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11 de diciembre de 2019, 3:00 AM
11 de diciembre de 2019, 3:00 AM

Es difícil imaginar una Navidad sin regalos, pero esta tradición de hecho es bastante reciente. La moda de los regalos se instauró hace unos 150 años. La culpable de esto fue la reina Victoria de Inglaterra, que a mediados del siglo XIX decidió hacer regalos a sus hijos cada Navidad.

Todo comenzó en 1841, cuando la reina le dio un retrato de ella misma a su esposo, el príncipe Alberto, al cumplir siete años de matrimonio. En 1850, los hijos de la reina obtuvieron varios regalos navideños, entre los que se encontraban una espada y una armadura.

La prensa inglesa en el siglo XIX ya era una institución enorme y de respeto. En esos años era común vender periódicos si en la portada se hablaba de un escándalo de la familia real. Ocasionalmente se hacía un recuento de las costumbres de los ricos y poderosos (más o menos parecido a lo que hoy se hace sobre la vida de las estrellas de cine), y la gente que leía los periódicos gustaba de imitar esas costumbres.

Por eso el gesto de la reina Victoria se expandió pronto y en poco tiempo se hizo costumbre navideña. Por si fuera poco, Victoria y Alberto también popularizaron la tradición de colocar un árbol dentro de la casa (originalmente era un abeto) y adornarlo en navidad.

La costumbre se popularizó

Sin duda alguna, el excesivo consumismo navideño es preocupante, pero el hecho de que se den regalos en esta época no es nada raro y es ya un sello de la fiesta.

Para los religiosos más conservadores los regalos navideños están en contra de la celebración del nacimiento de Cristo. Lo cierto, no obstante, es que la fiesta del solsticio de invierno (la raíz pagana de la Navidad, en el hemisferio norte) desde hace siglos está pensada para hacer feliz a la gente, por lo que la idea de los regalos parece bastante apropiada para festejar ese acontecimiento.

Mientras que, en el sur, el 21 de diciembre recibimos el verano. Los regalos se entregan a la medianoche del 24 o al amanecer del 25, eso no quita que los regalos tengan el mismo tinte, de festividad, paz y amor, principalmente para los católicos que creen en el adviento.



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