes que habitan la fría puna jujeña. “Siempre vengo porque me atienden muy bien”, asegura.

Mariela Domínguez no da abasto para dar los turnos de esta mañana. Vilma Gladis Carvajal se acerca a la ventanilla y habla con firmeza. “Quiero sacar turno para mi hijita, para el pediatra”, afirma. La funcionaria arma rápidamente una ficha con los datos principales de la menor y de su madre. Igual que Prieto, Carvajal vive en Villazón, pero llega en busca de una consulta médica.

Fernanda Elías es la directora. El hospital que ella dirige tiene 80 camas que están ocupadas, casi, en forma permanente. No solo los bolivianos se atienden en el lugar, también los ciudadanos de la vecina provincia de Salta cuyos pueblos más alejados no tienen acceso a los hospitales salteños.

“Este conflicto se ha creado innecesariamente, porque la estrategia de la provincia es poner en marcha el concepto de recupero, es decir, que aquellos pacientes que tienen obras sociales sindicales, medicina prepaga o seguros, paguen por los servicios que brinda el hospital público. Estamos sobrepasados, necesitamos ayuda”, asegura en diálogo con EL DEBER.

En ese sentido, “requerimos que la parte boliviana también haga un aporte para solventar los miles de pacientes que de ese país vienen a solicitar el servicio”.

Dos ciudades, un mundo

La Quiaca tiene unos 23.000 habitantes y un solo hospital público. Con más de 47.000 pacientes anuales, la situación del hospital no es la mejor. Y se nota por la precariedad de algunas de sus instalaciones. Al frente está Villazón, con 40.000 habitantes. En general, la frontera tiene una población aproximada de más de 60.000 personas, donde los servicios de salud son deficientes.

Solo en 2017, 1.616 bolivianos fueron atendidos en los consultorios externos del hospital Jorge Uro en los servicios de clínica médica, cirugía general, tocoginecología, pediatría, traumatología y odontología. 

Otros 1.848 lo hicieron en el servicio de guardia de emergencia y en los puestos de salud del interior del departamento. 

Esto hace un total de 3.464 bolivianos que llegaron hasta el Hospital Jorge Uro en 12 meses.

Elías señala que no hay que olvidar que muchos bolivianos tienen doble nacionalidad o tienen hijos argentinos con todos los beneficios sociales del sistema.

Los argentinos suman 18.156 en consultorios externos y 26.001, en emergencias. Un total de 44.157 pacientes atendidos en un año. 

“Para nosotros no es un problema atender a nadie, solo necesitamos más ayuda. El lío está con ‘los golondrinas’, que vienen a prestar el servicio y vuelven para allá”, indicó.

Además, según Elías, “allá dicen que discriminamos a los bolivianos, pero en realidad allá nos discriminan a nosotros porque tenemos que pagar por los servicios médicos como si fueran particulares. Cuesta reconocerlo, pero es así”.

El servicio más requerido por las migrantes bolivianas es el de ginecología. “De los 1.313 pacientes que tuvimos en un año, 265 fueron bolivianas, muchas de las cuales llegan en las últimas, a punto de parir, sin dar tiempo a nada”, explica Elías.
Los pacientes que requieren terapia intensiva y tratamiento de enfermedades complejas son derivados a los dos hospitales públicos ubicados en San Salvador de Jujuy, a 290 kilómetros de La Quiaca. 

Felisa Quispe tiene a uno de sus hijos en un aguayo que lleva sobre la espalda y una niña de cuatro años en la mano. Cuenta que hace el mismo trayecto cada semana para los chequeos médicos que necesita su hija. La mujer tiene un puesto de venta de comida en el centro de Villazón, donde vive junto a sus padres. Es madre soltera y asegura que la atención en los hospitales de Bolivia no es mala, pero prefiera venir a La Quiaca. 

También pidió turno para la ginecóloga, Analía Solis, quien accedió a hablar con EL DEBER. Según la especialista, la mayoría de las bolivianas que vienen a tener sus hijos en el hospital argentino lo hace por el documento para sus hijos. “Al nacer en territorio argentino tienen inmediatamente la nacionalidad y, con ello, todos los beneficios sociales que tiene un recién nacido”, explica.
Solis remarca que el hospital de Villazón tiene siete ginecólogos por lo que las mujeres cuentan con el servicio. “Vienen por el documento para sus hijos, esa es la realidad”, afirmó.

Para saber

Fenómeno creciente

Tania Dávalos es la responsable de la unidad de estadística del Hospital Jorge Uro de La Quiaca. Sus datos confirman un fenómeno creciente. La migración golondrina se ha multiplicado en la frontera con Bolivia. 

Los bolivianos ocupan casi el 10% de los servicios médicos de esta unidad médica. Un problema que enfrentan las cifras de esa unidad es el registro doble o subregistro. “Están los bolivianos que vienen con una cédula boliviana y están los extranjeros radicados en Argentina.
“No podemos dar una cifra exacta en el caso de niños que tienen documento argentino porque nacieron aquí y tiene padres bolivianos y viven y residen en la ciudad de Villazón”, indica.

El servicio más requerido es ginecología porque las madres vienen con los controles avanzados a tener aquí a su bebé. También hay demanda en traumatología y cirugía. 

Además, por esta época comienzan las clases y les piden varios requisitos, entre ellos documentos médicos.