En el segundo día de argumentaciones, los abogados bolivianos demostraron que hay más de un siglo de negociaciones continuas tendientes a poner a Bolivia de nuevo en las costas del Pacífico

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20 de marzo de 2018, 9:30 AM
20 de marzo de 2018, 9:30 AM

En el segundo día de alegatos, el equipo jurídico boliviano se dedicó a argumentar lo cimentado en la primera jornada: existe un diferendo marítimo con Chile. Dos minutos después de las cinco de la mañana, Antonio Remiro Brotons retomó el uso de la palabra para poner el marco a lo que se hablaría durante el día. Enumeró uno a uno los momentos de negociación entre Chile y Bolivia después del Tratado de 1904. Habló de cartas a la extinta Liga de las Naciones (una especie de ancestro de la UNO surgido tras la Primera Guerra Mundial), de las cartas diplomáticas de los 20, cuando Chile se acercó a Bolivia para tratar de acercarlo a su posición y ponerlo en contra de Perú para la disputa sobre Tacna y Arica, del tratado entre ambos países que puso fin a ese diferendo y que implica  a Bolivia como un futuro beneficiario de una cesión territorial que solucionara su enclaustramiento.

Luego enumeró los protocolos de negociaciones de la década del 50, de la carta del embajador Manuel Trucco de 1961, de la negativa chilena de negociar durante esa década, cuando se construyó la tesis de que ya todo estaba resuelto en el Tratado de 1904 y del acuerdo de negociaciones del Abrazo de Charaña.


Luego fue el turno de Amy Sander, abogada inglesa que no intervino en la primera jornada. Ella se encargó de demostrar cómo Chile, en el marco de la OEA, estuvo en tres ocasiones de acuerdo con que había algo por discutir con Bolivia, en declaraciones entre 1975 y 1983. Consideró que, dada la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia, esto constituyen obligaciones jurídicas. 

El iraní Payan Akhavan aportó con más jurisprudencia y comenzó a desgranar la dúplica chilena. Recordó que la Corte Internacional de Justicia, en 1974, consideró como obligación jurídica las declaraciones del entonces presidente de Francia sobre el cese de las pruebas nucleares atmosféricas, para pasar al siguiente año a las pruebas subterráneas y lo obligó a cumplirlas. También consideró que no sucedió lo mismo con una declaración del presidente de Malí sobre su frontera con Burkina Faso, por tratarse de una declaración hiperbólica, de una metáfora para una entrevista de prensa. 


Akhaban hizo dos diferenciaciones. En el caso del malí, se trataba de una declaración, en cambio, el francés, había hecho varias, pero muchas menos y menos formales que las declaraciones chilenas sobre la necesidad de satisfacer la aspiración boliviana de retornar al Pacífico. Además, la declaración del malí citada por la dúplica trasandina, se trataba sobre un conflicto de fronteras. En el caso de la demanda boliviana, no se trata de un problema de límites fronterizos, ya que Boliviano denunció el Tratado de 1904, sino la obligación chilena de sentarse a negociar.

El profesor francés Mathias Forteau fue el encargado de rematar la faena. También hizo referencia a la dúplica chilena. Dijo que en ella los juristas argumentaban que Bolivia ha renunciado a su derecho al mar, que cada ciclo de negociación era autónomo y que tenía un periodo de vigencia y que con el fracaso de la negociación del acta de Charaña se había acabado la obligación chilena de negociar.

Forteau comenzó por demostrar que incluso cuando Chile argumenta que Bolivia dejó de protestar por el mar –entre 1926 y 1935, cuando estaba en la Guerra del Chaco-, Chile firmó su tratado de límites con Perú en que se reconoce implícitamente que hay una cuenta pendiente con Bolivia, que es la devolución de su condición marítima. Esto se verifica con la inclusión de la cláusula de cesión territorial a un tercero. En este caso, el único tercero que tiene frontera con ambos países en ese punto es Bolivia. 



También desmontó el segundo argumento demostrando que los documentos de las sucesivas negociaciones hacen referencia al periodo anterior. Para Chile, esos son antecedentes, no precedentes. Para los abogados que representan a Bolivia, precedente y antecedente jurídicamente significan lo mismo. El tercer punto, que Charaña puso fin a todo, lo desmontó Forteau haciendo referencia a lo ya expuesto por Sander –las declaraciones de la OEA suscritas por Chile- y por los nuevos periodos de negociaciones de 1986 y 1987, denominado enfoque fresco, que fueron cortados de forma abrupta por una decisión unilateral de Chile.  

A eso le sumó que incluir la cuestión marítima como parte de la agenda de 13 puntos, ya en 2006, implica que Chile acepta que hay algo por negociar y que la aspiración de Bolivia es una salida al mar con soberanía. En todo caso, redondeó Forteau, la decisión de una de las partes de suspender un diálogo, no supone el fin de la obligación de negociar. 

Así concluyeron los alegatos bolivianos, que provocaron que los agentes y representantes chilenos dijeran alarmados que Bolivia comenzó exigiendo una negociación en La Haya y acabó pidiendo territorio chileno y una promesa de separar “papas y manzanas” mezcladas por Bolivia.
Desde el jueves, Chile tendrá la palabra.