Prueba. De acuerdo con la CNI, existe un deterioro en las exportaciones y caída de las reservas internacionales netas

3 de noviembre de 2019, 3:00 AM
3 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Tras una fuerte desaceleración en los últimos tres trimestres de la pasada gestión, el ritmo de la actividad económica mundial continúa siendo débil, señala el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe sobre las perspectivas de la economía global (octubre de 2019).

En particular, según el FMI, el ímpetu de la actividad manufacturera se ha debilitado sustancialmente y ha tocado niveles no vistos desde la crisis financiera mundial. En términos más generales, las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas han agudizado la incertidumbre que rodea el futuro del sistema de comercio global y la cooperación internacional, perjudicando la confianza de las empresas, las decisiones de inversión y el comercio internacional.

Para este año se prevé un crecimiento mundial del 3%, que representa el nivel más bajo desde 2008–2009 y una rebaja de 0,3 puntos porcentuales de la proyección publicada en el informe de abril de 2019. Además, se estima que el crecimiento repunte a 3,4% en 2020 (una revisión a la baja de 0,2 puntos porcentuales con respecto a hace seis meses).

Y es que, tras un sólido crecimiento en el primer trimestre del año, la actividad económica en Estados Unidos se desacelera con la disipación de los efectos de los estímulos fiscales y el encarecimiento del crédito. Europa, que anticipa en el ciclo a Estados Unidos, muestra signos de estabilidad, pero con tasas de crecimiento que no superan el 1%.

Por su parte, China implementó estímulos fiscales y monetarios para evitar una desaceleración fuerte como la que algunos indicadores sugerían podría ocurrir a principios de año.

Ante este panorama económico poco favorable, surge la pregunta: ¿cómo impacta la ralentización de las grandes potencias a la economía de Bolivia? Esto, teniendo en cuenta la alta dependencia que tiene la economía nacional a los precios internacionales de las materias primas (hidrocarburos y minerales).

De acuerdo con Jorge Akaime, presidente del Colegio Nacional de Economistas de Bolivia, la desaceleración de las grandes economías ocasionará una menor demanda de los productos que exportan los países en vías de desarrollo, como Bolivia.

Además, según advierte que esa menor demanda también empuja los precios de las materias primas hacia abajo. En el caso específico del país, Akamine manifestó que el panorama no es nada alentador, debido a que el país es muy sensible a los precios internacionales.

En esa misma línea, Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), reafirmó que países como Bolivia son muy vulnerables a la cotización de las materias primas a escala internacional.

Para Rodríguez, el panorama económico del país no es nada alentador, debido a la inestabilidad política y social que se está registrando tanto dentro como fuera de Bolivia, y hay una previsión de debilitamiento aún mayor de las monedas extranjeras.

El experto en comercio exterior agregó que los pronósticos son preocupantes, ya que prácticamente todos los organismos internacionales coinciden en que el país crecerá este año un 3,9% y no llegará al 3%, la próxima gestión.

Por su parte, el economista José Antonio Alberti explicó que la reducción del crecimiento de China y su demanda han provocado una depreciación de la mayoría de las monedas de países emergentes, como mecanismo de defensa frente a un dólar fuerte.

“El mayor impacto en la economía nacional se sentirá en los términos de intercambio que presentan una tendencia importante de disminución, conjugando menores precios para las materias primas que exporta el país, como el gas natural, los minerales y algunos productos no tradicionales, como la soya y sus derivados”, sostuvo Alberti.

La reducción de los ingresos por renta petrolera y minera ya es evidente, provocando un déficit fiscal para 2019 cercano al -9% del PIB; es decir, que se requiere un financiamiento para tapar ese ‘hueco’ de aproximadamente $us 3.500 millones, dijo el economista a tiempo de señalar que esa situación nuevamente sería ‘subsanada’ con la adquisición de más deuda interna y externa (la cual ya es la más alta de la historia económica del país).

Los efectos de la desaceleración económica de los principales países del mundo y la perspectiva descendente de los precios de los commodities de exportación boliviana, señaló Ibo Blazicevic, presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), ya tuvieron un efecto negativo en el primer semestre de este año sobre las principales variables macroeconómicas a escala nacional.

“Existe un deterioro en las exportaciones, caída de las reservas internacionales netas, estancamiento en el ritmo de depósitos en el sistema financiero, lo cual está generando déficit comercial y en consecuencia un déficit fiscal y un descalce entre créditos y depósitos”, sostuvo Blazicevic.

En lo que respecta a la industria manufacturera, el dirigente indicó que la desaceleración económica global y el descenso en el nivel de actividad económica en Bolivia ha generado una ralentización en el sector a junio de este año (además, las exportaciones registraron un descenso del 14%).

A pesar de que las perspectivas lucen poco favorables, la desaceleración de las grandes economías puede presentar oportunidades para algunos sectores. Así lo considera, Oswaldo Barriga, titular de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex).

“El comportamiento hasta la fecha, en el caso de la producción agrícola, depende en gran medida de la producción de Estados Unidos, Brasil y Canadá, entre otros países. En ese sentido, entendemos que hay estimaciones de una baja producción en esas regiones, lo que implica una posible mejora de precios debido a una reducción de la oferta, explicó el dirigente exportador.

Esa situación, de acuerdo con Barriga, podría aprovecharse para que el sector productor aumente aún más su aporte a la economía nacional. Para ello, sostiene el dirigente exportador, se deben liberar plenamente las exportaciones, desregularizar el mercado interno e incrementar la productividad.

 

¿Qué hacer?

A decir de Rodríguez, la rigidez en el tipo de cambio es una enorme desventaja para el sector productivo que atiende al mercado interno y para el sector exportador, que envía al exterior sus productos con un gran esfuerzo.

“En Bolivia cada vez se hace más fácil comprar desde el extranjero que producir en nuestro territorio”, sostuvo Rodríguez, a tiempo de manifestar que, si no se quiere tocar el tipo de cambio hacia arriba, solo queda disminuir los costos de la inversión, la producción y de la exportación, algo que es complicado, puesto que la dinámica es contraria.

Por su parte, Blazicevic indicó que, para revertir el ciclo de decrecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) de la economía nacional y del PIB industrial, la CNI ha presentado una propuesta de política industrial.

La institución plantea 27 políticas neutrales, selectivas y de alineamiento para promover la inversión, producción y generación de empleo en el sector manufacturero. Además, sugiere un Estado promotor de la iniciativa privada industrial y, a su vez, demanda la creación de un Ministerio de Industria.

Para Alberti, urge buscar nuevos actores, ideas y políticas para enfrentar la desaceleración global y encaminar a Bolivia hacia un nuevo modelo de desarrollo económico y social inclusivo.

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