Algunos, los que tienen mayor intención de voto, tratan de recurrir al espíritu del 21-F, pero sin hablar aún de unidad. Otros, como Patzi, creen que hay que al menos limitar el poder de Evo en la Asamblea

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19 de mayo de 2019, 4:00 AM
19 de mayo de 2019, 4:00 AM

Cuando supieron que Luis Almagro vendría a Bolivia, las cabezas de la oposición boliviana insistieron en reunirse con él. Veían en el Secretario General de la Organización de Estados Americanos a un aliado. Era el hombre que le había exigido a Evo Morales, en septiembre de 2017, respetar la voluntad popular expresada en el referendo del 21-F. Era el líder continental que en abril de 2018, justo antes de la Cumbre de las Américas de Lima, había pedido una opinión a la Comisión de Venecia para tener argumentos para decir que la reelección no era un derecho humano y que limitar los mandatos no violaba ningún derecho, ni de los electores ni de los elegibles.

Tras el respaldo del uruguayo a la repostulación del binomio oficialista y después de que las plataformas reaccionaran, ahora las cabezas de oposición dicen que esto lo deben resolver en el país y tratan de rescatar la mística del 21-F, solo que sin unidad y con políticos, lo opuesto a las dos claves que llevaron al éxito en 2016.

Ceguera selectiva

Vieron señales de cambio de opinión en Almagro -así lo confesó después Óscar Ortiz, candidato de Bolivia Dice No-, pero nunca se esperaron una declaración como la que hizo en la Casa Grande del Pueblo. La primera fue en la reunión que tuvo el secretario de la OEA con Evo Morales en Nueva York, en septiembre del año pasado, cuando lo proclamó como “adalid de la igualdad”. No quisieron, sin embargo, escuchar otras, como el discurso del uruguayo en un encuentro de liberales en Lima, en el que se refirió a los procesos de Nicaragua, Venezuela y Cuba como dictaduras, pero no hizo ni una sola referencia al caso boliviano, pese a que muchos activistas y autoridades lo vistieron con chalinas del 21-F y lo declararon como la última esperanza para evitar tener a Evo en la papeleta electoral.

Así, cuando Almagro respaldó la repostulación del binomio presidencial, antes de reunirse con ellos, los discursos preparados se desmoronaron.

La primera forma de reaccionar fue la descalificación. Jaime Paz (FRI) escribió un tuit para echar a Almagro del país. Víctor Hugo Cárdenas (UCS) se comunicó con EL DEBER para conminar a sus adversarios a dejar plantado al uruguayo. “Exijo, invito, emplazo a los candidatos que habían concertado cita con él, la cancelen, porque con este señor no hay nada de qué hablar. Los bolivianos somos dignos y no podemos aceptar que en nuestra propia casa, en nuestra propia cara, nos nieguen, nos ofendan el voto popular”, dijo Cárdenas.

Ortiz entró a hablar con él solo para poder pegar un ‘portazo’. Había exigido esa reunión. Sus compañeros de partido habían dicho que cómo era posible que reciba a Mesa y a él no. Al final se la concedieron y usó su reunión para decirle a Almagro que ya no tenía sentido reunirse con él, que, al desconocer el 21-F, estaba dando un golpe a la democracia, que al llegar a Bolivia un día antes del inicio de la campaña oficialista y encima ir a Chapare provocaba que ya no le tuvieran confianza. Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana), sí completó el encuentro, pero confesó su pesimismo al salir.

La reacción

La confusión duró hasta el final de la tarde. Los primeros en despertar fueron los integrantes de plataformas que nunca creyeron en la vía internacional para sacar a Evo Morales del poder. Ríos de Pie y otras agrupaciones comenzaron a postear en Facebook arengas a mantener la movilización y los candidatos se comenzaron a unir.

“Esto ratifica que tenemos que tomar conciencia, que debemos trabajar para sacar al MAS del poder, porque si no lo que viene es un régimen más autoritario, cada vez más complejo y abusivo”, dijo Ortiz, que sin embargo no quiere abandonar la vía internacional y tratará de convencer a los gobiernos vecinos de que “hay un tercer país que está en camino de perder su democracia”. Los otros dos son Venezuela y Nicaragua.

Gustavo Pedraza, compañero de fórmula de Mesa, leyó mejor la idea de los jóvenes en las redes. Rápido dijo que “es aquí en Bolivia donde se debe reafirmar la vigencia de la democracia” y que Comunidad Ciudadana reafirma su condición de respeto al 21-F. Cataloga el capítulo Almagro como parte de la estrategia oficialista de decir que la protesta está enterrada, que es pasado.

“La lucha es en el territorio nacional, no podemos esperar que un organismo internacional defina nuestro destino, tenemos que definirlo internamente, dependerá de los bolivianos”, aseguró.

Pero nadie cuenta -o sabe- cuál será el mecanismo para conducir a esa -en teoría- mayoría de bolivianos que no quieren que Morales siga en el poder. Cuando se le consulta a Ortiz si irá a la reunión que los cívicos han citado en Cochabamba a finales de mes, no es contundente en su respuesta. Cárdenas la está esperando para definir su campaña. Al igual que Virginio Lema, del MNR, dice que no hará campaña mientras Evo y Álvaro se bajen de su candidatura, algo improbable.

Otros, como Félix Patzi, tienen una posición más pragmática: salvar el tercio. “La lucha mayor sin duda es la parte legislativa. Si tenemos una composición totalmente plural, no se va a dejar un camino llano a Evo Morales. Hasta el momento ha podido legitimar sus actos porque tiene los dos tercios”, dijo el postulante del Movimiento Tercer Sistema.

Mientras tanto, desde el MAS, siguen retando a la oposición al mismo juego: propongan algo distinto. “Lo que les queda es lo que siempre han debido de hacer: armar una propuesta mejor que la del MAS, tratar de convencer a la población que tienen mejores ideas para el futuro del país, dejar de engañar y mentir al electorado”, lanzó el guante Manuel Canelas, ministro de Comunicación.

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