Opinión

¡Indignaos!

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11 de noviembre de 2019, 3:40 AM
11 de noviembre de 2019, 3:40 AM

William Herrera A.

El cambio de los resultados de las elecciones generales del pasado 20 de octubre en favor de la candidatura oficialista Evo Morales y Álvaro García Linera, fue la mecha que encendió la indignación de los jóvenes en Bolivia y fuera de nuestras fronteras. Es la primera vez, en la historia nacional, que la juventud toma las calles en una típica insurrección pacífica, y le mueve el piso al MAS.

Las inéditas movilizaciones juveniles, con la tricolor en la espalda y una firme convicción ciudadana, representa un compromiso con Bolivia y su futuro. Con todas las energías y la pasión por la libertad, los jóvenes son los verdaderos soldados de la democracia, la libertad, y han frenado la virtual perpetuidad del actual gobierno. 

Son los mismo que salieron a las calles el 21 de febrero de 2016 gritando Bolivia dijo NO, se sienten excluidos y rechazan los abusos del gobierno del MAS. Ellos han transmitido su forma de ver el mundo y la dirección en la que ellos esperarían participar en la toma de decisiones. Se comunican por imágenes, se mueven por emociones, expresan lo que les gusta o les disgusta, y no tienen problema en hacerlo conocer por diferentes medios y formas.

El Movimiento Al Socialismo, en realidad, ha subestimado al 59,6% de los habitantes bolivianos que tiene menos de 30 años, según el Instituto Nacional de Estadística. La mayoría de esta generación se ha indignado porque no se ha respetado su voto, y siempre fueron no sólo ignorados sino acusados de salir a las calles por “platita y notita”.

Han menospreciado su inteligencia, por cuanto tienen muy claro un conjunto de principios y valores sobre los que debe asentarse la democracia moderna de nuestro país. En el fondo se trata de democratizar la democracia, que se respete el principio de alternancia pacífica, sin trauma, mediante elecciones limpias, transparentes y competitivas. 

El respeto a las minorías, la tolerancia política, el consenso, el diálogo, el debate democrático, la libertad de expresión, son imprescindibles para una verdadera convivencia democrática.

Como lo hizo el francés Stephane Hessel con su publicación ¡Indignaos¡, los jóvenes bolivianos luchan por los principios y valores democráticos, que son hoy más necesarios que nunca. 

La resistencia pacífica, disciplinada y comprometida se ha convertido en una consigna. Todos debemos velar porque nuestra sociedad sea una sociedad de la que podamos estar orgullosos; las nuevas generaciones están dispuestas a jugársela por la democracia, los principios republicanos, la paz y la convivencia pacífica.

El motivo fundamental de la resistencia es la indignación ciudadana. La arenga del autor francés decía: Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es un valor precioso. Cuando algo te indigna te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido. Pasas a formar parte de esa corriente de la historia, y la gran corriente debe seguir gracias a los jóvenes.

Esa corriente busca mayor justicia, mayor libertad, mayor democracia, mayor dignidad, mayor transparencia de la cosa pública. Los derechos, cuyo programa recoge la Declaración Universal de 1948, son universales. Si os encontráis con alguien que no se beneficia de ellos, compadecedlo y ayudadlo a conquistarlos. La juventud tiene muy claro que la peor actitud es la indiferencia, y si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre.

El autor de la publicación estaba convencido de que el porvenir pertenece a la no violencia, a la conciliación de las diferentes culturas. Y recordaba al filósofo Jean-Paul Sartre cuando escribió en 1947: “reconozco que la violencia, cualquiera que sea la forma bajo la que se manifiesta, es un fracaso”. En cualquier caso, “las democracias decepcionan, pero no traicionan”. Y como lección aprendida, ningún gobernante debe ignorar, menos acusar a las nuevas generaciones, porque tienen el derecho natural a indignarse, salir a las calles, protestar, quitarle legitimidad y hacer perder el poder que detentan.



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