Opinión

Desafío de los desafíos: Gobernabilidad democrática

15 de noviembre de 2019, 3:00 AM
15 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Hablar de gobernabilidad es hablar de democracia, la que se ha abierto paso desde la formulación que de ella hicieron los griegos, en el siglo V a. C., pasando por la concepción de la democracia liberal clásica, hasta las formulaciones de la democracia como poliarquía, entendida como la organización gubernativa, que entraña la descentralización del poder en beneficio de una constelación de centros de mando y autoridad, modelo al cual debiéramos apostar en las condiciones actuales de Bolivia, como la base de una gobernabilidad democrática.

El Gobierno de transición instalado recientemente es el resultado de una extensa movilización social urbana protagonizada particularmente por un movimiento espontáneo de jóvenes articulados por instancias cívicas, vecinales, universidades e iglesias, en contraposición a los llamados movimientos sociales básicamente rurales, siendo clave, para generar gobernabilidad, entender que la fuente del mandato del Gobierno de transición antes de ser el resultado de un acuerdo político institucional, es fruto de la acción de un sinnúmero de expresiones y actores sociales e institucionales diversos e incluso contrapuestos como los comités cívicos, Conade, COB, Csutcb, Conamaq, Cidob, Fejuves, Bartolinas, organizaciones estudiantiles y otros.

Solo generando una instancia consultiva de los actores políticos con el conjunto de estas expresiones de la sociedad civil organizada, se podría encarar el problema espinoso de restablecer la interacción entre el Estado y la sociedad que, por serlo, se juega en dos direcciones: del Estado hacia la sociedad y de la sociedad hacia el Estado, como la piedra angular de ese gran desafío de la democracia que es la gobernabilidad, es decir, la capacidad del Estado democrático para asegurar la estabilidad socio-política a partir de un procesamiento eficaz de la agenda político electoral del Gobierno de transición.

Asegurar la gobernabilidad es, pues, uno de los grandes retos del Gobierno de transición. Para eso se tienen que exorcizar los riesgos de la ingobernabilidad como los que se vive fruto de la crisis política y el débil afianzamiento institucional del ordenamiento democrático y ello sólo es posible a través del establecimiento de mecanismos permanentes de diálogo y concertación, siendo para ello imprescindible contar con promotores del diálogo, es decir, actores eclesiales, universitarias, diplomáticas, sociales, institucionales que hagan suya la causa del diálogo y la impulsen contra viento y marea. Cuando esto sucede, se pueden superar situaciones dramáticas (como guerras civiles, por ejemplo), que de otro modo no tendrían una solución beneficiosa para el conjunto de la sociedad.

Los promotores del diálogo son claves para la gobernabilidad democrática. Sus empeños y liderazgo suelen ser decisivos para desentrampar situaciones difíciles, que de no ser encauzadas hacia una solución de consenso pueden traducirse en conflictos socio-políticos de envergadura que lleven a situaciones de abierta ingobernabilidad, puesto que es central tener presente que la gobernabilidad no es otra cosa que la coordinación, colaboración y entendimiento entre los actores de las organizaciones políticas y la sociedad civil hoy en Bolivia plural, diversa, con visiones distintas y en casos contrapuestas, cuya concertación es imprescindible para asegurar la transición democrática electoral sólo posible de lograrse la legitimación del Gobierno de transición.

Y por el otro lado, solo es posible alcanzar legitimidad si se apunta a una gobernabilidad democrática bajo un enfoque de igualdad, justicia y equidad -en fin, de inclusión- propias del ideal democrático. Obviar estos requisitos, es sembrar la semilla de la conflictividad política y social, del desorden y del caos. Mientras esos requisitos de la gobernabilidad democrática no sean satisfechos, la ingobernabilidad va a ser una amenaza permanente.



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