Opinión

TCP: el vicio más antiguo

19 de noviembre de 2019, 3:00 AM
19 de noviembre de 2019, 3:00 AM



Cuando el tribunal constitucional plurinacional (TCP) dio su visto bueno a la designación de la presidenta Añez, consiguió que la presión acumulada en torno suyo se descomprima y, así, pudo pasar al discreto segundo plano donde le gusta morar, hasta lanzar un nuevo zarpazo.

Hoy, cuando están presos tres vocales del Tribunal Electoral Nacional (TSE) y en la misma situación un número mayor, no precisado, de administrativos y vocales de tribunales departamentales, el seguimiento noticioso se vuelca sobre ellos porque se trata de identificar a quienes estuvieron comprometidos con el fraude.

Ahora, es igual, o más importante, resolver la anormalidad monstruosa que origina la sentencia “constitucional” 0084-2017, cuando el TCP declaró, de hecho, inconstitucional a la Constitución y la manipuló, a gusto de Morales Ayma-García L., quienes por medio de su bancada plantearon un recurso que consiguió, entre otras cosas, anular el artículo que señala a la soberanía popular como fundamento del Estado y la democracia. Gracias a ello, suprimieron los resultados del referendo del 21 de febrero de 2016.

La operación militar, en el sentido del uso de la violencia, con que los parlamentarios del MAS y sus jefes del Ejecutivo forzaron esta sentencia, a vocales, nos ha dejado en una situación legal y constitucional, completamente aberrante, en la que con toda tranquilidad, Morales, en el lugar donde ha fugado, vuelve a decir que la Constitución no ha sido modificada, pero que, igual, él y todos los otros funcionarios electos pueden presentarse indefinidamente a elecciones.

La sentencia 084 ha suspendido la vigencia de la Constitución y ha instituido al TCP como un ente que está por encima de ella y que puede reformarla, cuando y como quiera.

Esa situación debe corregirse ahora mismo. No puede hacerse por decreto, como lo ha sugerido la presidenta; ni por ley. Tienen que ser los propios vocales del TCP que reparen esta situación y para eso se necesita plantear un recurso de revisión y enmienda, con el argumento básico y sustancial que nadie puede estar por encimas de la Constitución, menos el TCP.

A esta demanda debemos suscribirnos todas las instituciones y los ciudadanos y ciudadanas, dándole también oportunidad a los parlamentarios del MAS, para que enmienden el haber planteado la ruta que recorrió el TCP.

Si en plazo perentorio, los hoy titulares del TCP no atienden y resuelven la monstruosa situación que han creado sus predecesores, están obligados a renunciar, por no cumplir la CPE y conminatoria de la sociedad en su conjunto.

A los suplentes que ocupen los cargos de los renunciantes se les debe plantear la misma cuestión.

Todos los tribunos titulares o suplentes que no la resuelvan, están obligados a renunciar. Si esto deja completamente vacante al TCP ha de trasladarse la demanda a otro tribunal, porque todos, los magistrados -igual que los funcionarios jerárquicos-del país hicieron en el momento de posesionarse el mismo juramento.

Hasta hoy, han traicionaron su juramento inicial. Es hora que den cuenta de esta omisión. Y es hora de que el TCP, cargado y manejado por voluntades de canallas, deje de ser un arma que apunta a la sien de nuestra democracia y de su plena recuperación.

Ese es el comienzo cierto de la pacificación y el reencuentro. Es también el verdadero inicio para desenmascarar toda la impostura de los que, desde su cómodo y cálido autoexilio, están usando nuestros recursos para pagar el azuzamiento de la violencia y la confrontación.



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