En mayo pasado el volcán Kilauea en Hawái entró en actividad y desde entonces ríos de piedra derretida, humo y cenizas corren por el sureste de la Isla Grande hasta las agua del Pacífico. Pero casi tres meses después, nadie sabe cuánto durará la erupción.

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18 de julio de 2018, 17:32 PM
18 de julio de 2018, 17:32 PM
Durante más de dos meses, no ha dejado de vomitar lava ni de remecer la tierra.

En mayo pasado el volcán Kilauea en Hawái entró en actividad y desde entonces ríos de piedra derretida, humo y cenizas corren por el sureste de la Isla Grande hasta las agua del Pacífico.

Hay más de 10.000 evacuados, decenas de casas han sido destruidas y varias comunidades cercanas han quedado desiertas.

La magnitud de la erupción ha hecho que hayan emergido nuevas islas y en algunas áreas la costa se ha extendido producto de la lava.

Casi tres meses después, el Kilauea sigue despierto y los científicos no ven señales de que la actividad vaya a disminuir en un periodo cercano.

"No se ha registrado ninguna señal de cambio: no ha disminuido la cantidad de lava que emana, ni los temblores de tierra… Entonces, no hay indicios de cuánto más magma va a continuar brotando", explica a BBC Mundo la vulcanóloga Janine Krippner.

No obstante, de acuerdo con la investigadora de la Universidad de Concord, lo más llamativo no es la erupción en sí misma, ya que el Kilauea ha estado activo desde 1983.

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El
volcán lleva casi tres meses en erupción.

"Lo que sucede es que en mayo la actividad del volcán cambió. Desde entonces está brotando lava en nuevos lugares y se han reportado también nuevos flujos. Ahora vemos también grandes cantidades de subsidencia en la cumbre (hundimiento de la superficie) que ha llegado hasta una de las zona habitadas", señala.

La lava que brota ahora, según la experta, es más líquida y más rica en gases tóxicos que la de los primeros días, lo que hace que se mueva más rápido o se reporten mayores explosiones.

Una "bomba de lava", de hecho, hirió a inicios de esta semana a 23 personas que viajaban en un bote por las costas de la Isla Grande a decenas de kilómetros del volcán.

Pero ¿cómo se explica que, tanto tiempo después, la erupción del Kilauea no parezca disminuir?

Volcán joven

Según Krippner, el Kilauea es un volcán geológicamente muy joven, lo que lo hace ser particularmente activo.

De hecho, indica la experta, se ha caracterizado históricamente por estar entre los más activos del mundo.

Pero algo lo diferencia de los otros volcanes.

"La mayoría de los volcanes más activos del mundo, están sobre zonas de subducción de placas tectónicas (una placa se desplaza debajo de la otra), pero la situación en Hawái es diferente", señala.

"Lo que sucede allí es que los volcanes están sobre una especie de puntos calientes, un área de flujos a muy alta temperatura en la que el calor hace que el magma suba a presión. Y a medida que va subiendo, va derritiendo más roca. Esta es una particularidad que hace a estos volcanes de Hawái especialmente activos", señala.

La vulcanóloga asegura que lo que hace inusual la actual erupción del Kilauea es que:

  • Se está dando cerca de una región donde vive personas
  • La cantidad de lava que está emanando es elevada

Sin embargo, señala que ha habido volcanes que han estado en erupción por más tiempo: todo depende de la cantidad de magma que se esté generando bajo el lugar donde están localizados.

"Hay volcanes que han entrado en actividad por meses e incluso por años. Lo que pasa ahora es que como está cerca de una zona habitada, ha tenido mayor cobertura de medios. Pero en estos momentos hay 43 volcanes haciendo erupción en todo el mundo y mucha gente no lo sabe", señala.

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La
lava se ha acercado a zonas habitadas.

La gran duda entonces es saber cuándo terminará.

Pero ¿por qué a los científicos se les hace tan difícil pronosticar el fin de la erupción de un volcán?

Sin pronósticos

"Es muy difícil pronosticar cuándo terminará la erupción de cualquier volcán porque depende de la cantidad de magma que haya debajo de la superficie y no tenemos forma de saber eso", explica Krippner.

Señala que, generalmente, los vulcanólogos pueden inferir que una erupción llegará a su fin cuando los efectos asociados a esta comienzan a presentar una disminución, como puede suceder con los flujos de lava o los sismos que estos generan.

Sin embargo, reitera que esto todavía no se ha comenzado a percibirse en el Kilauea, por lo que no sabe decir cuánto tiempo más pueda durar esta erupción.

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