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Reflexiones sobre el gas natural en Bolivia (I)

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16 de diciembre de 2019, 3:00 AM
16 de diciembre de 2019, 3:00 AM

Carlos Delius

EXPRESIDENTE DE LA CBHE

Todos conocemos que el sector de hidrocarburos fue una locomotora para la economía boliviana a partir del contrato de exportación de gas natural al Brasil, cualidad que puede perderse por múltiples factores. Los desafíos deben ser comprendidos de manera exhaustiva, lo que requiere de conocimiento y análisis metódico validado por datos. Como el acceso a los datos del sector es restringido, el enfoque de esta contribución es conceptual, no pretendo ser dueño de la verdad, sino todo lo contrario, la idea es plantear las preguntas correctas que deben hacerse los que están a cargo de la dirección sectorial. Para este propósito es importante contextualizar. Por la extensión del análisis, el artículo se publicará en tres partes.

El gas natural es un energético de origen fósil, como el carbón y el petróleo. En nuestro país en virtud a decisiones acertadas y manejo responsable se dio un desarrollo importante del gas natural, a fines de la década del 60 se conectaron las reservas de gas de los campos Rio Grande y Colpa al mercado argentino, este fue uno de los primeros contratos de exportación de gas natural en el mundo. En esa época ya era evidente que en nuestro país las posibilidades de encontrar petróleo eran menores que las de encontrar campos gasíferos. El desafío de monetizar este energético fue resuelto con la construcción de la línea de exportación Colpa Yacuiba, conectando los campos bolivianos con la red de ductos argentina. El contrato de exportación que había sido liderado por Bolivian Gulf Oil, creándose Yabog, sufrió retrasos por la nacionalización de la petrolera americana durante el gobierno de Ovando en 1969.

Esta nacionalización confiscaba los activos de Gulf Oil que entonces aportaban más del 70% de la producción. Tomó mucho trabajo recomponer el contrato con Gas del Estado Argentina y generar las condiciones que permitieron el financiamiento del proyecto, se tuvo además que acordar el pago por los activos de la empresa americana.

La exportación de gas natural junto con excedentes exportables de petróleo, resultó en un auge de ingresos para el sector. Fuimos beneficiados por el contexto favorable de precios, gatillado por la crisis petrolera originada por la guerra de Yom Kippur en 1973. Tanto la infraestructura de exportación de líquidos por el puerto de Arica como la exportación a Argentina tuvieron como ejecutores a la petrolera Gulf Oil.

Estos ingresos fueron insuficientes para evitar la crisis de deuda externa y déficit fiscal que se manifestó a fines de los 70, dando fin a un ciclo de crecimiento económico sin precedentes en la historia del país. Bolivia, a fines de los 80, perdió su capacidad de autoabastecerse de diésel; los excedentes exportables de líquidos ya eran, en gran parte, compuestos de crudos muy livianos (condesados de gas natural) que habían disminuido. La producción de líquidos estaba limitada por la cantidad de gas producido (mercado interno y de exportación) y era de bajo rendimiento de diésel. En algunos campos se llegó a quemar el gas natural, con tal de contar con los líquidos.

La exitosa exportación a la Argentina, y la prospectividad de gas natural en el subandino boliviano incentivaron a estructurar la exportación a Brasil. Los primeros acuerdos fueron firmados por los presidentes Banzer y Geisel, en mayo de 1974. Muchos cuestionaron esta exportación con una variedad de argumentos. Algunas carreras políticas fueron construidas demonizando la posibilidad de monetizar este recurso natural y causando grave daño al país.

Bolivia no pudo solucionar sus desequilibrios fiscales agravados por la caída del precio del estaño y los problemas derivados de años de estatismo. Esta crisis derivó en una hiperinflación durante gobierno de Hernán Siles Suazo (1982-1985). Bolivia marcó un récord mundial en el índice de inflación que llegó a un promedio mensual de 190,30%. Fue la administración de Víctor Paz Estenssoro que, con el DS 21060 de 1985, reformó el Estado con medidas de shock para estabilizar al país. Este plan utilizó a la empresa estatal YPFB como recaudadora de impuestos, asistiendo fiscalmente al Estado.

En este periodo las labores de exploración no tuvieron la intensidad necesaria, como ocurre generalmente con las empresas estatales, los fondos resultaron insuficientes. Tampoco había condiciones para atraer inversión privada para exploración. El principal factor a resolver era conquistar nuevos mercados para el gas natural. Con este propósito se recurrió a una nueva Ley de Hidrocarburos de 1996 (ley 1689), con el fin de crear una industria de gas natural moderna, en base al diseño estratégico concebido durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (el triángulo energético, la capitalización) que generaría excedentes a partir de la exportación de gas natural a Brasil.

El 1 de Julio de 1999 se dio inicio a la exportación de gas natural al mercado brasileño, Bolivia había generado un contexto favorable para la inversión petrolera. Con una normativa moderna, se logró atraer empresas de talla internacional explorando y desarrollando campos. Todo esto gracias a un sólido contrato de venta por 20 años al mayor mercado energético de Sudamérica. Es a partir de este éxito, mercado e inversión, que la economía boliviana alimenta un súper ciclo de ingresos.

La nacionalización decretada el día 1 de mayo del 2006 (la tercera en la agitada historia hidrocarburífera boliviana) sacude al sector y no solo aumenta la participación estatal en la renta, sino que interviene en las decisiones estratégicas. Los 13 años transcurridos desde la nacionalización han, sin lugar a duda, transformado al sector. Sin entrar a un debate sobre la realidad del periodo transcurrido, porque no es nuestro propósito, es necesario subrayar que los “logros” del sector han sido tratados como un relato de éxitos y virtudes que no necesariamente están respaldados por la objetividad de los datos y hechos, la eficaz captura de la renta petrolera que sin duda fue muy beneficiosa para el Estado, terminó, según mi opinión, obstaculizando inversiones en la renovación de las reservas. La nacionalización fue viabilizada por los altos precios de exportación de gas natural que permitieron pagar todos los gastos, recuperar los costos hundidos rentabilizando lo invertido antes de la misma.

Considero importante hacer esta contextualización porque tengo la percepción que no hay, una real comprensión del trabajo que toma crear mercados para el gas natural. La desvergüenza con la que se trató la importancia de los mercados ha confundido a muchas personas. No hay varitas mágicas y como seguramente se confirmará por los hechos, las cartas de intención de los últimos tiempos son solamente humo. Para ilustrar los esfuerzos que requirió el Estado boliviano para el contrato de venta al Brasil (GSA), cito al ex canciller y escritor Manfredo Kempff Suárez en ocasión de la muerte de Andrés Soliz Rada, ministro de la nacionalización del 2006. “Todo tiene un límite y las mentiras no pueden quedarse como hechos históricos. Eso sólo denigra a quienes callan habiendo sido testigos del pasado reciente. El general Banzer inició en 1974, durante su gobierno de facto, la política gasífera con Brasil y tuvo la fortuna de concluirla abriendo las válvulas del gasoducto con su colega Fernando Henrique Cardoso en 1999, en su etapa democrática. No significa, en modo alguno, que Hugo Banzer hubiera sido el único en negociar los acuerdos con Brasil, porque también lo hicieron los mandatarios militares que lo sucedieron en el poder, y con mejoramiento de los acuerdos y nuevos descubrimientos de gas, los civiles como Hernán Siles Suazo, Víctor Paz Estenssoro, Jaime Paz Zamora y Gonzalo Sánchez de Lozada. S.E., el actual Jefe de Estado, llegó con la mesa servida, para disfrutar hasta el hartazgo.”

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