OpiniónOPINIÓN

El desafío de un OEP independiente

El Deber logo
17 de noviembre de 2019, 9:25 AM
17 de noviembre de 2019, 9:25 AM

Dunia Sandoval - Comunicadora social


Un punto de inflexión del conflicto actual lo dio el informe preliminar de Auditoría, “Análisis de la Integridad Electoral de la Organización de Estados Americanos”, emitido el domingo 10 de noviembre. Este informe precipitó la renuncia de autoridades hasta el binomio de gobernantes-candidatos Morales-García. La OEA y el Gobierno de Bolivia habían firmado acuerdos respecto al análisis de integridad electoral de las elecciones generales del 20 de octubre. El análisis se centró en la jornada electoral y en los procesos de Transmisión de Resultados Preliminares, TREP y del Sistema de Cómputo Oficial. El Estado boliviano firmó un convenio en el que aceptaba que las conclusiones serían vinculantes.

Varios políticos de oposición, como es conocido, emitieron su rechazo a la Misión de Auditoría de la OEA, un juicio previo respecto a los resultados del trabajo que realizarían e incluso pidieron que se retiren del país. El antecedente de la visita del secretario general de la OEA, en mayo, cuando realizó polémicas declaraciones, fundamentaba el escepticismo respecto a los criterios de la OEA. Sin embargo, mi propia experiencia como vocal electoral de Bolivia, me convenció de la certeza de los resultados de la auditoría electoral. En mi participación como observadora electoral en Paraguay, Perú, Ecuador, Brasil, Guatemala y Colombia, entre 2015 y 2018, valoré la responsabilidad profesional de los observadores, que cuando visten el chaleco de una institución internacional, dejan de representar a sus países y sin ningún prejuicio manifiestan lo observado. Así lo hizo la misión de la OEA, en su informe el lunes 21 de octubre: “la inequidad evidente entre las candidaturas. Ha sido notorio el uso de recursos públicos durante la campaña. A pesar de estas condiciones, la ciudadanía participó de manera pacífica, ordenada y masiva el 20 de octubre. (…) La misión de la OEA manifiesta su profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares conocidos tras el cierre de las urnas.” [2]

En las misiones de observación electoral, la OEA, Unión Europea, Uniore, llegan a los países entre dos y cinco días antes del comicio, reciben información de la organización y naturaleza de la elección o referéndum, aspectos legales, conversaciones con los miembros de los partidos en pugna o las posiciones en disputa. Se desplazan a distintos Estados, Departamentos, Provincias, sitios urbanos y rurales, preguntan, observan, toman nota, llenan formularios. Retornan el día lunes siguiente para realizar el informe. Siempre que he participado, los resultados preliminares se dan a las 8 de la noche y hasta la medianoche como máximo ya existe un resultado consolidado. Los datos se van viendo en línea, en el tiempo real en que son transmitidos. Es por eso que las misiones de observación electoral, tanto de la OEA, como de la Unión Europea notaron inmediatamente como un hecho irregular, la interrupción de la transmisión de datos.

En el caso de Bolivia, tuvimos observaciones electorales positivas, con transmisión rápida de actas en el Referéndum Constitucional 2016 y en las Elecciones Judiciales 2017.

Hay diferencia entre observación electoral y auditoría. Ésta no se da durante el proceso, sino de manera posterior e inmediata. La auditoría electoral es más profunda y solamente la cantidad de expertos les permitieron realizar el trabajo en condiciones adversas y en solo nueve días. Los resultados son totalmente técnicos.

Según lo observado por los auditores: “No estuvo monitoreado el 100% flujo de datos del TREP. No estuvo bajo control y conocimiento del responsable técnico del Sereci la infraestructura. Se operó con un servidor que no estaba en la infraestructura del TREP “BO1 o “BO”. Se redirigió tráfico hacia una red de servidores ajena al TREP y Cómputo Oficial “BO20”. Es claro que los datos se redirigieron hacia una red fuera del control del Órgano Electoral, donde los datos pudieron ser y seguramente fueron manipulados. Por eso la OEA, concluye que: “No es posible dar certeza de los resultados del TREP.” [3]

En cuanto al cómputo oficial a cargo de los Tribunales Departamentales, “no se aplicaron buenas prácticas”. Sugiero a los interesados leer el informe de auditoría completo. En esta síntesis solo relievo que en el proceso de cómputo no existía la seguridad necesaria en los datos transcritos, se podían realizar correcciones luego de pasado el proceso. “Con un mismo código se pueden abrir varias sesiones, (sin autenticarse). Al retirarse quien estaba trabajando, se podría acceder con su usuario sin autenticarse, incluyendo roles que permiten validar actas”, es decir, una terrible falta de seguridad.

Por otro lado, se verificaron hechos respecto a falsificación de firmas y llenado de actas en varias mesas por una sola persona. No se informó a los delegados del cambio de lugar del cómputo en Chuquisaca y Potosí. “No existen los controles necesarios de cadena de custodia del material electoral sensible. Se evidencia la falta de resguardo, de previsiones adecuadas y poca coordinación de los TED con las fuerzas de seguridad.”, señala el Informe de Auditoría.

Finalmente, el análisis estadístico de la Auditoría de la OEA afirma que: “Teniendo en cuenta las proyecciones estadísticas, resulta posible que el candidato Morales haya quedado en primer lugar y el candidato Mesa en segundo. Sin embargo, resulta improbable estadísticamente que Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda vuelta.”

Considero mi obligación refutar las versiones de que la OEA miente, de que es un informe político, de que no tiene ninguna prueba, de que las actas afectadas son muy pocas y otras afirmaciones que forman parte de la guerra de desinformación.

He sido testigo de la rigurosidad el trabajo de la OEA a través del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral (DECO) tanto en referéndums y elecciones en Bolivia, como en otros países.

En este sentido, considero acertada la medida de la actual gestión gubernamental de transición el confiar en el asesoramiento de la OEA para lograr un rápido cambio de la legislación electoral, es urgente la eliminación de las elecciones primarias, y eliminar los delegados presidenciales en el TSE y en los TED, de manera que se garantice la verdadera independencia del Órgano Electoral. En eventos internacionales electorales, pregunté respecto a esta figura, y no existe en ningún otro país de la región. Bolivia merece un Tribunal Supremo Electoral y Tribunales Electorales Departamentales institucionalizados. Veo con esperanza los procesos de diálogo para lograr la pacificación y el ejercicio de los derechos políticos de los ciudadanos con legalidad y legitimidad. Este es el desafío.



Tags