Opinión

Dentro de la verdad, la prensa es una noble institución

7 de diciembre de 2019, 3:00 AM
7 de diciembre de 2019, 3:00 AM

No ser cajas de resonancias. Ni instrumentos de los dichos y los rumores de los candidatos. Ni vehículo del poder. Ni arma para destruir, manipular o mentir. Ni espacio abierto para el libre flujo de falsas noticias, acusaciones sin pruebas, manipulaciones.

El desafío que aguarda este proceso electoral a los periodistas de Bolivia y también del exterior, que estarán atentos a todo lo que ocurra en el país, es de enorme magnitud e importancia. Además es la oportunidad de oro, desde el retorno de la democracia, en octubre de 1982, para afianzar y extender la imperiosa necesidad que tiene toda sociedad democrática, el ejercicio de un periodismo responsable, ético, libre y distante del poder.

El periodismo en los últimos 14 años ha sido estropeado y censurado desde el poder. El gobierno anterior usó todos sus instrumentos para meter miedo y generar los altos niveles de autocensura que se dieron en la mayoría de los medios de comunicación. Consiguió su propósito. Ante lo cual y por el descontento generalizado de que la prensa estaba al servicio del poder de turno, la gente se las ingenió y utilizó su propio poder, aquello que le daba y la da las redes sociales.

Uno de los elementos que visibilizó los actos irregulares y fraudulentos el 20 de octubre, día de las elecciones, fue el uso intensivo y masivo que las personas hicieron de sus celulares: registrando fotos, videos y luego los difundían, para que a su vez se viralice en miles y miles de celulares. El poder tembló, y se sentó a escuchar a Soda Stereo, “Cuando pase el temblor”.

Hace más de 200 años, Rousseau dio en el clavo: “Quienes controlan las opiniones de un pueblo controlan sus acciones”. Esto trató de hacer el régimen de Evo Morales. Inundó de propaganda la Tv, llenó páginas en los periódicos, tenía un ejército de guerreros digitales, los medios del Estado se concentraron en la imagen del líder supremo. Entendieron muy bien esta dialéctica, de asumir control desde la opinión pública, por la enorme capacidad de movilización que eso genera.

Lo que también hizo Hitler: “La dictadura difirió en un punto fundamental de todas sus predecesoras en la historia. Fue la primera dictadura del presente periodo de desarrollo moderno, una dictadura que hizo un uso completo de todos los medios técnicos para la dominación de su propio país. Mediante elementos como la radio y el altoparlante, ochenta millones de personas fueron privadas del pensamiento independiente. Es así como se pudo someterlas a la voluntad de un hombre”, explicaba así Albert Speer, el ministro de Armamentos de Hitler.

No se trata de comparar ambos regímenes y lo que hicieron. La historia los juzgará. Pero en las acciones del uso de los medios de comunicación para moldear una opinión y que se endiose a una persona, hay coincidencias. Hoy en día, estamos repletos de instrumentos de comunicación e información, por lo que la gente también exige cada vez más al periodismo.

Por ello, el rol de la prensa es crucial. Los periódicos, las radioemisoras, los canales de televisión, y las redes sociales como nuevos protagonistas son indispensables para el fortalecimiento de la democracia o caso contrario, para su debilitamiento, en cuanto ejerzan un periodismo de servicio al pueblo y a la verdad, no al servicio del poder. Tomas Jefferson decía: “Dentro de la verdad, la prensa es una noble institución, amiga por igual de la ciencia y de la libertad civil”. Y en contrapartida, pueden estar al lado del poder, como lo advierte Aldous Huxley “Utilizados de otro modo, figuran entre las armas más poderosas del arsenal de un dictador”.

Ese es el camino y la única opción del periodismo boliviano, que lo hacen hombres y mujeres con sus debilidades y fortalezas, con sus capacidades y limitaciones, con sus opciones y sueños. La democracia se robustece y se amplía con una prensa que su único norte sea la verdad al servicio del pueblo.



Tags