Opinión

Cara a cara

18 de noviembre de 2019, 4:00 AM
18 de noviembre de 2019, 4:00 AM

Durante esta crisis política, en Bolivia han habido muchos esfuerzos periodísticos por tener al tanto a la población de lo que pasaba en cada rincón del país. En los lugares inaccesibles valieron los aportes de ciudadanos que hacían llegar videos y fotos de lo que acontecía; entonces, el trabajo en los medios fue el de validar cada hecho para no contribuir a la avalancha de noticias falsas que también circularon. Entonces resultaron indignantes, como periodista y como ciudadana, las noticias ‘fabricadas’ por un reportero argentino que utilizó niños y que solo mostró la parte de la realidad que se adecuaba a su hipótesis particular. Llegó incluso a insultar a una joven en La Paz por el solo hecho de pedirle que diga la verdad. Sin duda, eso no es periodismo.

En el otro lado de la vereda, nunca dejaré de lado la militancia en el derecho a la libre expresión. Durante el anterior Gobierno fueron muchas las denuncias internacionales de “asfixia económica” a medios y periodistas; así como la de otras presiones que causaron autocensura en muchos espacios. Por esa razón, ahora y siempre los periodistas vamos a reivindicar el principio constitucional de libertad de prensa, que debe ir acompañado de la responsabilidad de informar con veracidad. No hace falta la amenaza de iniciar procesos por tales o cuales delitos, sino simplemente demandar que los valores de la democracia sean los que rijan el accionar de los bolivianos en cualquier espacio en el que se desenvuelvan.




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