Dejó la pantalla chica para dedicarse a su hijo, Lucas. Moverá más sus redes sociales y no descarta volver al teatro

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17 de noviembre de 2019, 3:00 AM
17 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Oxigenarse. Liberarse de la rutina. Eso es lo que Grisel Quiroga hace ahora después de su reciente alejamiento de la ‘caja boba’. La presentadora de televisión apretó el botón de pausa, porque cree que “siempre es bueno” detenerse un momento en la vida y “existir” en ese instante. Nunca lo hizo. No. Lo pensó y atravesó la puerta; hoy se alista para una nueva etapa.

Una rubia ‘reconocida’

Agradecida. Siempre lo estará. En su ex casa televisiva creció y evolucionó. Su nombre rebotaba en la audiencia como una pequeña pelota de tenis y su sonrisa se esparcía como el polen de las flores. Fue un trabajo arduo, pero consiguió cumplirlo hasta que se convirtió en una estrella de la pantalla. La popularidad es un concepto que espanta su cerebro para que no le quite los pies de la tierra. Sabe que la fama tiene un cuarto de hora y mientras que menos consciente sea de aquello, podrá condimentar su vida de felicidad.

Eso sí acepta que es “reconocida en el medio” y que hay miles de fans pendientes de ella. Eso, el cariño, los mensajes y la sonrisa de todos esos seres, llenan su alma y solo pueden producir agradecimiento. Y del bueno.

Una rubia inquieta

Lo revela. Su mente es una máquina de hacer cosas como una rueda de hilar que da vueltas y vueltas. La televisión ingresó a un break, pero no su vida. Por supuesto que no. Grisel volverá a la actuación e impulsará sus negocios personales, como su firma de moda y su empresa de cosméticos y productos dedicados al bienestar social. “Siempre he tenido los huevitos en diferentes canastas”, señala. Y es por eso que no le asusta el mañana. Sin embargo, siente que tiene mucho más para dar en la tele y que llegará ese momento en que detendrá el botón para activar el otro, el de play.

Una rubia casera

Para ella ‘liberarse’ es vestirse como un ‘callejero’ y tirarse a la cama. Eso no lo cambia por una bolicheada. Jamás. Y con ella está su retoño, su razón de vivir: Lucas; los dos son almas gemelas. Encienden el televisor, ponen una película de Marvel, abren la boca para degustar unas papas fritas y rechinan los dientes cuando ven cómo los Vengadores intentan destruir a Thanos.

Iron Man es el superhéroe favorito de la ‘Gri’ y Spider-Man, el de su hijo. Cuando están en su burbuja nada los saca de ella. Ríen, se emocionan y comparten con Chimuelo, Peppa y Cachuchín, sus perritos que adoran.

Si Grisel pudiera, adoptaría todos los perros de la calle. Sufre cuando ve a un can flacuchento perdido en medio del tránsito o cuando se le atraviesa un caballo jalando a una carroza. No descarta, en un futuro, instalar un refugio para estos seres de cuatro patas. “No quiero que se malinterprete, pero mientras más conozco a las personas, más amo a los animales. Tenemos tanto que aprender de ellos...”, apunta.

Una rubia rebelde

Siempre fue irreverente. Y nunca se sintió tan femenina. Eso de hablar delicado, caminar como una gacela o llevar un vestido de seda, definitivamente no compaginan con ella. Desde niña jugaba con pistolas y trenes. Se agarraba a golpes ‘de mentirita’ con su hermano mayor y muchas veces se sintió -y todavía se siente- como un hombrecito. Pero puede cambiar como un camaleón. Cuando despierta con ganas de ser otra ‘Gri’ se cepilla su cabellera, se maquilla, se rocía el perfume y se pone un atuendo a lo JLo.

Eso también es sentirse plena para ella. Eso es ‘vivir’. Tiene 38 años y no se arrepiente de nada. En lo absoluto. Muchas veces ya no planifica cosas en su vida. “No soy tanto de hacer planes, porque Dios se ríe de eso. Él tiene los mejores planes para uno”, encierra.

Una rubia mediática

No dejará huérfanos a sus fans. Durante estos meses de ‘liberación’ interactuará más en las redes sociales. Es una promesa de la ‘Gri’. Lee todo lo que le envían a su Instagram y cree que no es “digna” de merecer tanto cariño.

Hace otra revelación: es reacia a las entrevistas, porque no quiere ‘figuretear’ en los medios por respeto a sus ‘grilovers’. Hoy quiere descubrirse a sí misma. “Cuando estás con el tiempo ocupado, te olvidás de escucharte y sentirte”, reflexiona.

Después de nueve años volvió a subirse a un caballo. Con Pompeya salta, pero no tanto como lo hacía antes. Ya volverá a ese nivel. La equitación es algo que heredó de su papá y su tío. Y ahora, ella y Lucas están a las órdenes de su hermano mayor; ese mismo con el que se brincaba a golpes.

Y... ¿el amor? Siempre tendrá las puertas abiertas para este sentimiento. No le quita el sueño. No está arreglada con nadie y tampoco piensa en vestirse de blanco y dar el ‘sí, quiero’. Si eso tiene que llegar a su vida, solo llegará y punto. No descarta volver a su primer amor: el teatro.

Hoy pide paz por Bolivia. “Que se acabe la división. Olvídense de divisiones, oriente, occidente, derecha, izquierda... hagamos una nueva línea fundamentada en la paz, la libertad, el trabajo y la coexistencia”, señala. En este momento está en el avión con Lucas rumbo a Orlando, rumbo a su ‘libertad’.


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