El mandatario lo acusó de “canalla que está libre, pero cargado de culpa”, mientras que Lula alertó que está con todas las ganas por pelear el poder en Brasil. Da Silva encabezará la oposición brasileña y alertó que cuestionará las políticas económicas

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10 de noviembre de 2019, 3:00 AM
10 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Un día después de salir de prisión, el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro empezaron ayer a alinear sus fuerzas para protagonizar la batalla de la opinión y del destino de Brasil.

“Amantes de la libertad y del bien, somos mayoría. No podemos cometer errores. Sin norte ni mando, hasta la mejor tropa dispara para todas partes, inclusive contra los amigos. No den munición al canalla, que momentáneamente está libre, pero cargado de culpa”, tuiteó Bolsonaro por la mañana.

Lula, por su lado, le envió un mensaje y casi un desafío al presidente Jair Bolsonaro y aseguró que está “de vuelta” y “en la lucha” por Brasil.

“Ellos no saben las ganas que tengo de pelear por este país” y por “los trabajadores”, dijo Lula ante miles de personas reunidas frente a la sede del sindicato metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, un día después de ser liberado gracias a una decisión del Supremo.

También se dijo “seguro” de que, en 2022, cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales, “la llamada izquierda a la que Bolsonaro le tiene tanto miedo va a derrotar a la ultraderecha que hoy está gobernando”.

Sobre el exmandatario sigue pesando una condena a ocho años por corrupción, ratificada ya en tres instancias, pero aún le resta un recurso pendiente, lo cual lo encuadró en una decisión de la corte, según la cual una persona sólo puede ir a prisión una vez que acabe por completo el proceso de apelaciones.

El viernes, al salir de la cárcel en que permaneció durante 580 días, ya había dado a entender que se propone pasar a engrosar la oposición al Gobierno de Bolsonaro, líder de una ultraderecha que creció en el país al calor de los escándalos de corrupción ocurridos durante la gestión de Lula y su sucesora Dilma Rousseff.

Dos pesos pesados

Bolsonaro, de 64 años, cultiva la imagen de un exmilitar que sabe cabalgar, nadar, andar en moto y tiene una fuerza vital que le permitió recuperarse de la puñalada en el abdomen que en septiembre de 2018 estuvo a punto de costarle vida.

En cuanto a Lula, una de sus primeras preocupaciones desde el viernes ha sido demostrar que sus 19 meses en una sala de 15 m2 no han afectado su vitalidad.

Ya en el mitin en Curitiba, confirmó su intención de casarse con la socióloga Rosángela da Silva, de 52 años según los medios, quien estaba a su lado y con quien se besó a pedido de la multitud.

Por la noche publicó un video (sin mención de fechas) en el cual se lo ve haciendo pesas y ejercitándose con aparatos de gimnasio.

Y ayer volvió sobre el tema en otra publicación. “Quiero decirles que soy un señor muy joven. Tengo 74 años desde el punto de vista biológico, pero 30 años en energía y 20 años en tesón”, escribió, usando una palabra (tesão) que en portugués tiene una fuerte connotación de deseo sexual.

En su arenga en Curitiba, Lula añadió que también se empeñaría en “demostrar que este país puede ser mucho mejor si tuviera un presidente que no mienta tanto en Twitter como Bolsonaro”.

Bolsonaro, un adepto a las redes sociales, se abstuvo el viernes de comentar la decisión de la corte suprema, que obligará a revisar la situación de casi 5.000 presos.

La organización Vem Pra Rua (VPR), muy activa en las movilizaciones que en 2016 condujeron a la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, convocó a marchas en todo el país contra la decisión del tribunal supremo de liberar a Lula da Silva. (AFP)

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