Opinión

“¡Todos con Evo!”

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11 de diciembre de 2019, 3:00 AM
11 de diciembre de 2019, 3:00 AM

Roberto Barbery Anaya

Involuntariamente, es el denominador común de este espantoso momento de confusión general: “¡todos con Evo!” (Dejo de lado aquí a los que actúan deliberadamente, porque exceden el ámbito de este análisis, claro…)

¿Cómo hemos llegado vertiginosamente a semejante despropósito? ¿Cómo podemos salir vertiginosamente de él, sin seguir invitando nosotros mismos a que se haga más daño a la incipiente restauración democrática?

Comencemos, inevitablemente, buscando responder la primera interrogante: inmadurez… Ese adjetivo lo resume todo; inmadurez de pueblo y de líderes. Hay una correspondencia entre ambos niveles: el adulo y la arrogancia van de la mano; son el anverso y el reverso de una misma moneda – lo previne, de manera enfática, en los anteriores artículos ( 3 y 6 de diciembre en El Deber), a riesgo de ser criticado “por los aspirantes a cortesanos y por los invertebrados de profesión”, además de ser malentendido por “los providenciales”, que no parecen sospechar que el valor es una cualidad filosófica que no tiene ningún sentido en los superhombres…

Propuse pensar y me contestaron que bastaba con rezar (sin contar la farisea predisposición a la “idolatría”, ciertamente, que merece un capítulo aparte…). Recordé que La Creación no solo nos dio rodillas sino también cabeza y que Dios, seguramente, se molesta cuando no la usamos, entonces me contestaron que era un “intelectual” que estaba subestimando al mundo entero…

Pero, bueno… ¿cómo salir de la estrategia involuntaria “Todos con Evo”? Convocando, inmediatamente, a un dialogo que busque concertar un solo candidato para enfrentar al MAS… ¿Quién lo debe convocar? No importa. Que sea Mesa, con la legitimidad que le otorga el hecho de ser el candidato de oposición más reconocido en las últimas elecciones, o que sea Camacho, con la legitimidad que le otorga el hecho de ser el líder más reconocido de la gesta que tuvo como desenlace la renuncia de Morales (¡mejor que sean los dos al unísono!)

¿Quién debe ser el candidato? Que lo definan ellos, aunque no debería importar tampoco demasiado… La lucha (por lo menos la mía y la de muchos otros bolivianos) no fue por candidatos. Fue para recuperar una democracia que alcanzó su grado más perverso de envilecimiento con el fraude – lo escribí en las redes sociales, durante la gesta de 21 días, cuando todavía el tirano estaba bien sentado, con el título “Por qué estamos luchando”.



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